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06/11/2007

Entrevista "La revoluci?n sexual"



Preparado para la revolución
Pasando casi inadvertido para el gran público, Guille Milkyway ha conseguido labrarse uno de los currículums más alabados de la música independiente de nuestro país. Compositor, productor e intérprete, además de estar detrás de La Casa Azul, su proyecto musical más admirado, de su cabeza salió una de las sintonías más tarareadas de 2006: Amo a Laura. Dejando de lado ese hit veraniego, Milkyway regresa con el nuevo disco del grupo, La revolución sexual, con la pretensión de animar el panorama musical con su chispeante sonido. Por Jose Luis Díez Garde.

GQ.com - Desde 2003 no habías vuelto a presentar un álbum nuevo de La Casa Azul. Había ya muchas ganas, ¿no?
Guille Milkyway - Parece que sí. Todos los grupos tenemos nuestros fans que siempre están deseando que se saque algo nuevo, pero sí que es verdad que este disco se ha hecho esperara más de lo deseado.

GQ.com - ¿Qué encontramos de nuevo?
GM - Sigue siendo un disco muy de La Casa Azul. A nivel musical, las canciones son muy artificiales y niponas, al estilo del grupo, quizás un poco más exgeradas e histriónicas. En cuanto a la temática, sí se da un paso más, pero no porque se haya buscado, sino porque cuando compongo hablo de lo que me pasa en ese momento, y este disco, en ese sentido, es más personal.

GQ.com - Se van a editar en tres versiones, una de ellas en vinilo.
GM - Para mí, que soy coleccionista de discos, es el formato con el que me siento más identificado. Además, tiene algo de futurista y una plasticidad que se une muy bien con la idea de La Casa Azul.

GQ.com - En el disco incluyes frases en japonés. ¿Tanto supone Japón para La Casa Azul?
GM - El mundo la música se divide entre lo que hace Japón y el resto. Es una gente que carece de prejuicios musicales, eso hace que su aproximación a este mundo sea diferente al resto. Hay casos como los YMCK en que, artistas que provienen del jazz y tocan instrumentos electrónicos, congregan en sus conciertos desde puristas del jazz hasta ultra-fashions de Shibuya. Además, cuando fuimos a tocar allí nos dimos cuenta que teníamos muchísimos fans, gente que entiende el proyecto, y eso es muy gratificante.

"Para mí es como un medicamento"
GQ.com ¿Qué inspira La revolución sexual?
GM - Es la búsqueda de un elemento de liberación. Cuando estaba grabando el disco en mi casa-estudio, en el salón estaba, con una portada preciosa, el libro La revolución sexual de Wilhelm Reich. Me lo iba leyendo y me veía reflejado en esa historia. Después de la revolución obrera y la cultural, que no han funcionado, falta otra revolución, que puede ser la sexual u otra, para que la gente sea feliz. Es muy fuerte que hoy en día la gente sigua siendo infeliz.

GQ.com - ¿Para eso está La Casa Azul?
GM - Bueno, puede ser. Para mí es como un medicamento.

GQ.com - ¿Cuánto hay de Guille Milkyway en La Casa Azul y de La Casa Azul en Guille Milkyway?
GM - Durante mucho tiempo ha sido mi gran proyecto personal. Me volcaba en él y ahí proyectaba mi estado anímico. Hoy en día tengo más proyectos, lo que le ha venido muy bien al grupo para que adquiriera su personalidad propia. Este nuevo disco es un ejemplo de ello: más plasticidad, más artificial.

"... no necesito tanto mundo feliz para entender que puedo serlo."
GQ.com - ¿Cómo surge la idea del grupo?
GM - Siempre he sido fan de los grupos inventados que surgieron a finales de los 60. Eran discos muy fantasiosos, escapismo en estado puro. La historia del pop se basa en buscar temas de refugio. Los Beatles tienen la canción There’s a place que habla de eso, de apartarte de la realidad porque es insoportable. La Casa Azul pretende ser eso pero en forma de grupo, algo que te permita huir y al que puedas acceder cuando te quieras refugiar.

GQ.com  - Después de ocho años planteando el grupo con sus componentes, ahora nos descubres que son androides. ¿Por qué?
GM - Es una liberación. El hecho de descubrir que no existen, de presentarles como son, es importante. Indica que se ha entendido el sentido del proyecto; no necesito tanto mundo feliz para entender que puedo serlo.

GQ.com - ¿Cómo van a ser los directos?
GM - Me planteé buscar una banda para este nuevo disco, pero al final me di cuenta que no era necesario. La idea es ir más allá en el sentido audiovisual. Además, lo más importante es el público. Hay una conexión fantástica; todo el mundo entiende que es un momento para escapar, evadirse y disfrutar. Eso me tranquiliza y me hace sentir bien.

GQ.com - ¿Te conocemos a partir de las letras?
GM - Sí, y más en este disco. No es por afán exhibicionista, sino porque no sé escribir historias. Yo hablo de lo que me pasa cada día y de lo que siento. Hay elementos muy personales que salen a la luz en este trabajo. Un tema muy presente, por ejemplo, es la hipocondría. Pero en el fondo, da igual el tema en concreto, la idea que flota es que el mundo tiene cosas que no te permiten ver la realidad de forma transparente.

GQ.com - Entre compositor, productor, intérprete y programador de androides… ¿Con qué te quedas?
GM - Yo me siento muy a gusto como compositor y productor. No sé si lo hago mejor o peor, pero es lo que más me gusta.

GQ.com - ¿Cómo son los fans de La Casa Azul?
GM - Estoy muy feliz porque a lo largo de los años me he dado cuenta de que son muy parecidos a mí en la forma de entender la música: sin prejuicios a la hora de escuchar cosas nuevas, que entiende que tu propones un universo escapista y que obvian a los puristas. Comprobar que tu forma de ver la vida es compartida por mucha gente es fantástico y tranquilizador. La posición contra el mundo es muy gratificante para componer canciones, pero el darte cuenta que esa posición es falsa es guay.





La Casa Azul [GQ]
foto: Archivo Elefant

 


 

 

 

 

 

 

 

 

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