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26/03/2019

Europa press [Es]: La Casa Azul: "En la pista de baile se comparten más penurias que euforias"



La Casa Azul: "En la pista de baile se comparten más penurias que euforias"

MADRID, 23 (EUROPA PRESS)

Ocho años han tenido que pasar hasta que Guille Milkyway (Guillem Vilella Falgueras, Barcelona, 1974) ha podido terminar al fin un nuevo álbum de La Casa Azul. "Ha sido una especie de carga en la espalda en los últimos años, por infortunios varios en mi vida. Cada vez que lo retomaba era dificultoso", confiesa a Europa Press el barcelonés, liberado ahora que ya está en la calle La Gran Esfera (Elefant Records).

A sus propias vicisitudes vitales hay que añadir una actividad intensa que le llevó a participar en Operación Triunfo, remezclar a Camilo Sesto, reimaginar a Nino Bravo o producir a Fangoria. Ante semejante agenda, no resulta del todo extraño -un poco, quizás- que Podría ser peor, el primer single del álbum, viera la luz en octubre de 2016.

 

"Querer tocar muchos palos se ha comido un poco al álbum. Lo hice por curiosidad. Es como entrar en unos grandes almacenes y terminar comprando otras cosas que en principio no pensabas", bromea Guille, quien además lamenta que durante este tiempo de espera se haya creado "una especie de burbuja absurda de expectativas falsas". "Me he tomado mi tiempo, claro, y hay un punto de autoexigencia, pero no es exactamente eso", explica.

Sea como fuere, desde este 22 de marzo ya está entre nosotros La Gran Esfera, un disco con el que el músico no pretende "llegar a una conclusión o solución, sino narrar una caída, una debacle existencial que en realidad es muy habitual, ya que tendemos a proyectar nuestra idea de la vida y es difícil que cuadre".

   

Así, narra Guille de manera "costumbrista, como hablando con un amigo en un bar" lo que ha pasado en su vida en este período. Y apostilla al respecto: "Muchas de estas canciones están compuestas o grabadas hace unos años y, en esta última etapa del disco, mi vida también ha visto un poco de luz al final del túnel, y por eso algunas canciones han remontado también. Ahora creo que puede haber una solución al final de todo".

Concede, asimismo, que musicalmente este es un disco de "transición con contrastes inevitables", al tiempo que plantea que La Casa Azul siempre ha tenido ese "punto de mezclar muchas cosas en la coctelera". "En nuestro caso no llama la atención porque siempre hemos tenido ese caos estilístico. Y parece frenético porque todas las canciones explotan al final, todas tienden arriba y van de un lado a otro. Pero no es una cuestión de beats, en eso está en general más bajo todo", remarca.

CONTRASTE ENTRE BAILE Y PESIMISMO

El contraste más destacado del álbum es el de una música que tiende a la festividad con unas letras atoradas en el pesimismo. "Desde pequeño tengo esa imagen del romanticismo de la hecatombe, que resulta en última instancia fascinante en su forma de destrucción total, como quien iría al fuego", admite entre risas Guille.

Y aún profundiza en su planteamiento: "Quise exagerar un poco el punto de la pista de baile como el lugar donde se ponen en común las penurias. Toda mi vida lo he visto así, desde que entré por primera vez a una discoteca con quince años. Lo sigo percibiendo. Ahí había y hay algo que es muy atrayente".

"Incluso puedes estar en la pista de baile solo y no vas a llamar la atención si no quieres, nadie te va a decir nada y puedes incluso compartir tu soledad a través del baile en un lugar donde eres anónimo, no te tienes que justificar ni te piden explicaciones", prosigue Guille, quien reitera que eso le parece "muy romántico y atrayente".

Tras lanzar estas ideas, remata con certeza: "La pista de baile es para celebrar, pero hay un juego. En la pista de baile se comparten más tristezas y penurias que euforias. La tristeza es un pilar de la pista de baile. Incluso musicalmente, la historia de la música de baile no siempre es euforia".

 

"En el EDM había algo que no funcionaba, sabía que como movimiento iba a durar poco porque es únicamente la plasmación de la euforia. Eso está genial pero no es la realidad. Te desahogas pero en la pista de baile no buscas solo desahogarte. El italodisco de los ochenta tenía ese punto de decadencia romántica. La música disco tiene temáticas abiertamente de compartir tristezas", apostilla.

SIN PREJUICIOS

Tras afirmar que para él la música es "un juego", subraya Guille que, en definitiva, él siempre se enfrenta a la música "sin prejuicios". "No rechazo nada", afirma sonriente, apostando por "poder mezclar sin tener que dar explicaciones". "La gracia de lo que hago es hacer una mezcla de la que sale otra cosa que tiene un interés", apunta.

Encadenando una reflexión con otra, admite Guille que La Casa Azul nunca ha sido un grupo "moderno en el sentido de contemporáneo porque hay un poso de canción melódica clásica y romántica". Y, a su juicio, "ese es el nexo de unión, que todas las canciones puedes tocarlas fácilmente a piano porque son atemporales".

No hará falta que toque sus canciones a piano por ahora, pues desde hace un par de años Guille ha armado "un grupo de verdad" para "potenciar" el directo de La Casa Azul. "Sonamos como quizás deberíamos haber sonado desde el principio", sentencia entre carcajadas, para acto seguido confesar que hubiera podido prescindir del directo, "lo hubiera hecho".

 

MADRID, 23 (EUROPA PRESS)

Ocho años han tenido que pasar hasta que Guille Milkyway (Guillem Vilella Falgueras, Barcelona, 1974) ha podido terminar al fin un nuevo álbum de La Casa Azul. "Ha sido una especie de carga en la espalda en los últimos años, por infortunios varios en mi vida. Cada vez que lo retomaba era dificultoso", confiesa a Europa Press el barcelonés, liberado ahora que ya está en la calle La Gran Esfera (Elefant Records).

A sus propias vicisitudes vitales hay que añadir una actividad intensa que le llevó a participar en Operación Triunfo, remezclar a Camilo Sesto, reimaginar a Nino Bravo o producir a Fangoria. Ante semejante agenda, no resulta del todo extraño -un poco, quizás- que Podría ser peor, el primer single del álbum, viera la luz en octubre de 2016.

"Querer tocar muchos palos se ha comido un poco al álbum. Lo hice por curiosidad. Es como entrar en unos grandes almacenes y terminar comprando otras cosas que en principio no pensabas", bromea Guille, quien además lamenta que durante este tiempo de espera se haya creado "una especie de burbuja absurda de expectativas falsas". "Me he tomado mi tiempo, claro, y hay un punto de autoexigencia, pero no es exactamente eso", explica.

Sea como fuere, desde este 22 de marzo ya está entre nosotros La Gran Esfera, un disco con el que el músico no pretende "llegar a una conclusión o solución, sino narrar una caída, una debacle existencial que en realidad es muy habitual, ya que tendemos a proyectar nuestra idea de la vida y es difícil que cuadre".

   

Así, narra Guille de manera "costumbrista, como hablando con un amigo en un bar" lo que ha pasado en su vida en este período. Y apostilla al respecto: "Muchas de estas canciones están compuestas o grabadas hace unos años y, en esta última etapa del disco, mi vida también ha visto un poco de luz al final del túnel, y por eso algunas canciones han remontado también. Ahora creo que puede haber una solución al final de todo".

Concede, asimismo, que musicalmente este es un disco de "transición con contrastes inevitables", al tiempo que plantea que La Casa Azul siempre ha tenido ese "punto de mezclar muchas cosas en la coctelera". "En nuestro caso no llama la atención porque siempre hemos tenido ese caos estilístico. Y parece frenético porque todas las canciones explotan al final, todas tienden arriba y van de un lado a otro. Pero no es una cuestión de beats, en eso está en general más bajo todo", remarca.

CONTRASTE ENTRE BAILE Y PESIMISMO

El contraste más destacado del álbum es el de una música que tiende a la festividad con unas letras atoradas en el pesimismo. "Desde pequeño tengo esa imagen del romanticismo de la hecatombe, que resulta en última instancia fascinante en su forma de destrucción total, como quien iría al fuego", admite entre risas Guille.

Y aún profundiza en su planteamiento: "Quise exagerar un poco el punto de la pista de baile como el lugar donde se ponen en común las penurias. Toda mi vida lo he visto así, desde que entré por primera vez a una discoteca con quince años. Lo sigo percibiendo. Ahí había y hay algo que es muy atrayente".

"Incluso puedes estar en la pista de baile solo y no vas a llamar la atención si no quieres, nadie te va a decir nada y puedes incluso compartir tu soledad a través del baile en un lugar donde eres anónimo, no te tienes que justificar ni te piden explicaciones", prosigue Guille, quien reitera que eso le parece "muy romántico y atrayente".

Tras lanzar estas ideas, remata con certeza: "La pista de baile es para celebrar, pero hay un juego. En la pista de baile se comparten más tristezas y penurias que euforias. La tristeza es un pilar de la pista de baile. Incluso musicalmente, la historia de la música de baile no siempre es euforia".

"En el EDM había algo que no funcionaba, sabía que como movimiento iba a durar poco porque es únicamente la plasmación de la euforia. Eso está genial pero no es la realidad. Te desahogas pero en la pista de baile no buscas solo desahogarte. El italodisco de los ochenta tenía ese punto de decadencia romántica. La música disco tiene temáticas abiertamente de compartir tristezas", apostilla.

SIN PREJUICIOS

Tras afirmar que para él la música es "un juego", subraya Guille que, en definitiva, él siempre se enfrenta a la música "sin prejuicios". "No rechazo nada", afirma sonriente, apostando por "poder mezclar sin tener que dar explicaciones". "La gracia de lo que hago es hacer una mezcla de la que sale otra cosa que tiene un interés", apunta.

Encadenando una reflexión con otra, admite Guille que La Casa Azul nunca ha sido un grupo "moderno en el sentido de contemporáneo porque hay un poso de canción melódica clásica y romántica". Y, a su juicio, "ese es el nexo de unión, que todas las canciones puedes tocarlas fácilmente a piano porque son atemporales".

No hará falta que toque sus canciones a piano por ahora, pues desde hace un par de años Guille ha armado "un grupo de verdad" para "potenciar" el directo de La Casa Azul. "Sonamos como quizás deberíamos haber sonado desde el principio", sentencia entre carcajadas, para acto seguido confesar que hubiera podido prescindir del directo, "lo hubiera hecho".

"El directo siempre lo tuve como algo que tenía que hacer, pero ahora ya eso no me pasa. Tengo ganas de que llegue el fin de semana para tocar y eso no me había pasado jamás", asegura entre divertido y emocionado. "Ahora me siento bastante cómodo, disfruto. He tardado un poquito pero bueno, pues ya está", bromea.

Y menos mal que le ha cogido el punto al directo, porque la agenda de La Casa Azul es intensa este 2019. De momento, con dos conciertos con entradas agotadas en el Ochoymedio Club de Madrid (28 y 29 de marzo), y después con una mezcolanza de recitales propios y otros en festivales de todo tipo antes de otra fecha marcada en rojo: El 18 de octubre en la Sala Razzmatazz de Barcelona.

En medio de esta actividad en ruta, ya adelanta Guille que, además, habrá nuevo single y disco pronto: "Este es un disco de transición e intentaré que el siguiente sea muy pronto porque tengo ya la mitad. He estado muy activo los últimos meses. En junio o a lo mejor en septiembre habrá single nuevo. La vida de La Gran Esfera ha terminado para mí, ha sido una carga que me he quitado y pienso en lo siguiente".


 


 

 

 

 

 

 

 

 

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