Je Ne Sais Pop [Es]: "La Gran Esfera" [Interview]
La Casa Azul: “Creo que para Fangoria hacer un disco entero conmigo sería un error”
Este viernes 22 de marzo llega al fin ‘La Gran Esfera’, el nuevo disco de La Casa Azul. Gestado en los últimos 6 años, el cuarto álbum de estudio de Guille Milkyway es en sus palabras un “disco de transición” que retrata los últimos años de su vida a nivel personal y profesional. El músico catalán llegó a desechar un álbum entero antes de dar con la fórmula perfecta para presentar el trabajo que hoy tenemos entre manos, en tanto alternaba la composición de esta obra con su trabajo con Fangoria o en Operación Triunfo 2017. JENESAISPOP ha tenido la oportunidad de hablar con él en un hotel de Barcelona sobre ‘La Gran Esfera’ y también sobre su trabajo con Nacho y Alaska, sobre Operación Triunfo, sobre Eurovisión o sobre su futuro, en una charla apasionada y honesta.
Para romper el hielo voy a empezar preguntándote por el concierto a piano y voz que ibas a hacer en la fiesta por el 10º aniversario de JENESAISPOP y que hubiste de cancelar por un problema de salud. ¿Cuándo vas a hacerlo?
Cuando queráis. Ahora es mejor momento para el grupo, la estructura de la banda está más asentada. También te digo que el problema que tuve de los ojos [NdE: un desprendimiento de retina] lo voy a arrastrar toda mi vida, así que puede pasar que cancele otra vez [ríe]. Pero fue una lástima que se cancelara el concierto, me apetecía mucho hacerlo. Está pendiente.
‘La gran esfera’ sale 7 años después de ‘La Polinesia Meridional’, casi 8. Llegaste a desechar un disco entero.
Había un disco ya terminado a finales de 2013; luego por temas personales, y porque yo estaba metido en otras cosas, hubo un parón de un año. Cuando recuperé el disco no me sentía identificado con las canciones. Entonces me puse a grabar otro disco desde cero, intentando dar vueltas sobre la misma idea conceptual de ‘La gran esfera’. Volví a tener un parón provocado por el desprendimiento de retina que padecí, y entonces tomé la decisión de coger canciones de aquí y de allá e intentar volver a grabarlas. Eso fue desastroso. Por un tema técnico y estilístico sobre todo, juntar ambos discos fue como hacer un encaje de bolillos.
¿Tan diferentes eran ambos trabajos?
Eran diferentes a nivel técnico. Ahora me siento más seguro en el estudio. Y a nivel estilístico, en el momento de abordar el disco de nuevo, había cosas que en ese momento me interesaban que ya no estaban presentes en el otro. Así que, a partir del lanzamiento de ‘Podría ser peor’, tomé una última decisión, o bien hacer un disco nuevo -ya tenía muchas canciones y había estado grabando mucho- o bien hacer un resumen de lo que habían sido los últimos 8 años. Y esto último es lo que decidí hacer. Eso ha implicado guardar en un cajoncito durante unos meses 4 o 5 canciones que ya están grabadas, que podría haber metido en ‘La gran esfera’ pero entonces se habría hecho un disco largo; pero que iré sacando, porque representan el momento exacto del grupo.
¿Qué canciones has rescatado para el álbum final?
Del disco de 2013 he recuperado las tres últimas: ‘Hasta perder el control’, ‘Saturno (Todo vuela)’ y ‘Gran esfera’. Luego ‘El colapso gravitacional’ es producto de esa remodelación fallida que he mencionado, y el resto son canciones de última generación, de los últimos 2 años.
Tú lo has llamado un disco de transición, que es un concepto que usamos mucho los periodistas cuando describimos un disco poco enfocado, que parece coger ideas de un trabajo anterior, pero a la vez abrir nuevas vías. Me sorprende que tú mismo lo llames así. ¿Tú cuando escuchas ‘La gran esfera’, escuchas un disco de transición, como destartalado?
Llamo ‘La gran esfera’ un disco de transición porque es un viaje. Ahora mismo sé lo que va a pasar con La Casa Azul en los próximos meses y actualmente el proyecto no tiene mucho que ver con algunas canciones que hay en el disco, aunque me siento igualmente orgulloso de él. Yo mismo he decidido que ‘La gran esfera’ no quede un disco puramente “La Casa Azul 2018-2019”, y dentro de 10 años me gustará ver que esto es un disco de transición.
Y esta transición te llevará en el futuro a publicar singles sueltos en lugar de álbumes.
Es el movimiento natural que me apetece hacer. Es más inmediato. Quiero evitar esos vacíos que no aportan nada. Mi inclinación artística es dar salida, porque [pasar años trabajando en un proyecto] no es sostenible. Me apetece lanzar singles que uno tras otro ilustren muy bien el momento exacto del grupo, cosa que con ‘La gran esfera’ es un poco mas difícil.
Muchas canciones del disco hablan sobre el “fin del amor”, te muestran aterrado ante la “rutina”… En JNSP, hace unos años fuiste tajante: el amor se acaba. ¿Sigues pensando lo mismo? ¿Qué pasa con el amor a un amigo, por ejemplo, o a un hijo? ¿O te refieres únicamente al amor romántico? ¿No crees que el amor [romántico], más bien, se transforma?
Me voy a desdecir de esas palabras porque, contra todo pronóstico, después de esta caída cantada y absoluta, y después de haber dilatado tanto la llegada del disco, me he dado cuenta de que sigo con la misma persona. Sin embargo, yo creo que la historia de la humanidad prueba que el amor romántico se acaba; te diría incluso que debe haber literatura científica alrededor de esto. Pero hay una parte dentro del amor romántico que hay que tener en cuenta, y es la decisión de ser sincero contigo mismo y ver lo que quieres y lo que necesitas como persona [en ese momento]. E igual que yo ahora necesito unos “beats” más bajos en mis canciones, menos BPM, también me doy cuenta que, en lo personal, me pasa lo mismo. Quizá el problema es que nos aferramos a una idea…
Las letras del disco hablan un poco de eso, la idea idealizada del amor. Pero en ‘El colapso gravitacional’ hablas de sentir el peso de la realidad, de empezar a reconocer las cosas tal y como son.
Estos son los dos elementos clave del disco. En ‘La gran esfera’ hay una visión de la vida naif e infantil que siempre ha estado presente en la historia del grupo. Esta incapacidad de gestionar la realidad me produce una desazón que me interesa describir [en mis canciones]. Por otro lado, ha sido en este último año y medio cuando he empezado a ver bastante luz alrededor de todo. Yo toda la vida he sentido el peso del mundo encima y ahora he aprendido a quitar trascendencia a las cosas.
Dices que ahora necesitas canciones más lentas, pero yo oigo un disco bastante enérgico y revolucionado.
Me sorprende porque la sensación que yo tengo es que es un disco más reposado, y creo que esto se debe no tanto a la rapidez de los beats sino a que sigue habiendo en él una incontinencia sonora, a nivel de composición, producción, incluso conceptualmente… Ese lenguaje natural de La Casa Azul sigue estando ahí, pero siento que todo eso lo he rebajado. Cuando empezamos a ensayar con el grupo nuevo hace 1 año o 2, de golpe me di cuenta que tengo que bajar mucho los BPM para poder tocar las canciones. Tiene que ver con mi momento vital. Yo ya soy un señor, una persona mayor [ríe]. Cuando veo que se percibe que el disco es enérgico, me doy cuenta que quizá sigo siendo capaz de mantener ese pulso y esa energía un poco infantil de siempre, pero no solo a través de la aceleración, sino también de la incontinencia, el desprejuicio, el hecho de mezclar en un disco cosas diferentes, de seguir haciendo estribillos, canciones que explotan, con subidones.
¿Cómo ha influido en La Casa Azul trabajar con Fangoria? ¿Te han terminado exprimiendo mucho las sesiones con el grupo de cara a tu propio proyecto?
A nivel de tiempo he hecho muchas cosas que no me han dejado espacio para dedicarme al grupo, sobre todo teniendo en cuenta que yo trabajo solo en el estudio y que suelo perder el tiempo en otras cosas. Pero a nivel puramente práctico para La Casa Azul, trabajar con Fangoria ha tenido una aportación clara. Y es que estar en un sello pequeño [como Elefant] conlleva cierta comodidad, te aposentas, porque por ejemplo no tienes que hacer una canción que haya de sonar en la radiofórmula o que tenga que competir con otra cosa.
Te aburres.
Te aburres y no solo eso, te limitas artísticamente. A veces quieres sonar de ciertas maneras, y si no te obligas a intentarlo, puede que acabes frustrado como artista. Con Fangoria, sobre todo a partir del segundo disco, se me exige dar respuesta a ciertas cosas, como que Fangoria tengan que ir a Los 40 a defender un single. Con ellos, de golpe me encontré trabajando mucho durante un año para crecer a nivel técnico, y eso ha sido un alivio. La seguridad que me ha aportado en el estudio saber muchas más cosas me ha quitado límites a nivel creativo.
Muchos artistas indie se quejan precisamente de lo contrario, que cuando se encuentran en una multi descubren que tienen menos libertad.
A mí probablemente me habría pasado igual, la diferencia es que yo no soy Fangoria, por lo tanto lo que hago lo hago desde fuera. Yo sigo estando donde estaba y no tengo ningún tipo de presión, pero ahora soy mucho más “pro” en el estudio, como productor y técnico. Esta es la respuesta que buscaba hace años, cuando me preguntaba si me convenía trabajar en un estudio grande en lugar de en el mío propio, pero a la vez me preocupaba perder mis cosas. La respuesta es estar dos años apretándote un poco, aprendiendo cosas. Ahora estoy mucho más feliz.
¿Las canciones que has hecho con Fangoria, parten de una maqueta tuya, es algo más en común…?
Es un trabajo muy individual. El trabajo de producción que hago con ellos es parecido al que yo hago para mí solo, es en solitario. Con ellos sobre todo hay trabajo previo de hablar “acerca de”. Hay una negociación. A Nacho por ejemplo no le gusta un efecto en concreto, o Alaska quiere que los beats vayan más rápido de lo que yo quiero.
Entonces tú aportas tu maqueta y ellos la retocan.
Hay conversaciones entre nosotros pero cada vez menos, porque yo les conozco más y ellos confían en mí. Hay una cosa buena en no haber hecho un disco entero con ellos…
Sobre esto te quería preguntar. Ellos han dicho en una entrevista que les gustaría hacer un disco entero contigo, ¿para ti esto no es una opción?
Creo que para ellos hacer un disco entero conmigo sería un error. No lo he hablado con ellos, pero encargarme de solo una parte de su disco me deja más espacio para trabajar de la manera en que yo quiero trabajar, con poco input externo. Así, ellos no tienen tanta necesidad de negociar y se sienten libres porque tienen otras vías [en el disco] para poner cosas que son de su parte pura y dura.
¿Crees que un disco entero de Fangoria sonaría demasiado a La Casa Azul?
Yo no comparto esa idea de que Fangoria suenan a La Casa Azul desde que trabajo con ellos. Sé que hay un sello mío en las canciones que he hecho con ellos, pero yo cuando escribo estas canciones me pongo su mono y pienso a través de su decisión artística. Siempre he pensado que a ellos les favorece que sus discos no tengan un solo productor. El universo Fangoria, quizá yo no lo puedo plasmar en su totalidad. Hay ciertas ideas… ‘¿Quién te has creído que soy?’ a ellos les costaba, no la veían muy Fangoria, porque yo tenía interés en que Alaska fraseara de una forma que no es habitual en ella. Teniendo otras cosas el disco permite que el conjunto siga siendo muy Fangoria. La canción que he hecho con ellos que más puede acercarse a lo que yo puedo entender dentro de un disco de La Casa Azul es ‘Espectacular’. Pero en general yo pienso en Fangoria de manera súper clara a la hora de componer.
¿Se han quedado muchos temas inacabados de los que has hecho con Nacho y Alaska?
No muchos, hemos ido al grano. Con ellos hay mucha conversación previa, que es algo que no se suele hacer con los productores, sobre todo cuando no existen lugares comunes entre productor y artista que faciliten esa conversación. Pero nosotros sí los tenemos. Con ellos es muy fácil hablar sobre lo que quieren y lo que buscan. No hay equivocación. Sí hay canciones que hemos hecho juntos que están un poco perdidas, pero yo también he sido un poco conservador a la hora de proponer canciones, de decirme a mí mismo “cuando les vaya a presentar cosas, quiero poco jaleo…” y eso artísticamente me ha delimitado un poco.
¿A qué te refieres?
Como productor puedo ver cosas claras para ellos, que pueden estar lejos de lo que ellos están buscando, pero si sé que estas ideas van a generar mucha incomodidad, yo mismo me autocensuro. ‘¿Quién te has creído que soy?’ es la vez que más incomodidad he notado con ellos respecto a lo que yo he presentado.
Pero ellos, si algo les parece bien o mal, te lo dicen sinceramente.
Nacho y Olvido son muy directos y no hay problema con eso, y mira que yo soy hipersensible, cuando alguien habla de mí, todavía me afecta, pero con ellos no hay nada personal, todo responde a lo que ellos buscan
Ellos protegen la marca Fangoria.
O como mínimo… lo que que ellos creen que son como grupo, con lo que se sienten cómodos. Yo como productor sí veo que deberían explotar otras cosas.
Crees que son conservadores con su sonido.
A lo mejor soy yo que me autocensuro, porque esto no lo he hablado abiertamente con ellos. Las veces que he hablado aparentemente están a favor. También te digo que yo he fracasado muchas veces como productor por mi poca capacidad de gestionar la negativa. Cuando yo tengo una idea y el artista me dice “no”, eso me frustra tanto que soy incapaz de recuperarme.
Te lo tomas como un ataque a tu ego como músico.
Puede ser. Me decepciona tanto que esa idea no pueda seguir adelante que me frustro.
¿Qué ideas tienes para Fangoria?
Hay varias vías que creo que tendrían que explorar, y sé que estarán de acuerdo. Creo que tienen que encontrar la manera de volver a tomar la oscuridad como parte de su discurso desde una perspectiva distinta a como la utilizaban hace años, con otro lenguaje probablemente más contemporáneo.
Estas canciones últimas son un poco mas oscuras, ¿no?
Por eso te digo que ellos estarían de acuerdo. ¿Cómo hacerlo? Yo tengo ciertas ideas de cómo creo que se debería hacer, pero también me puedo equivocar. Hay otro elemento en Fangoria, que es esta ambivalencia entre lo atemporal suyo y el hecho que consiguen, contra todo pronóstico, mantenerse apegados a la contemporaneidad. Eso no tienen que dejarlo perder. Pero ellos se siguen mostrando inquietos respecto a la cultura pop en el sentido amplio del concepto, a la contemporaneidad, a la efervescencia cultural y musical. Por eso te digo que quizás es una autocensura mía.
“Autocensura” suena un poco a eso, a conservar el estilo…
Hay gente que compara canciones y dice que suenan igual la una de la otra, pero cuando las escuchas te das cuenta de que esa apreciación no es real. Hay elementos sutiles en la parte sónica que las diferencia, aunque el enfoque entre ambas sea parecido. El matiz cambia mucho, y eso para mí tiene mucha importancia. Calvin Harris, su single con Dua Lipa, es una cosa muy clásica de house noventero, sin embargo, hay algo ahí que suena estrictamente contemporáneo. Es el matiz. La canción es retro pero esa canción no podría haber sonado así en 1996.
El pop actual se basa en eso, ¿no? En rehacer cosas del pasado. ‘Retromanía’ hablaba de eso, de cómo parece que ahora todos los estilos pasados se reciclan y ya no surge nada nuevo.
En mi opinión eso es un discurso imposible de realizar de manera correcta porque parte de la contemporaneidad. Es muy difícil ser consciente contemporáneamente de que lo que está pasando ahora va a tener una trascendencia en la historia de la música, y esto siempre ha sido así, por ejemplo cuando se pensaba que Elvis era una moda pasajera o que los negros de los años 10 eran un grupo de gente aporreando tambores. Y ha pasado con el hip-hop y pasará con el trap…
Pero tú hablas de trascendencia…
El discurso es rockista, porque hay gente hoy en día que está creando de la nada muchas cosas, aunque esto tampoco es tan cierto, porque ellos siguen teniendo referentes aunque no sean conscientes. Es la criptomnesia como motor creativo. En los años 70 había millones de ejercicios de retro, y en los 60 también. Los Beatles querían imitar a sus grandes héroes del rock n roll y el rhyrhm & blues y les salió mal. Pontificar que [crear a través de referencias] es un mal de nuestros días es un error. Hay cosas de la post-modernidad que son desgracias de nuestra época, pero el discurso sigue sin ser del todo real. Cuando hablemos de la moda del EDM que hubo hace 10 años, estaremos hablando de un sonido que es puramente de nuestra época. El single de Calvin Harris es otro ejemplo.
Seguro que hablaste de todo esto con tus alumnos de Operación Triunfo 2017. Ha sido bastante fuerte lo que pasó con esta edición. Todo un fenómeno. ¿Cómo lo has vivido desde dentro?
Yo vi nacer OT a principios de siglo y siempre he dicho que la selección musical en las galas era muy chula. Me parecía una lástima que esa gente que canta tan bien no aprovechara esa selección para que le aportase algo en su “background”. Y repente me llama Tinet Rubira…
No te lo pensaste.
Le dije que me incomodaba que hubiera cierto foco mediático, pero me dijo que habría cero. Me dijo “es una academia, darás una clase, habla de lo que quieras, lo único que quiero es que no haya ortodoxia, que sea un discurso como el tuyo, desde el no prejuicio, el no dogma”. Y eso es brillante por parte de Gestmusic, porque saben que la juventud actual no va a entender que yo venga a hacer una clase de religión [musical], a hablar de los cuatro pilares de siempre. A mí me interesa igual el reggaetón, con el mismo interés musical e histórico, que el blues o la música disco o el punk.
Y tu viste en OT una oportunidad para enseñar eso.
Siempre hay un poso religioso en ciertas formas de enseñar música que en mi opinión es erróneo. Y para mí OT era una oportunidad con la que poder despertar una curiosidad real en la música. Otra cosa guay fue poder probar, semana tras semana, que el hecho de que algunos de los alumnos no tuvieran referentes no está reñido ni con su talento ni con su capacidad de criterio. La historia de la música está llena de artistas sin referentes que han terminado siendo referentes. No pasa nada si no sabes quién es Freddy Mercury, sigues cantando igual de bien, es más, no saber quién es puede liberarte de ciertos prejuicios.
¿A cuál de tus alumnos crees que le hizo más ilusión que fueras profe?
Yo percibí ilusión instantánea en Amaia y Alfred. Ella ya me generaba mucha ilusión en los cástings, cuando en los formularios ponía entre sus referentes a Marisol, sabiendo que eso se iba a explotar mediáticamente y que podía jugar en su contra. Amaia emana talento a todos los niveles. Y Aitana, que aparentemente es la contraposición a lo que representa Amaia, creo que está llevando su carrera como quiere llevarla y que tiene personalidad y control artístico sobre las cosas que está haciendo. Para mí es muy gratificante haber participado en ese momento.
¿Cuál de todos ellos crees que tiene más futuro?
Eso depende no solo de ellos, sino también de quién esté a su alrededor. Todos ellos van a tener carreras muy variopintas. Aitana tiene recorrido, y Amaia también, pero a niveles distintos.
Aitana ha sorprendido trabajando con El Guincho, C. Tangana, Pional… Escuchando su primer EP, de repente estos colaboradores pueden desencajar un poco.
Sobre el EP de Aitana hay que tener en cuenta ciertas cosas. Primero la edad: es muy difícil, cuando eres joven, que en tu primer trabajo esté plasmada ya la gran idea de tu propuesta artística. Por otro lado, hay una cosa que pasa bastante en España, más que en el mercado anglosajón, y es que se quiere que un artista del nivel de Aitana esté delimitado. Ella hace “esto”. Pero tú escuchas a Ariana Grande, por ejemplo, y su discografía es variopinta.
Hoy en día los jóvenes entienden el eclecticismo, antes Bisbal hacía Bisbal y Chenoa hacía Chenoa.
Eso mismo, y creo que eso es muy español.
¿Te han llamado desde Gestmusic o Universal para trabajar en los discos de estos alumnos?
No.
¿Te hubiera gustado?
Depende de quién y de cómo se planteara el proyecto. Ni me lo he planteado, porque yo he sobrevivido haciendo cosas variopintas, pero por separado. Para mí ha sido un éxito que los conciertos de la gira de Operación Triunfo 2017 acabaran con ‘La revolución sexual’. Yo en OT hacía de profesor y casualmente ahí hay una canción mía, pero la mayoría de gente que va a los conciertos no sabe que esa canción es mía y quizá hasta esté viendo mis clases. Relacionar cosas forzosamente te lleva a unas sinergias que no me interesan para nada. Quiero que la gente que va a ver a La Casa Azul le interese por lo que es.
Por otro lado, muchos de ellos juegan a un nivel en la industria en que mucha gente opina sobre lo que se va a hacer, y ahí hay una intromisión artística que a mí me incomoda mucho. Seguro que hay productores que no permiten esa intromisión y son mas herméticos. Entonces es más complicado trabajar…
Tú también trabajas un poco así, en solitario.
El trabajo en equipo está muy guay si es un trabajo en equipo real, pero esto de juntar unos cuantos compositores de moda, y pensar que de ahí va a salir algo necesariamente mejor, eso es absurdo. Eso es un tema más bien de gestión empresarial, un tema de eficacia y de cómo monetizar el talento que a mí no me interesa. Yo no soy capaz de subsistir en ese entorno.
Hablabas antes de ‘La revolución sexual’ y te quería preguntar por Eurovisión. En 2017 dijiste que aún creías en la “parte romántica” de Eurovisión, en el arte de la canción redonda. Vega decía que solo iría a Eurovisión si España se lo toma en serio. ¿Crees que falta eso, seriedad respecto a las canciones que presentamos?
Ese es un problema general de Eurovisión. La evolución del festival ha ido hacia ese camino. Aunque no quita que sea disfrutable como entretenimiento, el festival ha pasado a ser una fábrica de sucedáneos del establishment sonoro del momento. Antes era un lugar donde pasaban cosas y, a lo largo de ese año, había sucedáneos de las cosas que pasaban en Eurovisión. Ahora es al revés. Eso le quita interés musical, y da lugar a un entretenimiento curioso que ha tenido lugar en los últimos años, que es el de intentar adivinar de qué mezcla de canciones conocidas ha salido la canción de Eurovisión. Por otro lado, ahora es más fácil meter algo potente y destacar.
¿No tenemos que cambiar el chip entonces? Las canciones que se han presentado este año eran sucedáneos de muchas cosas, de ‘Lo malo’, Pastora Soler…
También te digo que la gente está muy preparada con el arco para soltar el dedo en cualquier momento.
Ya no es que la canción te recuerde o no a algo en concreto, es que la escuchas y no sientes que sea una buena canción.
¿No tienes la sensación de que en Suecia eso pasa menos? Allí hay como 7 galas antes de Eurovisión con decenas de canciones. Eso forma parte de su poso cultural.
Bueno, aquí tenemos la cultura de la canción española, de la que eres experto. ¿A ti no te han llamado de Eurovisión para componer?
El año de Operación Triunfo, desde Gestmusic se me animó a presentar una canción. Desde TVE nunca me lo han propuesto. Alguna vez a lo mejor pasará, porque me sigue encantando Eurovisión. Lo que no puede ser es que alguien haga algo para Eurovisión sin sentirse apelado a la idea, porque entonces raro es que lo haga bien.
Ahora parece que hay autores que utilizan Eurovisión para ganar notoriedad.
Eso es un mal terrorífico. Cuando yo traté el tema de Eurovisión en OT, intenté transmitir que es una plataforma para hacer lo que quieras. No hay una “canción eurovisiva”. Eurovisión es lo que tú decidas que ha de ser.
Entonces no consideraste hacer una canción para Eurovisión.
No. Yo me he movido de forma muy naíf por el mundo, haciendo las cosas que me gustan, pero a veces estas cosas se vuelven en tu contra. Yo he decidido no ser partícipe de las grandes estructuras que suponen estar en algo así. Me aportaría hacer algo para Eurovisión si yo tuviera muchas ganas de hacerlo, pero ahora mismo me siento mejor tranquilo. Muchas oportunidades que me han surgido últimamente, las he declinado con un no rotundo para centrarme en La Casa Azul, que ahora es lo que me apetece hacer. Estoy productivo en el estudio y quiero volcarme en el proyecto. Si me pongo a hacer canciones para no se quién, estaría bien pero La Casa Azul volvería a estar arrinconado y no quiero que eso pase otra vez.
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