La Casa Azul
El País [Es]: Reportaje Discográficas Independientes
Respeto al artista y trato familiar: así funcionan las discográficas independientes en España
En las últimas décadas, estos sellos han sido los pioneros en dinamizar la escena musical española. Y siguen fieles a su filosofía de anteponer la libertad creativa y descubrir nuevos sonidos.
ANA FERNÁNDEZ ABAD | 29 SEP 2019 16:00
Elefant, el sello que ha marcado el sonido del pop independiente español de las últimas tres décadas, nació en la localidad minera de Bembibre (León). Todo empezó con el fanzine que Luis Calvo, su fundador junto a Montse Santalla, editaba cuando iba al instituto en una época en la que los vinilos se compraban por correspondencia y el correo no era electrónico, sino postal. «Si descubría un grupo que me gustaba sentía la necesidad de compartirlo», recuerda Calvo. Siguiendo esa máxima impulsó una nueva escena musical: en 1995 fue uno de los creadores de Benicassim, pionero de los festivales indies, y su programa de radio, Viaje a los sueños polares, descubrió nuevos nombres al gran público de 1993 a 2006, primero en Cadena 100 y luego en Los 40.
El primer disco de Elefant fue un single de la banda británica Home and Abroad. Ahora suman más de 500 referencias, con hitos como Un soplo en el corazón, el único álbum de Family, o los últimos trabajos de Carlos Berlanga y Vainica Doble. Los Flechazos, Le Mans, Juniper Moon, Putochinomaricón, Nosoträsh o Tronco y bandas extranjeras, de Camera Obscura a The Primitives, figuran en su catálogo y conforman lo que hasta en Japón –donde son un sello de culto– se llama sonido Elefant: pop para hacer bailar, soñar, sentir, amar, reír y llorar, como lo describe Calvo.
«Cada compañía independiente tiene maneras de pensar y trabajar muy diferentes. Nosotros partimos de la premisa del respeto al artista y trabajamos de una manera muy familiar, de amigos, con un concepto de independiente que para mí es hacer las cosas por amor, sin una pretensión económica o de que vayan a triunfar detrás», subraya Calvo. Guille Milkyway, de La Casa Azul, lo corrobora: «Cuando fue factible poder ir a Eurovisión [con el tema La revolución sexual, en 2008] en las caras de Montse y Luis veía pánico. En otro sello hubieras visto sonrisas de ‘esto nos va a salir bien, vamos a ganar dinero’. Con ellos yo he hecho lo que me ha dado la gana, a mi manera. Nunca me he sentido tentado de irme a una gran multi». Ana Fernández-Villaverde, La Bien Querida, recalca la importancia de la confianza: «Luis es una persona de la que te puedes fiar. En este mundo oyes cosas feas que les pasan a otros con sus compañías, pero aquí se portan muy bien con sus artistas».
Precisamente la fidelidad es la gran baza de las discográficas independientes en España. El informe Wintel 2018, elaborado por la asociación de referencia internacional Worldwide Independent Network (WIN), coloca el mercado local a la cabeza de las renovaciones de contratos, con un 97% (la media global es del 77%). Milkyway llegó a Elefant hace 20 años a través de Juan de Pablos, de Flor de Pasión (Radio 3); La Bien Querida publicó hace una década su primer disco, Romancero, y en octubre lanza Brujería… «Lo guay es que somos fans mutuos todos», apunta Milkyway. Olaya Pedrayes, de Axolotes Mexicanos con su hermano Juan, coincide: «Siempre nos gustaron los grupos de Elefant. En las multinacionales opina mucha gente, es más complicado trabajar. Si te gusta un grupo y lo fichas no tienes por qué estar cambiándole todo».
Alison Wenham, CEO de WIN, asegura que, después de los grandes cambios vividos por la industria, el sector discográfico independiente vive su gran momento, con «un aumento de poder, autoridad e influencia». Acapara un 39,9% de la cuota de mercado global, pero España está a la cola de la estadística (15,6%). Aun así, según los últimos datos publicados por Unión Fonográfica Independiente (UFI), en 2016 los sellos independientes nacionales facturaron 50,38 millones de euros, y son empresas estables, con una antigüedad media de 15 años.
Algunos surgieron en los noventa, como Jabalina, y otros en los primeros años del 2000, como Limbo Starr; a veces los impulsan músicos, desde Los Planetas (El Ejército Rojo) a Nacho Vegas (Marxophone)… Y la mayoría ha diversificado sus áreas de trabajo, abarcando promoción, management y eventos, como Intromúsica, donde desarrollan la carrera de Tulsa, Dorian, Confeti de Odio, Rusos Blancos o Fernando Alfaro y promueven fiestas como Ochoymedio o Pop&Dance.
Subterfuge, en plena celebración de su 30 aniversario este 2019, empezó como fanzine para «reflejar la cultura que no aparecía en los medios de comunicación» en ese momento, dice su fundador, Carlos Galán. Bebían de la estética del cómic, el ilustrador Miguel Ángel Martín creó el diablo que aún hoy es su imagen. Desde sus oficinas en el centro de Madrid, primero en Malasaña y luego en Chueca, marcaron el sonido del indie rock español con letras en inglés de los noventa, con grupos del Xixón Sound como Australian Blonde, Eliminator Jr o Manta Ray, y en 1997 lanzaron el que a día de hoy sigue siendo el disco independiente español que más se ha vendido (más de 800.000 copias): Devil came to me, de Dover.
«Tenemos dos éxitos: uno es haber editado a Dover y otro haber sobrevivido a su éxito», enfatiza Galán. Para una compañía pequeña, enfrentarse a esa avalancha fue un desafío: «Éramos tres personas y un gato en un cuarto piso sin ascensor y de repente fue brutal llegar a esas cifras», evoca el empresario. Su socia, Gema del Valle, añade: «Fue historia de la música en España, y esos éxitos o te arrasan porque te endiosas o sobrevives a ellos y continúas». Sus grupos estrella pasaron a majors, y la vida siguió. «En ese momento las multinacionales eran más agresivas, llegaban con los talonarios. Dover y Australian Blonde se cambiaron, fue como dejar una relación personal. Pero con la perspectiva que da el paso del tiempo ves que fue para bien y benefició a las partes», reflexiona Galán. En Subterfuge buscaron nuevos sonidos. «Nunca nos ha condicionado que algo vaya bien para repetir lo mismo. Justo después editamos a Los Fresones Rebeldes, no intentamos copiar éxitos», dice Del Valle. Han sacado discos de formaciones tan dispares como L Kan, Corizonas, Marlango, Fangoria, Carlos Jean, Ellos, Cola Jet Set o Meneo. «Apoyan ideas distintas, son historia del indie pero están abiertos a lo nuevo», señala Gabriela Casero, MOW, una de sus últimas apuestas, que mezcla pop y sonidos electrónicos.
A las discográficas independientes llegan cada día maquetas de nuevos artistas. Antes en casete, ahora con enlaces a SoundCloud, YouTube o Bandcamp. Subterfuge descubrió a MOW en MySpace, y también a Anni B Sweet, el proyecto de la malagueña Ana Fabiola López. En 2009 grabó su primer álbum y en mayo lanzó el cuarto, Universo por estrenar, donde se ha pasado a las letras en español. «El cambio más gordo en el mercado de la música ocurrió antes de que yo llegara a él, cuando hubo una crisis por los formatos digitales. Ahora están evolucionando las formas de presentarte; mucha gente prefiere sacar singles en vez de un elepé, pero yo sigo necesitando crear conceptos de principio a fin», señala. Para ella, «Subterfuge es historia del indie», una visión que comparte su compañero de sello Jess Fabric, guitarrista de Viva Suecia: «Han estado 30 años aportando bandas y siendo una referencia cultural de la industria de la música en general. Nos gusta estar en un sello así porque tratas con una familia». Este cuarteto rockero se formó en Murcia en 2013; ahora agota entradas en sus conciertos y es uno de los nombres recurrentes en los festivales. Su cantante, Rafa Val, afirma que el mercado tiene nuevas normas, prima lo ecléctico: «Con la globalización y el streaming hoy es fácil acceder a todo tipo de música y la gente escucha de todo. Es importante que sea así y que se vea reflejado en las programaciones».
Por eso las compañías ajustan sus catálogos a esta realidad. Marcos Collantes creó Mushroom Pillow en 2001, cuando mandaba el rock alternativo. Ese mismo año editó Not what you had thought, el álbum que convirtió a Deluxe, el proyecto del gallego Xoel López, en un fenómeno. Luego llegaron La Habitación Roja, The Sunday Drivers o Sr. Chinarro. De las guitarras, el sonido de Mushroom Pillow está derivando en otro más electrónico y urbano, con fichajes como Najwa Nimri, que en su nuevo trabajo colabora con El Guincho. «En los últimos tiempos hemos dejado de trabajar con grupos con los que llevábamos 13 años. Buscamos otros lenguajes, aunque en la parte más alternativa siguen Los Punsetes o Triángulo de Amor Bizarro», explica Collantes.
Para él resulta prioritario que sus artistas lleguen a grandes audiencias. Así se popularizaron temas del dúo Reyko, que puso música a un anuncio de El Corte Inglés, o el colectivo de djs barcelonés Yall, que convirtió Hundred miles en un hit gracias a una campaña de Desigual. «Trabajar con marcas te ayuda a emprender nuevos proyectos creativos», apunta Joan Sala, uno de sus miembros. La cantante de jazz madrileña Cecilia Krull recurrió a Mushroom Pillow cuando Antena 3 acababa de estrenar La casa de papel y llegaban cada día emails interesándose por My life is going on, su tema para la banda sonora. «El fenómeno iba a explotar y quería un sello que me apoyara y me motivara», cuenta. Así ha llegado a ser número uno en Francia y disco de oro en Italia. El productor y dj Gavin Moss, su cómplice en esa canción, piensa que el apoyo entre grupos es fundamental: «Las colaboraciones son muy importantes, el bien para ti será el bien para tus compañeros».
En un escenario global y donde los consumidores no dejan de descubrir nuevos sonidos, «el sector independiente será próspero si produce música emocionante y diversa», advierte el informe de WIN. Pero han de permanecer siempre fieles a su esencia, sostiene Collantes: «Cuando empezó el sello queríamos que nuestros grupos, que salían del underground, sonasen en radios comerciales, llenasen salas y tuviesen vida internacional. Y esos tres objetivos no han cambiado».
Opinión: La llama creativa, por Marc Gili
Los sellos de música independiente nacieron a partir de la necesidad de salvaguardar la libertad creativa por encima de criterios comerciales o mercadotécnicos. La explosión del punk en los años setenta y de la new wave y la música electrónica en los años ochenta no habría sido posible sin ellos. Bandas como REM o Nirvana tuvieron sus primeras aventuras discográficas en sellos independientes, y en España la independencia ha sido clave desde principios de los años noventa. En un país como el nuestro, cuyas teles y radios están copadas por productos musicales prefabricados, los sellos indies fueron clave para que bandas como Vetusta Morla, Love of Lesbian, Dorian y muchísimos artistas más pudiésemos desarrollar una carrera musical con libertad creativa.
A través de las giras internacionales de Dorian he tenido ocasión de descubrir diversas escenas independientes, y puedo decir que España cuenta con uno de los tejidos más sólidos del mundo en lo que se refiere a festivales, salas de conciertos, clubes y prensa musical. El trap expresado en lengua española tiene en nuestro país uno de los epicentros y puntos de referencia de toda Iberoamérica, mientras que la escena indie ha exportado en los últimos años numerosos artistas que, de forma valiente y sin apenas ayudas económicas, han contribuido a popularizar la escena nacional entre audiencias fieles y selectas de América Latina y Europa. Hoy podemos decir bien alto que la llama de la independencia sigue ardiendo con fuerza. Lo hará mientras haya, al otro lado, un público curioso dispuesto a mirar (y escuchar) más allá de lo que le ponen enfrente.
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