Diario de Sevilla [Es]: "Rea" Canciones de amor y otros clásicos instantáneos [Review]
Canciones de amor y otros clásicos instantáneos
Blas Fernández | 11 de mayo de 2014 a las 5:00
Rea. Single. Elefant Records. Pop. DD / CD / LP
Como ya se ha apuntado en otras ocasiones, no hay paralelismo posible en la escena del pop español a la hora de ubicar a Single. A no ser, claro, que recurramos a la propia génesis del dúo donostiarra, ésa que retrocede hasta los últimos 80 con Aventuras de Kirlian y gana peso específico durante los 90 con Le Mans y su incombustible discografía.
Cuando finalmente Teresa Iturrioz e Ibon Errazkin se decidieron a volver a la carga con un proyecto conjunto –el segundo facturó entre medias un par de recomendables títulos: el homónimo Ibon Errazkin (2000) y Escuela de arte (2003)–, quedó claro desde los primeros compases de Pío Pío (2006) que su apuesta por la originalidad insobornable seguía intacta; que la singularidad seguía siendo bandera y la pareja (artística) mantenía incólume su talento para producir piezas pop de deslumbrante imaginería sonora, alérgica a los lugares comunes, y deliciosas letras siempre a medio camino entre la ternura y la ironía, la melancolía y una sana consciencia autoparódica.
Cuatro años después, Monólogo interiorejemplificaba esa búsqueda constante con un arriesgado viraje hacia un formato de canción en el que, sólo en apariencia, la electrónica perdía el protagonismo armónico que ganaban el piano y la guitarra. Intemporal en su premeditado aroma camp –ese aire de cabaret de entreguerras o la cierta cercanía con la obra de Nino Rota– aquel disco, que crece con los años y las escuchas, prolongó y hasta destiló su esencia en un Anexo (2012) con el que Iturrioz y Errazkin no sólo dejaban constancia de su sonido en directo por aquella época –la banda, por aquello del ahorro de costes, no sólo tenía que caber ya en un coche: prácticamente podría viajar en moto–, sino que además desnudaban sus canciones, sin pudor alguno, hasta dejar al descubierto la hermosa piel. Un ejercicio éste con valor añadido para un grupo que, precisamente, había hecho de los ropajes sonoros uno más de sus numerosos atractivos.
Con este –digámoslo pronto– fenomenal Rea, la primera impresión, incluso tras muchas y reiteradas escuchas, es en buena medida la de una mayoritaria reubicación en los postulados estéticos de Pío Pío, incluidas, cómo no entonces, las cimbreantes aproximaciones de inequívoco armazón electrónico a la música jamaicana, esa nutritiva pasión confesa de Errazkin.
Buena prueba de ellos es el propio arranque con Modo B, irresistible canción en torno a la inexplicable volubilidad de los sentimientos y sus efectos colaterales, ante la que resulta imposible no rendir, como mínimo, un ondulante movimiento de cuello –de asentimiento, reconocimiento y contagio rítmico–. Es la misma tónica en títulos como Nota mental –más sobre parejas y todo aquello que no se atreven a decirse–, las muy románticas Siete y Rea –esta última, tremendo sencillo de avance del álbum– y Palmeras, otro cadencioso vaivén para despedir el disco.
Menos que más, quedan relativamente al margen Me enamoré –del cabaret al reguetón con participación del atípico rapero Garbanzo–, La moto –desopilante versión del corte original del cáustico cantautor uruguayo Leo Masliah; compararlas da la medida de la inventiva del dúo– y Virgen del Cisne, con Teresa en particular éxtasis místico contemplativo y desatando olas de felicidad y dulzura infinita en el oyente.
Ilustrado, como siempre, por Javier Aramburu –en esta ocasión es un fantástico cuadro titulado Teresa Corazón de León– y con Hidrogenesse ejerciendo una producción tan limpia como deslumbrante –Genís Segarra ya participó como arreglista en Monólogo interior–, si aRea cabe ponerle alguna pega quizás sea sólo la de su escueto listado: apenas nueve canciones de amor, nuevos clásicos instantáneos en la anómala trayectoria de Single, terminan por saber a poco aun cuando nos dan tanto.
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