La Casa Azul
Entrevista "La revoluci?n sexual"
La casa azul
Música para hormonas tristes
Afirma Guille Milkyway que no ha nacido para escribir buenas letras. Pensemos que es sólo falsa modestia y dejémonos fascinar por las nuevas historias de La Casa Azul, en donde los cinco chicos que las protagonizan han descubierto su verdadera personalidad (androides al servicio del productor barcelonés) y el señor Milkyway ha comenzado una verdadera Revolución sexual en la que los subidones de hormonas prefieren estar acompañados de melodías agridulces antes que de música de fanfarria. Si esto es lo que la gente mayor dice que significa madurar, adiós al optimismo juvenil, bienvenida sea la edad adulta.
Entrevista: Sandra F. Molina
SHANGAY EXPRESS: La revolución sexual es el primer álbum que realizas como músico a tiempo completo. ¿Piensas que has ganado o perdido mucho con este salto a lo profesional?
GUILLE MILKYWAY: Después de que haya pasado un año desde que tomé la decisión, me he dado cuenta de que he ganado casi todo y no he perdido casi nada, porque, en realidad, vivir de lo que a uno realmente le gusta hacer es lo que querríamos todos, ¿no? Sin embargo, sí que noto que se pierde un poco la idea esa de tener la música como tu rincón de pura felicidad. Ahora, al estar continuamente componiendo, pues a lo mejor esos momentos que dedico a mis propios temas no son tan excelsos como antes. No me quejo; al revés, estoy muy feliz porque siento que me he descargado de muchas cosas, que me he liberado.
S.E: Entonces, ¿te ha costado más sacar adelante este álbum que el resto de la discografía de La Casa Azul?
G.M: No, no me ha costado nada. Aunque pueda sonar un poco prepotente decir esto, soy una persona para la que la idea de la bohemia española soñadora de hace años no tiene ninguna validez. Considero que se tiene que ser disciplinado en cualquier trabajo, porque es la única manera de conseguir hacer cosas creativas y que, además, te gusten; si no, es muy complicado. Y sí, hago mucha música por encargo en estos momentos, pero la inspiración más fuerte y las ideas que más me gustan me las guardo para mis propios momentos [risas].
S.E: Esa inspiración de la que hablas es bastante setentera ahora, ¿no?
G.M: Puede ser… Lo que tenía claro es que las referencias para las canciones más bailables del disco iban a ser de los años setenta, no como en los trabajos anteriores. Principalmente, porque creo que esa época es la que mejor representa lo que me gusta en cuanto a música y, si este disco tiene una virtud, es que me define muy bien, mucho mejor que los otros. Ahora no soy nada tecnopopero y sí muy discotequero.
S.E: Todo el mundo se pregunta si tienes miedo a la denuncia por plagio del Ritmo de la noche por el comienzo de La revolución sexual…
G.M: No, no temo al plagio porque realmente no he sacado el sample de esa canción, aunque todo el mundo lo haya pensado [risas]. Sí, el comienzo de este tema es un plagio, pero no de esa canción, sino de una de Bebu Silvetti llamada Spring Rain, que fue un hitazo en los setenta. Simplemente he cambiado el tono de la melodía y ha resultado que a todo el mundo le recuerda a otra canción, y es lo mejor que me podía haber pasado. Resulta divertido que uno haga las cosas pensando en algo muy concreto y luego resulte que a la gente le suene a otra cosa.
S.E: ¿Te ves a ti mismo como una biblioteca musical andante?
G.M: No, qué va [risas]. Ni me considero un erudito de la música y, sinceramente, me importa tres pitos si alguien me puede ver así. Cada vez que leo una crítica, la reseña de un concierto o cualquier artículo de una revista musical en donde se expresa una opinión, procuro no darle importancia, porque tengo muy claro que es sólo un comentario. La música y nuestros gustos respecto a ella es una de las cosas más íntimas y personales que tenemos, así que debemos relativizar todo lo que se diga sobre ella.
S.E: Ahora, los chicos que dan la cara en La Casa Azul se han convertido en una especie de androides sacados de La guerra de las galaxias. ¿Te sientes un Darth Vader de la producción?
G.M: Algo así. Los chicos siempre fueron androides, lo que pasa es que ahora se muestran tal y como son. Quienes hayan seguido a La Casa Azul se habrán dado cuenta de que es la primera vez que salgo en una foto de promoción, y es que este disco ha sido una liberación para mí en todos los sentidos. La canción La revolución sexual habla un poco de eso: de liberarse de las cosas que te atan, sean tonterías que puedes tener encima de timidez o introversión, por estar trabajando en cosas que no te interesan...
S.E: ¿Por qué, a pesar de esos momentos erótico-festivos del disco, el amor no está ya tan presente?
G.M: Tampoco ha sido algo premeditado. A mí me gusta muchísimo hacer letras, pero reconozco que no es mi punto fuerte. No sé explicar historias, no tengo gracia contándolas, así que sólo hablo de las cosas que me suceden, de las sensaciones que tengo… y está muy claro que este disco habla mucho de la época que viví el año pasado, mientras lo escribía. El 2006 fue un año complicado, de bajón, de introspección, de ansiedad continua. Se centra en esos sentimientos que tuve, y está claro que no habla del amor porque fue un momento de mi vida en que me importaban más otras cosas, cosas que creía que eran más vitales para mí.
S.E: ¿De ahí la continua insatisfacción que respira ahora tu música?
G.M: Sí, hay un poco de eso. Creo que existe algo muy representativo de La Casa Azul: contraponer sentimientos. Así, por ejemplo, la megadepresión está muy cerca del ultrasubidón, aunque luego me guste buscar el equilibrio entre ambas cosas (sobre todo, porque no soy de esos a quienes les gusta retorcerse en la desgracia ni regodearse en la felicidad). Siempre he utilizado la música como un sedante, como un remedio para pensar que dentro de un tiempo las cosas van a estar mejor. Por eso, al ser un poco épico todo esto que te cuento y mezclarlo con la música que hago, da la sensación de ser algo radical.
S.E: Para muchos, El momento más feliz es la mejor canción que has escrito en toda tu carrera. ¿Estás de acuerdo con esa afirmación?
G.M: No creo en las listas, así que me costaría mucho decir cuál ha sido mi mejor canción hasta la fecha. Sin embargo, sí es verdad que esa canción es una de mis favoritas, y no puedo negar que me hace mucha ilusión que haya gente que piense lo mismo. Fue un tema complicado de sacar adelante, pero es la gran historia que explica este disco: qué terrible es darse cuenta de que la felicidad no existe en realidad.
S.E: Ahora también te podemos escuchar en Gominolas, donde has compuesto la sintonía y algunos de los temas que cantan los protagonistas. ¿Qué cuerpo se te queda cuando Fernando Tejero canta una canción compuesta por ti?
G.M: Hombre, tengo que vivir de algo, y hacer música para televisión y publicidad es uno de esos “algos”. Claro que resulta curioso que un famoso cante una canción tuya pero, sobre todo, porque yo la veía de una manera en mi cabeza y la tuve que adaptar a alguien que no se dedica a esto. De todas formas, ha estado muy bien el experimento de que Arturo Valls, Fernando Tejero, Kira Miró y Gorka Lasaosa cantasen la canción. Son como Woody Allen, no sabes si están actuando o si son así en realidad.
S.E: ¿Realmente crees que a La Casa Azul le pega la etiqueta de grupo de culto?
G.M: No lo sé. Para mí es muy gratificante oír cosas así, porque soy una persona insegura y siempre he funcionado mucho con la necesidad del elogio para estar seguro del trabajo que hago. Es demasiado decir que La Casa Azul es un grupo de culto, pero me da una enorme satisfacción personal conectar con la gente de esa forma. De todas formas, siempre he odiado a los que iban de guay, así que no es algo que quiera comenzar a hacer yo a estas alturas.
*** El disco La revolucion sexual de La Casa Azul esta editado por ELEFANT. La Casa Azul actúa el 15 de diciembre en Barcelona (Sala Apolo).
Guille Milkyway: El ídolo y sus ídolos
Hacía tiempo que el personal indie no esperaba con tantas ansias un disco como esta Revolución sexual. Y es que, desde que en 1999 el productor barcelonés Guille Milkyway encontrara en los cinco integrantes de La Casa Azul a los intérpretes perfectos para sus soleadas melodías, su fama no ha hecho más crecer. Desde entonces, los fans no han parado de aumentar y, sobre todo, la atención que Guille despierta entre ellos. ¿Será gay? ¿No será gay? ¿Tendrá novio? ¿Novia? ¿Será tan mono recién levantado? Preguntas que se hacen ellos y ellas, y que a Guille le parecen argumento de película de ciencia ficción. “¿Me dices en serio que hay chicos a los que les gusto? Me imagino que será mentira pero, por otro lado, si hay algo de cierto es muy gratificante. Te sientes como cuando, antiguamente, te decían un piropo por la calle y te ponías colorado. Yo agradezco estos comentarios, pero me sobrepasan, no soy capaz de asimilarlos”. Qué raro que alguien que en sus canciones nombra a mujeres como Dusty Springfield, Yma Sumac, Blossom Dearie o Karen Carpenter (“Me fascinan las voces femeninas de antaño”) no resulte ni nada divo ni mitómano. “No lo soy porque siempre he entendido la mitomanía como estar tremendamente fascinado con alguien, y yo no consigo estarlo. Al revés, tiendo a relativizar esa clase de cosas: soy un fan acérrimo de Brian Wilson, pero soy consciente de sus malos trabajos y de sus errores. No ensalzo así como así, a la primera”. Nosotros a ti, sí.
La Casa Azul [Shangay]
foto: Archivo Elefant
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