Go Mag [sp]: "La Polinesia Meridional" interview
Guille Milkyway es toda una figura en el panorama pop nacional. Ajeno a las modas y a los hypes, él sigue a lo suyo con su pop hipervitaminado cargado de soul, de disco y de reverencias a las tonadas melódicas de los 60 y los 70. Casi cinco años después de su sonada "Revolución sexual" (Elefant, 2007) con parada eurovisiva, Guille vuelve con "La Polinesia meridional", un lugar idílico de playas soleadas e interminables atardeceres donde poder escapar cuando las cosas se pongan feas y no quede otra que cerrar los ojos y saltar o al vacío o a la pista. La Casa Azul tocará los próximos 2 de marzo (Sala Mirror, Valencia), 23 de marzo (ocho y Medio, Madrid), 24 de marzo (Ocho y Medio, Madrid), 31 de marzo (Apolo, Barcelona), 11 de mayo (Teatro Cajagranada, Granada), 12 de mayo (Málaga) y 18 de mayo (Burgos).
LA CASA AZUL
Sensaciones pop
Mucha gente ha calificado "La Polinesia Meridional" de disco de madurez. Aunque no estoy del todo de acuerdo, sí que es cierto que parece que tus inquietudes como letrista se han ampliado. Lo que más llama la atención es que, pese a su portada soleada, éste es posiblemente tu disco más oscuro o más amargo en cuanto a las letras.
Yo tengo la sensación de que, si hay cambios, no son tanto en la forma de usar las temáticas como en mi momento vital, que es algo que no tiene nada que ver con la madurez. Parece que hablar de enamoramiento es igual a ser inmaduro y que hablar de política y ansiedad es igual a ser madura. Para nada creo que "Tan simple como el amor" sea un disco más inmaduro que éste. Parece que en cuanto un artista saca más de dos o tres discos o pasa de cierta edad, ya le buscan el "disco de madurez". Eso es una tontería. Hay que separar al artífice de la obra artística que produce. Volviendo a lo que comentábamos, lo que sí que hay aquí es un esfuerzo consciente en la escritura y en la forma de abordar los asuntos: he releído mucho y he rehecho letras.
Y sin embargo, por muy tristes o nostálgicas que puedan ser algunas de tus canciones, nunca son baladas en el término estricto de la palabra, siempre van más aceleradas. ¿Tiene esto algo que ver con algo que leí en una entrevista de que tu pulso cardíaco va más acelerado de lo normal?
Un día, hablando con un amigo, reflexionó que la música japonesa era, de por sí, más acelerada que la anglosajona. Pues a mí me pasa lo mismo. Y no me doy cuenta hasta que comparo un tema mío con otro de otra persona: creo que he hecho un medio tiempo y es una cosa súper acelerada. Es algo inherente a mí. Pero en "La Polinesia meridional" he hecho un esfuerzo consciente para relajar el tempo. Por ejemplo, el tema "La fiesta universal", está a 115 bpms, como un tema disco tranquilo.
¿Crees que música escapista como la tuya en "La Polinesia Meridional" es más necesaria que nunca en los tiempos que corren?
Para mí, sí. El escapismo es un concepto que he ido tratando desde el incio de La Casa Azul, ya desde el mismo origen de crear un grupo de fantasía. En cuanto a este disco en concreto, ha sido muy adelante en suc reación cuando he sido consciente realmente de lo escapista que era. Me gustaría quitarle el halo negativo al escapismo.
Tengo entendido que a la hora de producir y "arreglar", tiendes al exceso, y de hecho tu música tiene ese punto grandilocuente. ¿En qué momento dices basta?
Soy muy incontinente y, en cierta medida, el exceso y el barroquismo forman parte de La Casa Azul, pero en los últimos cinco años he modulado este tema. Al principio, componía añadiendo sin parar capas y más capas, pero hace un tiempo decidí que ése no era el enfoque adecuado. La mejor forma es visualizar la canción antes de hacerla, así las decisiones son previas y no hay que tomar tantas decisiones angustiantes y aleatorias posteriormente. Tiene más sentido todo y es más satisfactorio.
Durante toda tu carrera y todas tus letras siempre ha resaltado la importancia del pop...
La actitud pop ha sido muy necesaria en mi vida: la asocio con las ganas de levantarte. Lo veo como una actitud vital, una forma de ser desprejuiciada. Pero me desmarco del dogmatismo. He sido muy crítico con el rockismo y creo que ahora también ha pasado un poco lo mismo con el pop.
Hace poco hablaba con Álex Díez (Cooper) y comentábamos que la imagen del pop en España estaba bastante deteriorada...
Álex es un buen ejemplo de rechazo a la actitud rockista que comentábamos antes. Sí, es cierto lo de la mala imagen del pop, pero también pasaba antes. Lo que pasa es que lo que hoy se entiende como pop, sería lo que en los 60 habría sido el bubblegum. La gente a la que no le interesa nada la música sí que te mira mal cuando dices que haces pop, pero es porque no tienen ni idea de que existen otros tipos de pop.
¿En qué momento y por qué decidiste prescindir de tus androides? Yo he ido siguiendo de cerca tu carrera y, sin embargo, no me he dado cuenta del momento exacto en que dejaron de aparecer.
Si no te has dado cuenta, mejor, porque eso significa que tampoco eran tan importantes. Yo es que nunca le he dado mucha importancia a la presentación estética. Primero era yo, luego unos dibujos, luego personas de carne y hueso, luego androides y luego... luego, ahora. La fantasía es parte del ADN de La Casa Azul.
Y estos cambios últimos, ¿tienen algo que ver con haberte ido despojando de tu timidez?
Bueno, al principio es verdad que el grupo de fantasía me daba libertad para no hablar de mí mismo, para no ser la imagen ni el protagonista. Pero cuando empezá a ser una carga y tenía que justificarlo constantemente, decidí cambiarlo y darle otro enfoque al asunto.
He escuchado que intentas no leer lo que dice la prensa de ti. ¿Te afecta mucho lo que se dice?
Sí, no lo sé gestionar, me afecta. Por eso me intento mantener al margen de lo que dicen los medios. Para saber si mi música está gustando, prefiero fijarme en la gente de mi alrededor. No sé, supongo que es el miedo a decepcionar...
Teniendo en cuenta esto, ¿cómo ha sido el camino de ser al principio un artista muy de culto, muy reducido, a presentarse a las galas previas a Eurovisión y ganar un Goya? ¿Cómo has vivido ese ascenso hasta el gran público?
Por un lado, aparte de que, casualmente casi, independientemente de lo que hago, haya en mi carrera destellos de más visibilidad, son algo que he querido tratar con mucha precaución. Tú puedes explotar lo del Goya o puedes elegir no hacerlo. A mí me interesa el público real, aquél que elige La Casa Azul por voluntad propia, no por bombardeo ni por imposición: no que me siga mucha gente, sino que a esa gente le intereses de verdad. En cualquier caso, con estas cosas siempre intento dejar que las aguas vuelvan a su cauce y no estar en el foco mediático, porque no me siento demasiado cómodo. A Eurovisión me presenté porque me gusta Eurovisión, y como soy un poco naïf, pues pensé: "¿Por qué no?". Y sin comerlo ni beberlo, me vi metido en esa vorágine, totalmente desubicado. Es un entorno muy agresivo, muy mediático, muy ajeno, realmente. Dentro de ese circo, acaba perdiendo sentido el motivo por el que lo haces. Me afectó incluso a la salud...
¿En serio?
Sí, sí. Es muy estresante. El mismo día de la gala de la tele estaba a 39'5º. Acabas pensando: "¡Pero si yo sólo quería salir aquí y cantar una canción!".
La Casa Azul tocará los próximos 2 de marzo (Sala Mirror, Valencia), 23 de marzo (ocho y Medio, Madrid), 24 de marzo (Ocho y Medio, Madrid), 31 de marzo (Apolo, Barcelona), 11 de mayo (Teatro Cajagranada, Granada), 12 de mayo (Málaga) y 18 de Málaga (Burgos).
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