La República Cultural [Es]: La Casa Azul [Crónica Ocho&Medio Club]
Dos días de lleno absoluto para un cantante muy querido en la ciudad
Manuel López – La República Cultural
El frío de la ciudad no pudo impedir que la sala Ocho y medio se llenase para recibir a Guille Milkyway. El cantante, DJ y compositor, que se esconde tras La casa azul, fijó hace ya muchos meses dos fechas como carta de presentación de La gran esfera. Aunque el disco todavía no ha visto la luz, quiso mantener los dos conciertos, probablemente para demostrar que sí estaba trabajando en el CD y que nuevamente sus inseguridades le han obligado a retrasar el lanzamiento.
De hecho, el propio Guille así lo comentó durante el show. Pidió perdón por el retraso del mismo confirmando, una vez más, que su exceso de celo y perfeccionismo le lleva a desechar una y otra vez canciones o arreglos, retrasando el que será su quinto disco tras el genial La polinesia meridional del 2011. Por ello asistimos sin conocer los nuevos temas esperando poder oír algo nuevo y así fue. Apenas cinco canciones que con cierto regusto a La casa azul es verdad que alguna sonó desconocida, extraterrestre, para el sonido tecno-pop efervescente al que nos tenía acostumbrados y que cambió a un sonido más bailable en su último trabajo. Poco podemos decir y supongo que tendremos que escuchar entero el nuevo trabajo para tener una opinión.
Sobre el concierto decir que fue como todos los que vi del grupo: perfecto. Dos horas de show con un listado de más de 30 canciones no lo hace a día de hoy casi nadie y más con el cariño que Guille imprime a cada tema, con su forma de vivirlos y la energía que desprende. Temas de todos y cada uno de los discos que hicieron bailar a una sala totalmente llena y entregada que coreaba las canciones.
El cantante ya no tiene que esconderse tras un falso grupo de adolescentes, pero aun así sigue escondiéndose para arrancar el concierto tras unas grandes gafas oscuras y unos cascos. Aunque, por suerte, poco a poco se va deshaciendo de su timidez y puede tener momentos de excesivo fervor o actuación que contrastan con esa sencillez inicial. Una intensidad que no sólo proyecta él, sino que se ve apoyado en el escenario por seis personas más: un baterista, un guitarrista, un percusionista, dos músicos con instrumentos de viento y una persona más (aparentemente encargada de las proyecciones y de las bases electrónicas).
Un equipo de músicos que permiten llevar las composiciones de Guille a otro nivel y que sólo se permiten rebajar con alguna balada o versión suavizada de sus canciones. Un espectáculo, sin duda, que siempre es un placer ver y así haremos cuando por fin presente ese nuevo disco que nos prometió.
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