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27/03/2019

20 Minutos [Es]: "La Gran Esfera" [Interview]



LINK entrevista

 

 

"Si me hubieran dicho hace 20 años que iba a seguir aquí, no lo hubiera creído. Parece que si haces música como la de Leonard Cohen es más fácil hacerse mayor. Pero nada está escrito". Así mira atrás Guille Milkyway, alma mater de La Casa Azul (LCA). El 22 de marzo publicó La gran esfera (Elefant), que presenta este jueves y viernes en Madrid con las entradas agotadas. Su gira continuará en Gijón (6 de abril), el San San Festival de Benicàssim (18 de abril), el Plastic Festival de El Ejido (27), el Warm Up Festival de Murcia (4 de mayo), el ciclo Estaciones Sonoras de Cascante, Navarra (11 de mayo), Palencia Sonora (7-9 de junio), Festival de los Sentidos de La Roda, Albacete (14 de junio), Portamérica (4 de julio en Caldas de Reis), CanetRock (6 de julio, Canet de Mar), los Concerts de Vivers de Valencia (25 de julio), el Low Festival de Benidorm (26 de julio) y Barcelona (sala Razzmatazz, 18 de octubre). 

El disco estaba listo hace dos veranos, ¿por qué ha tardado tanto en salir? Fue un cúmulo de circunstancias. A finales de 2013 ya estaba acabado. Luego me pasaron una serie de cosas a nivel personal, tuve un desprendimiento de retina y una operación… 

 

Cuando aquello terminó y lo retomé, me parecía que estaba pasado y empezó un periplo que no acababa nunca. Incluso decidí empezar otro disco nuevo. Después me dio lástima y regrabé canciones... 

 

Pero tampoco ha parado... Qué va, en ese impasse produje a otros grupos, hice música de series, un disco de Nino Bravo… Cosas variopintas que parecen una anécdota, pero curiosear te acaba engullendo. 

 

¿Y cómo salió del bucle? La mejor decisión que he tomado en los últimos años fue rodearme de un grupo y ponerme a tocar, independientemente de que el disco estuviera o no. Ese fue el final del túnel. Por primera vez sonaba bien, noté que brillábamos en directo, me vine arriba y fue lo que tenía que ser. El disco es un resumen de aquellos años y dejé algunas canciones fuera que saldrán después. ¿Qué pasa cuándo las canciones pasan tanto tiempo en un cajón? Es un drama. Cualquier expresión artística requiere finalizar la obra y mostrarla. Dejarla un tiempo y luego enseñarla… no funciona. Porque aquello ya no te representa. ¿Y cómo se evita? Seguro que no me va a volver a pasar, he dicho que no a todas las demás cosas para centrarme en esto en los próximos tiempos. Desde luego es algo que yo no recomiendo a nadie. Parte de esto proviene de creerte más de lo que eres. No hay que caer en mirarse mucho a uno mismo. Al fin y al cabo hacemos unas cancioncillas, no estamos salvando vidas. Tiene la importancia y la trascendencia que tiene, es mi forma de expresarme y ya está. A veces creemos que todo es más de lo que realmente es. ¿La gira será con banda? Ya somos cinco y en los conciertos de Madrid seremos siete, con vientos. Hemos cambiado el escenario a dos alturas y hemos mejorado los visuales. Es un paso más allá de lo primero que hicimos juntos. A nivel musical creo que este es el gran momento del grupo en directo, algo que toda la vida ha sido una asignatura pendiente de La Casa Azul. Antes lo pasaba mal en los conciertos, según contó en el programa Un país para escucharlo de La 2. Soy en general inseguro y estar en un escenario requiere proyectar algo más que tocar. Siempre pensé que no valía, por los referentes que tenemos de músicos con un control escénico total… Me costó años entender que igual no hace falta ser ese gran entertainer. ¿Se siente más cómodo en el estudio? Lo que me gusta es grabar discos, esa es mi obra y trasladarlos es muy difícil. A un grupo heavy le pasa al revés… la grabación no refleja el directo. Eso demuestra que son dos disciplinas distintas. De hecho, grandes discos de la historia como Sgt. Pepper’s [The Beatles] o Pet Sounds [The Beach Boys] nunca se tocaron en directo. Mi lugar es ese, lo otro me ha costado. Y también aprender a no dar tanta importancia a las críticas. ¿Cuál ha sido la clave? Tiene mucho que ver con el grupo que me acompaña. Somos muy amigos de toda la vida. Es la situación ideal y ha sucedido a mis casi 45 años. La Casa Azul hace 20 años ahora. Me he quitado de encima muchos complejos y tontería. Si hay fallos no pasa nada, lo importante es disfrutarlo. Ahora tengo ganas de que llegue el viernes para tocar, eso no me había pasado jamás… ¿Cómo se sobrevive al éxito de La revolución sexual? Desde el principio se vio que esa canción iba a tomar su camino propio. Lo llevo con naturalidad y superfeliz. Hay grupos que se incomodan, como si la canción los comiera… Yo no tengo ningún complejo, me parece una suerte y estoy orgulloso de tener un superhit. No es mi favorita ni de largo, pero me parece genial. Hay gente que piensa que es una versión de la de Operación Triunfo [risas]. Al final lo que gusta es la canción. Los one hit wonders están muy mal vistos, pero mí me parece una maravilla que haya canciones que trasciendan a quien las hizo. Si hubiese ido a Eurovisión... No me habría ido bien. Hice aquello sin pensar lo que conllevaba, porque me encanta desde pequeño y me parecía divertido. Hasta que ya no da risa… De golpe estás en un entorno superagresivo, con una presión radical. Eso es la antítesis a mí. Fue muy difícil. Me puse enfermo, lo pasé muy mal. Entonces la canción [La revolución sexual] ya empezó a tener su vida al margen de mí. Salir en la tele es divertido, pero ser un personaje conocido... desde luego, no es para mí. Vivo de lo que más me gusta y lo hago de la manera que quiero. Me siento afortunado. Si tuviera ese foco, probablemente no podría disfrutarlo tanto. ¿Qué le hace feliz ahora, además de la música? Me hace muy feliz tener una vida rutinaria, ser padre… y no necesito mucho más. He llegado al punto de equilibrio de disfrutar de este teatro de fantasía de La Casa Azul, pero también de mi día a día. Cojo la bici para ir al estudio, veo el campanario de mi pueblo, me tomó el café en el Caracas con mi amigo Manolo... Eso me da mucha felicidad. ¿Cuál es el tema principal del disco? Es muy miscelánea. Hay canciones grabadas en 2013 y otras, hace unos meses. Ahora estoy con ritmos más reposados y jugando con elementos sonoros distintos, me siento más cómodo con canciones como Ataraxia o El final del amor eterno. Diría que El momento es la que mejor sintetiza a todos los niveles mi momento y el sonido de este álbum, pero también tiene canciones de las de La Casa Azul de toda la vida. Es un disco puente que explica muy bien la evolución de estos años, entre LCA clásica y lo próximo. Los dos singles que tengo preparados van en esa línea, es más reposado todo. En LCA no hay contención en la forma de componer, todo explota mucho y siempre hay un estribillo y un cierto uso de la épica que, a veces, es peligroso... Siempre acaba habiendo un elemento emocional sin freno que da esa sensación de velocidad aunque tú estés más reposado. ¿Qué simboliza esa gran esfera del título y la portada? No soy muy partidario de las grandes metáforas, pero sí de las imágenes que puedan explicar fácilmente un concepto simple. A mí el mundo siempre me ha parecido un lugar complejo y un poco agresivo en el que me cuesta desenvolverme. Aprendes a hacerlo, pero mi sensación es que tengo que lidiar con él y siempre he tendido a recluirme un poco y buscar el refugio. Yo quería algo que simbolizara el lugar donde te proteges. Pero es complicado porque te das cuenta de que, cuando pasas épocas en las que te recluyes más buscando el refugio y la seguridad, eso a la vez te está aislando y la soledad existencial… ¡boom!, de golpe cae como un piedra sobre ti. ¡Ostras, qué complicado! Entendía una esfera como algo hermético, hay que elegir si estás dentro o fuera. Lo ideal sería poder entrar y salir cuando quisieras, pero hay que tomar una decisión de vida. Tuve un desprendimiento de retina y el médico me dijo que llevaría mucho tiempo, más de un año, porque es prácticamente hermética pero transpira, muy muy poco. Es la metáfora perfecta. La esfera no tiene una puerta. El peligro es aislarte como en la película del niño burbuja de John Travolta. Él está protegido pero a la vez está aislado. Es un poder individual de cada uno que hay que encontrarlo y utilizarlo. Encerrarse… mal asunto. ¿Qué opina de la música urbana? El trap hoy en día es el punk de finales de los 70 o el florecer de la cultura de club de los 90. Es un elemento contracultural, una escena supervital y que forma parte solo de esta generación. Si hubiera tenido de entrada el beneplácito de nuestra generación, ya no vale. Esto es suyo. Y es estupendo. No quiere decir que yo lo comparta o me sienta identificado, pero a nivel musical hay mil cosas que me interesan de todo lo urbano, porque no es necesario sentirse identificado para tomar elementos de ello.

 

BIO Guille Milkyway (Barcelona, 1974) es autor de La revolución sexual –que casi va a Eurovisión– y lleva dos décadas en la música. En 2010 ganó un Goya con la rumbera Yo también y ha producido a artistas como Fangoria. Fue profesor de cultura musical en OT 2017. La gran esfera es su quinto álbum como La Casa Azul. 


 


 

 

 

 

 

 

 

 

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