La Casa Azul
La Verdad [Es]: Guille Milkyway: «Me fascina la evolución de la música pop en los últimos años» [Entrevista]
Guille Milkyway: «Me fascina la evolución de la música pop en los últimos años»
Guille Milkyway regresa a Murcia para desplegar su arsenal de himnos pop y presentar algunos de los nuevos temas que se esconden en su próximo disco, 'La gran esfera'
Siempre es una tarea especialmente delicada y esforzada, tanto como un privilegio fuera de toda duda, escribir sobre un artista al que admiras profundamente y cuya obra te ha acompañado en algunos de los momentos más importantes de tu vida, poniendo inolvidable banda sonora a pequeños instantes que han terminado convertidos en gigantes que aporrean sin descanso las puertas de tu memoria. Y en esas estamos con La Casa Azul o, ya puestos a mirar con detalle más allá de los límites de la página, con Guille Milkyway, el genio detrás de todas las canciones de un proyecto musical que, partiendo en sus orígenes de la imaginación más apegada a la nostalgia, ha terminado construyendo todo un universo de posibilidades melódicas, arreglos de apabullante belleza bailable y, especial atención a este factor, letras en las que la melancolía, incluso la tristeza en sus momentos más rotundos, echa un pulso constante con la luminosidad de un estribillo perfecto. Camino ya de los veinte años de carrera, La Casa Azul se presentó en aquel 2000 repleto de dudas e inseguridades, apagones que nunca llegaron y cambios detrás de cada esquina que ladraban mucho, pero no mordían prácticamente nada, con un tratado de pop excelso titulado 'El sonido efervescente de La Casa Azul' donde, oculto tras la imagen de un grupo ficticio formado por cinco jóvenes de flequillo sesentero, alma ingenua e inocencia (casi) contagiosa, Milkyway regaló algunos de sus primeros clásicos, con ese tridente de auténtico oro al frente formado por 'Galletas', 'Cerca de Shibuya' y 'Chicle Cosmos', piezas de orfebrería que no han dejado de relucir ni un segundo en estos dieciocho años. Una etapa de tiempo en la que la propuesta del artista barcelonés ha ido ampliando su espectro de influencias y referencias sonoras, con la mirada omnipresente del Jeff Lynne más inspirado siempre cerca, propiciando algunos de los mejores momentos musicales que se han escuchado en nuestro país en estas casi dos décadas. Enumerar todos y cada uno de ellos sería un exceso, imposible de realizar por una pura cuestión de espacio, pero, resumiendo, pocos se han acercado a los talones de canciones como 'La revolución sexual', 'El momento más feliz', 'Chicos malos', 'Esta noche solo cantan para mí', 'Colisión inminente (Red Lights, Red Lights)', 'La fiesta universal', 'Los chicos hoy saltarán a la pista', 'Superguay' o 'Como un fan'. Y todavía quedan balas en la cartuchera. A la espera de que se produzca su ansiado regreso con 'La gran esfera', un nuevo disco cuya publicación se ha visto retrasada en numerosas ocasiones durante los últimos meses y del que estamos seguros que se descubrirán algunos de sus secretos en el concierto de esta noche, hablamos con Milkyway.
-Para aquellos que somos grandes admiradores de su trabajo, denos por favor una nueva pista sobre su próximo disco, 'La gran esfera'. ¿Cuándo podremos tenerlo entre las manos? ¿Qué ha ocurrido exactamente para que su publicación se haya retrasado tanto tras los primeros anuncios?
-Bueno, es un disco que empecé a grabar hace seis años realmente. Al cabo de tres, con el disco más o menos casi terminado, tomé la decisión de que no era exactamente lo que me apetecía, tanto a nivel de producción como de composición. En ese momento me metí a hacer varias cosas, una banda sonora, producciones, trabajos con Fangoria, colaboraciones en algunos programas, etc. Soy muy curioso, pienso que la vida es corta y me suele apetecer probar cosas. Además, durante este tiempo me dediqué también bastante a mis hijos y a mejorar mi técnica en el estudio. No sé, un cúmulo de circunstancias. Luego ha sido un poco un efecto de pez que se muerde la cola; cuanto más se dilataba el disco, menos sentido tenían para mí las canciones ya finalizadas hace unos años. Así que he vuelto a grabar el disco unas tres veces en realidad. Al final lo que va a salir es un poco un híbrido entre cosas de hace seis años y otras de hace unos meses. Lo que puedo asegurar es que el siguiente lo quiero grabar de inmediato.
-El último adelanto que hemos podido escuchar, 'El momento', ha sido celebrado por todo lo alto ofreciendo, sin embargo, toques distintos a los que solemos encontrar en el sonido de La Casa Azul. ¿Debemos esperar un álbum, en cierto modo, rupturista?
-Una parte del disco sí, otra no. El siguiente irá en la línea de lo que sí, pero, vamos, rupturista es decir mucho. Estoy intentando depurar el sonido y la producción lo máximo posible. Estoy muy satisfecho con las canciones del último año y medio y menos con las de hace seis. Pero bueno, supongo que habrá opiniones para todos los gustos, como debe ser.
-Sus letras siempre han sabido servirse de lo cotidiano y lo, en cierto modo, rutinario para terminar dando forma a un lenguaje universal con el que todo tipo de público se puede sentir plenamente identificado. ¿De qué forma se enfrenta usted a la hoja en blanco?
-Nunca he sabido hacer mucho más que narrar mis vivencias, sobre todo a nivel emocional. Me fascina el costumbrismo en las letras cuando se mezcla con anhelos, miedos y deseos trascendentes. Creo que así es la vida, al menos yo la vivo así, mezclando lo ínfimo con lo trascendental.
-En los últimos trabajos de La Casa Azul me ha parecido detectar menos uso de las metáforas y una búsqueda, quizá involuntaria, de la sencillez lírica frente a la complejidad melódica. ¿Ando muy desencaminado?
-Lo intento, sí. A veces con más éxito, otras con menos. Me interesa intentar describir de forma precisa las cosas. Si la metáfora sirve a ese fin, adelante con ella. Si lo poético ayuda a dibujar de forma bella y precisa la emoción, adelante con ello. Si no, prefiero el costumbrismo. En realidad, lo mejor es cuando convive todo al mismo nivel. Disfruto mucho cuando en el texto se funde lo metafórico con lo costumbrista.
-¿Cómo valora la evolución que ha tenido su música desde las primeras maquetas hasta el maravilloso 'La Polinesia Meridional'?
-No sabría decir. Me siguen emocionando cosas parecidas, pero evidentemente mi vida es distinta de la de hace veinte años. Sigo creyendo en el pop como el mejor estilo para expresarme e intento mejorar mi capacidad técnica para acercarme cada vez más al sonido que tengo en mi cabeza desde el principio para el grupo.
-¿Ha sufrido mucho en la búsqueda de la melodía perfecta?
-Dejé esa búsqueda hace tiempo. No lleva a ningún sitio. A día de hoy estoy mucho más interesado en no descartar melodías simplemente porque resulten familiares. Si el resultado se parece a algo ya existente no pasa nada siempre que resulte emocionante y veraz.
-En una de sus últimas clases como profesor de cultura musical, todas ellas fantásticas y disponibles en Youtube, dentro de la Academia de Operación Triunfo 2017, analizó la carrera de un artista tan maravilloso como Bill Fay, uno de esos autores geniales que, tras unos comienzos en los que pasó prácticamente desapercibido para el público y gran parte de la crítica, terminó siendo celebrado a mediados de los 2000 gracias a una serie de discos nuevos que se han ido entendiendo como una especie de revancha genial. ¿Qué es lo que más le interesa de este tipo de artistas? ¿Se siente identificado de alguna manera con ellos?
-Claro que me siento identificado. Me interesa todo sobre ellos, el no haber abandonado nunca el anhelo de ser feliz haciendo música, independientemente de cómo se desarrolle su carrera. La capacidad de seguir escribiendo canciones maravillosas cuarenta años después. El haber sabido vivir una vida, en principio, no ideal, aceptarla y aprovecharla a todos sus niveles. Es bastante posible que un músico que haya tenido una vida alejada del cliché del 'artista' sea capaz de hacer canciones mucho más honestas y emocionantes que uno con vida de artista consagrado. Jim Croce, por ejemplo, supo componer canciones maravillosas en parte porque estaba trabajando de transportista, viajando con su camión por pueblos y ciudades. Los discos del Bill Fay 'jubilado' son así de increíbles porque vivió la vida que vivió.
-Los que hemos tenido la oportunidad de disfrutar de alguno de sus conciertos a lo largo de los años hemos podido observar que su faceta de frontman también ha ido evolucionando de manera considerable. ¿Qué tal lleva actualmente ponerse frente al micro delante del público?
-Me siento libre y feliz. Tengo un grupo que nunca hubiera podido ni soñar y puedo disfrutar y ser feliz sobre un escenario, que es algo que antes pensaba que nunca sería capaz de hacer.
-La Casa Azul siempre ha sido un proyecto donde el componente visual ha sido absolutamente clave dentro de ese universo tan particular. ¿Hasta qué punto considera relevante la imagen a la hora de dar forma a un discurso creativo?
-Bueno, es música pop. La música pop se ve desde hace más de cuarenta años. A mí personalmente me ayuda a potenciar el discurso emocional. Al mismo nivel que una subida de tono o un giro sorprendente.
-En su condición de auténtico explorador musical, ¿cuáles han sido los últimos descubrimientos que le han robado el corazón?
-Una cosa que me encanta de los últimos tiempos es poder descubrir cosas junto a mi hija. Encontrar puntos intermedios entre ambos. Me fascina la evolución de la música pop en los últimos años. Me gusta que el underground haya perdido el miedo a poder sonar igual o mejor que lo mainstream. Si quieres cosas concretas, madre mía, necesitaríamos todo un día. Pero, por ejemplo, un disco que creo que está siendo muy infravalorado en los últimos meses es el nuevo de MGMT, con una canción, 'Me and Michael', que es una maravilla. También hay muchos grupos franceses de última hornada, entre ellos Las Aves, superfavoritos, Hoshi; Laurie Darmon; el que en mi opinión es el grupo estrella de Elefant de este año, Rush Week, que, vaya, es el ejemplo perfecto de lo que te decía al principio del camino intermedio entre mi hija y yo. Rex Orange County y esa canción fantástica que es 'Loving is easy'; Yung Bae; Franc Moody. Igualmente, me fascina como Eels sigue sacando mejores y mejores canciones después de tantos años. El disco nuevo de BORNS es precioso. Raff Law; The Chamanas, que me fascinan; las producciones de Alizzz; una canción de hace un par de años que se llama 'Wool in the wash' de Crying; Superorganism; Lia Pamina o mi canción favorita de los últimos meses, 'Cain', de EXES. No pararíamos, vivimos un momento excitante.
-Una última curiosidad, de melómano a melómano, ¿qué canción le hubiera gustado escribir?
-(Risas) Cada día descubro mínimo unas diez. Pero, a ver, ¿pongamos el disco 'Watertown' de Frank Sinatra entero?
-¿Y cómo le gustaría que sonara la canción del futuro de La Casa Azul?
-A todo.
Próximos conciertos
- 22
- 26
Última actividad