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03/12/2012

Opticks Magazine [Es]: Entrevista a Guille Milkyway



Guille Milkyway

La Casa Azul

 

Por Rafa Simons    

 

http://www.opticksmagazine.com

 

Un buen regalo para Opticks, ahora que se acercan las fechas navideñas, ha sido terminar el año 2012, en lo musical, charlando con quien empezó el año en nuestro pódium de mejores discos españoles de 2011. ‘La Polinesia Meridional’ es un nuevo fruto de esa factoría de buena música que es La Casa Azul. Con ocasión de su visita a Benidorm el pasado verano, para participar en el Low Cost, tuvimos la ocasión de mantener con él una larga y muy amena charla sobre muchas cuestiones, de la que ahora os traemos un extracto.    

 

¿Es la polinesia meridional un disco de ruptura? Puede ser. Yo hice un cambio de planteamiento con ‘La Revolución sexual’.  Cuando lo estaba grabando, me daba un poco la sensación de que era  como llevar al extremo la nueva perspectiva que había comenzado con ‘La  Revolución sexual’. Además, hay una cosa que a mi me pasa con este disco:  es el único disco que ahora mismo podría estar escuchando y, en general, no  sentiría mucha incomodidad y eso no me había pasado nunca. Normalmente,  me siento identificado con mis discos, pues los he hecho yo, pero no me gusta escucharlos, pues no me siento cómodo... Con este disco me pasa menos; tiene que ver con que es más cercano y, seguramente, me identifico más con él. Es un disco que perdurará en mi más tiempo. Es mucho más cerebral, he hecho un poco más de esfuerzo con las letras para que yo pudiera llegarme a sentir a gusto, en la forma sobre todo (no tanto en el fondo, dónde siempre me he sentido a gusto). Y luego está el hecho de que el disco no concluya en nada. El disco propone cosas y, entonces, no me ligo a nada.    

 

¿Y a nivel musical? Los elementos que siempre ha habido en La Casa Azul siguen estando. Hay un poco más de ruido, un poco más de contundencia sonora en general. Yo tenía una cierta intención de hacer las canciones más compactas, que funcionaran más como “canciones clásicas”. Pretendía hacerlas más enteras y no tanto mostrando pinceladas de las cosas que me interesan. Con este disco, analice mi forma de trabajar, precisamente por lo que comentaba antes, porque no era normal que yo hiciera un disco y no fuera capaz de escucharlo. Una cosa es que no vaya a escuchar mis discos una tarde, porque hay otras muchas cosas que hacer... pero que me cueste tanto enfrentarme a eso me hacía ver que había algo que tenía que hacer y, no sé, un poco lo hice... la metodología.    

 

¿Has cambiado mucho tu forma de trabajar? No, no mucho, porque el planteamiento es el mismo: yo trabajo sólo durante el 80 o el 85 % del tiempo. Confluyen mucho los tres procesos: composición, grabación y producción, porque poder trabajar en mi propio estudio lo hace todo más fácil. Lo que sí es cierto es que en este disco hice un esfuerzo muy, muy grande en ser muy disciplinado y visualizar la canción muy bien antes de empezar a grabar y mantenerme muy fiel en el proceso de grabación a esa idea inicial, sin dejarme llevar por sugerencias del momento y la chispa del estudio. El proceso fue muy disciplinado y el resultado final se acerca mucho a la idea original.... Eso no sé si se nota o no, pero yo lo percibo. Pienso: esto es muy parecido a lo que yo tenía en mente. En definitiva, creo mucho en la disciplina relacionada con la creación artística y lo relaciono mucho con el sentirte realizado, con la excelencia individual: tengo la suerte de poder dedicar el tiempo a esto y no lo puedo perder en distraerme mucho, porque tengo una cierta responsabilidad conmigo mismo de sentirme realizado con lo que hago.    

 

Y trabajar con un estudio propio ayuda... ¿por qué tu tienes un estudio en casa? No, yo durante muchos años tuve un estudio en casa. La mitad de la casa era un estudio... pero tener un estudio en casa tiende a la dispersión, crea el efecto de las horas muertas y las horas muertas no son productivas. El proceso creativo requiere muchas de horas de estar, de ver las cosas claras...y esto de aprovechar una hora aquí, antes de dormir un ratito... lleva a no ser disciplinado. Ahora trabajo en un estudio cerca de casa, en un local que compré y que estoy montando para llegar a la autosuficiencia integral. Así, para toda la parte analógica, la mezcla, no estaba preparado y ahora lo estoy montando para abarcar esta fase también... y todo esto ayuda a mantener la disciplina.    

 

¿Trabajar sólo es una ventaja? Sí, yo no le hago mucho caldo a esta cosa del esfuerzo aplicado al trabajo, de ponerse a prueba para así mejorar... seguramente en una multinacional tiene sentido... pero en el proceso creativo, sea cual sea, en la expresión artística, no se trata de mejorar, se trata de expresarte y de sentirte emocionalmente implicado en lo que haces.    

 

Eres un gran melómano, ¿te influye mucho lo que escuchas o eres más estanco? Evidentemente. Creo que al final haces lo que conoces. Eso sí, creo que hay una gran influencia en LCA, que es mi forma de haberme enfrentado a la música desde que era muy pequeño, que fue muy desprejuiciada y sin dogma... no he tenido mucho prejuicio de lo que se puede escuchar y lo que no. Me da un poco igual y no es ninguna pose.    

 

Pero esa no es la tendencia actual, sobre todo en España... tan dada a señalar lo que está in y lo que está out... Pero no es algo ‘tan español’, es anglosajón en realidad. Viene de la concepción rockista, tal y como se definió en los setenta y que está tan asociada a asumir que hay una música que es de verdad, que es auténtica, que es la original... La idea del dogma, la cosa religiosa aplicada al arte en general no me interesa. La actitud desprejuiciada es, quizás, la gran influencia de LCA.     

 

Cada número de nuestra revista tiene un lema... El tema de este número es forma. ¿Qué te sugiere ‘forma’ aplicado a la música? Me interesa mucho, porque normalmente la forma ocupa poco espacio en la prensa musical y la forma es básica porque es una parte muy importante para expresarme emocionalmente. No me interesa tanto que de un disco se empiece hablar desde la primera línea de las motivaciones del artista y con ello entrar en un discurso ajeno a la forma, que en expresión artística es algo básico. A mi me gustaría más hablar de la obra en sí y luego, casi como anécdota, hablar de cosas que te aportan curiosidades o cosas anexas a la obra que, a lo mejor, te ayudan a disfrutarla más. Y casi siempre es al revés.    

 

Sobre todo porque las obras se terminan independizando del autor... Para mi eso es casi un sueño, que las obras funcionaran por sí solas... pero es muy difícil. Yo, por ejemplo, he leído muchas biografías y me fascinan estas cosas y entonces me digo “no estoy siendo honesto” (risas...). Pero luego pienso que no, que yo puedo ver esto como un divertimento, como un hobbie...    

 

La independencia también la da el tiempo... El tiempo ayuda, pero a veces también mitifica... ¿sabes dónde funciona esto? En una cosa tan denostada como los one hit wonder, cosas que han funcionado en un tiempo, que todo el mundo conoce y que nadie tiene ni idea de quien hizo aquello... Pero suele estar denostado, precisamente porque como no se puede hablar nada más que de la obra.... (risas).    

 

Hablando de forma, nos hablabas antes de la composición musical y sus fases, la composición, la grabación y la producción. ¿cuál es la que más te motiva? Me gusta mucho grabar. Desde pequeño sentía fascinación por lo de tener una idea, tocarla y luego reproducirla... interactuar con una cosa que ya has grabado y suena... construir tu obra artística con esto me parecía similar a pintar un cuadro: el cuadro no lo pintas de una vez (que es un poco la experiencia del directo: de una vez lo expresas todo de golpe). El pintor va construyendo y lo va viendo. Lo tiene en la cabeza y lo va plasmando por partes... y esto es una cosa que me divierte mucho y me hace muy feliz.    

 

Hablando de forma, la forma tiene también mucha importancia en la puesta en escena de LCA. Primero con ese fantástico grupo imaginario, ahora con la puesta en escena futurista... Sí, en mi concepción teatral y fantástica del grupo eso tiene importancia, pero no porque yo crea que eso es una manera de hacerlo. Lo hago porque he decidido que el planteamiento visual del directo es una cosa que lleve a ese terreno la fantasía y lo teatral que intento que esté presente en los discos y en la gran idea de crear una leve realidad paralela en la que uno pueda escuchar los discos.     

 

Es una forma de contextualizar tu música... Sí, pero tampoco nada muy descriptivo... la idea básica del directo de LCA era dar el protagonismo a la canción y yo hace tiempo que considero que lo ideal sería que un concierto de LCA se asemejara a una fiesta en la que pudiera haber gente, no mirando al escenario, sino bailando con otro y expresando de manera más o menos colectiva un sentimiento de euforia... por la canción, no por el tío que está ahí o por una interpretación virtuosa o por la imagen... no: por la canción. Y esto es complicado, porque según como lo hagas caes en lo profundamente superfluo o en lo insustancial. Lo visual tiene que trabajar en pro de esto que te decía. Yo no quiero hacer una película y eso es complicado cuando utilizas elementos visuales, porque corres el riesgo de que la gente se te quede mirando... tienes que tener ese equilibrio de crear una cosa que sea simple, que vaya fluyendo mucho con la canción y que, a lo mejor, si no es así, trabaje para una leve idea de contextualización.     

 

Y ahondando en la forma en cuanto estética, ¿es esto lo que te atrae de los trabajos que te llegan en cine, publicidad... ? Ahí el proceso es el contrario: te dan la imagen y tú le pones música... Eso es complicado. Es muy gratificante si hay una involucración artística en un estadio primerizo de la obra en sí y hay interacción creativa entre el que está haciendo una cosa y el que está haciendo otra y suele ser no muy gratificante si tu trabajo se ubica solamente en poner una música a algo que ya está hecho. A mi me divierte, a nivel técnico, pero no me realiza mucho. En las cosas por encargo, hace tres o cuatro años discerní entre los encargos en los que había implicación artística y los que no, y decidí que los que no a veces los tendría que hacer, porque yo he decidido vivir de esto y lo tengo que hacer.    

 

Y los proyectos en los que sí que hay implicación creativa, ¿te motivan mucho? Sí. Bueno. No es una cosa 100 % gratificante y placentera como grabar un disco. Es como defender tus ideas y yo soy super malo en eso. Por ejemplo, cuando yo hago de productor... es un trabajo que realmente no sé hacer al 100% hoy en día... Yo puedo tener una idea creativa muy clara, pero me cuesta mucho defenderla ante otra persona que crea que no es lo mejor. Y me cuesta mucho porque no creo en ese debate a nivel artístico: todo el mundo tiene la razón. No hay una mejor forma de hacer una cosa frente a otra.    

 

Nuestro anterior número estaba dedicado a la sincronía y éste a la forma. Hay una pregunta que te han hecho mil veces, pero no me resisto a hacerla. Tus canciones suelen ser, por la música, bailables y muy alegres, mientras que las letras son tristes... La asincronía no es, en cierto modo, ‘una forma de forma’... Yo creo que eso es una cosa de gusto estético, porque el contraste ha existido en la historia de la música, lo que pasa es que quizá lo otro sea más habitual. Es como lo descriptivo: hay gente que disfruta mucho describiendo lo que quiere expresar con la música y a mi me interesa un poco esta especie de épica del fracaso. No pienso nunca mucho en hacerlo así, pero a veces si me doy cuenta cuenta cuando va sucediendo y entonces lo agudizo, porque me divierte hacerlo, me gusta jugar con la épica... Pero es peligroso, porque con este tipo de cosas siempre andas en terreno peligroso...    

 

¿Es fácil ser equilibrista en este sentido? Bueno, no lo pienso mucho y creo que hay veces que ha funcionado mejor que otras... pero en este disco, hablando de épica, sí que quise jugar con eso, con llevar las cosas un poco al extremo: máxima subida y entonces justo, la máxima caída. Veo romántica la idea de morir bailando, de hundirte en un subidón...    

 

Eso se ha perdido mucho, ¿verdad?... Sí, eso era habitual cuando en la pista de baile había todavía un poso de soul... el soul tiene bastante de esto y ahí se colaban grandes dramas, son auténticas operas-disco... la ópera lo tiene: en momentos radiantes están matando a la amante...     

 

Es casi terapéutico, ¿no? Me viene muy bien, a veces, soltarlo todo en estas cosas... y me viene muy bien añadirle un poco de epidermia a cosas que las siento muy trascendentes en mi vida. Esto a veces se considera superficial, pero no lo es, porque lo que yo quiero expresar no es superficial...    

 

Desde el punto de vista de la forma, sé que es difícil, pero cuál es la canción de la que estás más satisfecho de toda tu discografía. De este disco me siento muy cercano a dos de ellas y siento que, por mucho tiempo que pase, estaré emocionalmente unido a ellas. Una es ‘La vida tranquila’ y la otra ‘Terry, Peter y yo’... y las dos son distintas. Una entra más en lo cerebral y la otra entra más en el costumbrismo del día a día, pero las dos tienen que ver con pincelar ideas contundentes de una forma muy leve.

 


 


 

 

 

 

 

 

 

 

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