La Razón [Es]: Guille Milkyway - La Casa Azul: «Me he dejado llevar por la obsesión»
Guille Milkyway - La Casa Azul: «Me he dejado llevar por la obsesión»
El músico y productor encabeza Tomavistas y ultima dos discos tras su paso como profesor de «Operación Triunfo»
Fue una de las incorporaciones que merecieron aplauso en el último «OT». Además de ser un tipo lúcido, Guille Milkyway rebosa talento y naturalidad. Lleva unos años atascado con la publicación de «La gran esfera», su siguiente disco con La Casa Azul, tras el éxito de «La Polinesia meridional».
–Hace demasiado tiempo de ese álbum.
–Cierto. Estoy grabando el siguiente disco pero en realidad estoy con el siguiente del siguiente. Uno después del verano y el otro el año que viene. También estoy haciendo alguna cosita para Fangoria y Kiko Veneno y para una película.
–A ver, ¿dos discos a la vez?
–Es que «La gran esfera» lo he grabado y desechado ya tantas veces... Hace cinco años tomé la decisión de parar de dar conciertos porque nació mi hija y quería trabajar solo en el estudio para estar con ella. Y entonces grababa algo del nuevo disco y lo dejaba estar y, cuando lo retomaba, me horrorizaba lo anterior. Pero había una cosita que me gustaba y por eso no lo tiraba todo. Ha sido un poco cíclico y la verdad es que se ha convertido en pesadilla porque era un proceso sin fin. Así que he decidido recuperar las grabaciones de hace cinco años y mezclarlas con las nuevas, aunque vaya a salir una mezcolanza rara. Podría haber publicado tres discos en este tiempo.
–¿Por qué tanta autocorrección?
–Por una doble razón estilística y técnica. Aunque si no me miento a mí mismo es más bien técnico, porque antes estaba interesado por lo analógico y ahora fascinado por lo digital. Y ahí estaba ese choque de mundos opuestos. Es el problema de dilatar las cosas. Hay que estar seguros de lo que haces, pero sin que te lleve a la obsesión absurda como me ha pasado a mí.
–Suena a la enfermedad de todos los músicos: tratar de plasmar un sonido que solo existe en sus cabezas.
–Mira, he ido aprendiendo que sucede en todos los trabajos. Pregúntale al investigador que está muchos años detrás de algo y cuando cierra su trabajo descubre que hay una vía para seguir. Es un tema de saber contenerte emocionalmente y ser menos exigente de una forma absurda. Resulta altivo pensar que la gente espera algo, cuando la gente no espera nada. Es mejor hacer las cosas y si hay algo que es más flojillo, en el fondo también lo sabes tú, no hace falta que te lo digan. De esa manera, ganas en humildad, pues no te sientes mal porque alguien te haga un crítica.
–Bueno, la gente sí espera un disco suyo hace tiempo.
–Pero la expectativa la ha creado mi propia incapacidad para tirar adelante. Y eso incomoda porque cuanto más tiempo pasa parece que estás detrás de una obra magna y nada más lejos de la realidad. La mejor manera de quitarme fantasmas es sacar el disco y a otra cosa.
–¿La Casa Azul volverá a ser su ocupación principal?
–Sí, porque estamos claramente en el mejor momento como banda. Bueno, para ser realistas, el único bueno que hemos tenido.
–¿Pasar por «OT» le ha ayudado o perjudicado?
–No tienen mucho que ver. El programa lo hice porque me interesaba un entorno de mucha notoriedad y aportar un debate y algo de pedagogía. Creo que es muy sano debatir; por ejemplo, que cuando aparece cualquier nuevo género, ya sea el jazz o el punk, tiene una reacción y luego es apropiado por el mainstream... Me interesaba hacerlo de una manera clara, sin prejuicios, en un entorno inesperado.
–Sus lecciones eran lo mejorcito.
–¿En qué qué momento se da por hecho que una cosa es mejor que otra o que un estilo es deleznable y otro admirable? Poder llevar este debate a mucha gente y hacerlo desde una perspectiva un poco naif es interesante. Me hizo sentir bien.
–De acuerdo, pero el programa era una sucesión de versiones y sus charlas ocupaban un papel marginal en YouTube. Hubo debates sobre el papel de «OT» y la cultura musical.
–Fue un debate tramposo, porque no es más que un concurso. Se puede discutir si la cadena pública hace lo que debe, aunque no «OT». Pero si un niño de 15 años descubre a Bowie porque Amaia canta «Starman», que lo decidió ella, pues eso creo que es poco criticable. No solo se hicieron versiones de temas actuales. Y lo de mi espacio, me interesaba porque quería hacer las clases a mi manera, no pensando el ritmo de la tele. Creo que se consiguió despertar curiosidad de unas cuantas personas y eso que sabía que mucha gente no tenía interés en oírlo. Y eso me llena el doble.
–Generó debates.
–Se formó uno latente sobre el reguetón y el nacimiento de los nuevos géneros que siempre se tiran a la basura cuando se analizan contemporáneamente. En el programa veías a Becky G y luego se cantaba a Bowie. Creo que poner a todas las cosas en el mismo nivel hace mucho bien. La música no se aprende porque salga a un señor señalando lo que es válido y lo que no, por mucho que escriba en un periódico o sea muy experto. Es la forma sana de enfrentarse a la cuestión.
–O sea, que oye reguetón.
–Por supuesto. Yo escucho de todo con interés. Me habría gustado dedicar un espacio en «OT» a la escucha a varios niveles. Por ejemplo, a mí no me gusta casi ninguna canción de Muse, pero puedo disfrutar mucho por la plasticidad de su sonido y la producción que tienen. Y el reguetón como estilo hay que escucharlo porque está teniendo una influencia radical en la música contemporánea y en pocos años todo va a estar impregnado de ese estilo, de los más mainstream a lo más alternativo. Tiene una influencia incontestable.
–Una vez me contó que se fustigaba con la prensa madridista mientras tomaba el café. ¿Se flagela con alguna música?
-(Risas) Me hace gracia, porque no lo recordaba, pero es cierto que lo he hecho. Me pasa con toda la prensa en general, creo que hay que contrastar. En lo musical, me enfrento a todo con curiosidad y con ánimo de disfrutar. Mi hija tiene 9 años y me interesa oír la música a través de ella. Sigo siendo muy niño.
–¿Vio Eurovisión?
–Sí, porque me lo paso muy bien, pero si quieres una opinión trascendente, te diré que en estos últimos 25 años sigue siendo representativo de la música masiva, aunque antes marcaba la tendencia de lo que uno escucharía en las radios y ahora es un «me too» de la radiofórmula ligera. Es una mirada al año pasado.
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