La Casa Azul
20 Minutos [Es]: Entrevista a Guille Milkyway
SOS 4.8, Día de la Música, Faraday… Estas han sido algunas de las primeras paradas festivaleras de Guille Milkyway, el hombre detrás de La Casa Azul, cuya última entrega La Polinesia Meridional (2011), fue elegido Mejor Álbum de Pop en los Premios de la Música Independiente entregados el pasado 25 de junio. Hablamos con Guille, que nos atendió desde su estudio, donde va cada día puesto que, para él, la música es un trabajo como cualquier otro, con sus horarios y sus rutinas… aunque las entrevistas las descuadran un poco.
HTM- Te pillo en el estudio ¿qué andas haciendo?
Guille Milkyway- Tenía cosas que hacer, pero no le he podido dedicar mucho tiempo. Intento entender mi trabajo como cualquier otro trabajo, porque además tengo la profunda creencia de que lo es, vengo y hago mi jornada laboral. Además en los últimos años he adquirido un cierto cariño por la rutina, antes no me pasaba, pero me va muy bien para mi equilibrio emocional. Como tengo la inmensa suerte de hacer algo que me gusta con pasión, creo que la rutina y la disciplina aplicada a lo que hago me hace bien.
HTM- También te hará bien porque tienes familia.
GM- Debido seguramente a tener hijos cambias ciertas metodologías o rutinas. Yo trabajaba mucho por las noches en el estudio y ahora no puedo, y empecé a amar la salida del sol para trabajar, creo que es un momento que tiene ese punto medio mágico de la noche a nivel creativo. Puede ser un cambio un poco forzado por mi situación, pero creo que me ha venido muy bien, me ha aportado equilibrio.
HTM- Dices que vas al estudio todos los días… ¿Cómo has tardado tanto en sacar La Polinesia Meridional?
GM- Hace tiempo decidí dedicarme a esto, y para ello, además de La Casa Azul, tengo que hacer otras cosas. Durante este tiempo he estado trabajando en cosas más gratificantes y otras no tanto. En el estudio me dedico a tres tipos de trabajo: por encargo, con poca implicación emocional y artística; por encargo, con implicación emocional y artística; y los que decido yo, con mucha implicación emocional. En un mundo ideal, solo haría estas últimas, o cosas que no controlas al 100% creativamente pero que te aportan mucho, como el cine, televisión o el teatro; justo ahora he empezado a trabajar en una obra de teatro musical. Por otro lado me gusta mucho la idea de ganar experiencia en disciplinas distintas, aprender y salir… Mi trabajo en general suele ser muy hacia dentro, estoy muchas horas solo, tengo un estudio propio, hecho a medida, y he comprobado que me ayuda el obligarme a salir del antro y compartir proceso creativo con otras personas.
HTM- Han pasado dos años desde aquel Goya. Aparte de este proyecto de teatro que tienes entre manos, ¿tienes en mente alguna banda sonora?
GM- A veces hago cosas para series, televisión… trabajos menores. Un proyecto que me ha ocupado gran parte de los últimos tres años es la banda sonora de Jelly Jam, serie de dibujos animados de los creadores de Pocoyó. Y es un trabajo gratificante, me interesa especialmente todo lo que tenga que ver con la música infantil. Aquí se cumplen todos los requisitos para que sea un proyecto disfrutable.
HTM- La Casa Azul siempre ha tenido un espíritu inocente, aunque si escuchas las letras tienen un punto melancólico y triste del que no te das cuenta mientras bailas.
GM- Soy consciente de ello, pero no es del todo premeditado, aunque es algo que define bastante la personalidad del grupo. Es algo sencillo en la forma, a la hora de explicar las cosas, donde la ambivalencia está entre lo trágico del contenido y lo festivo del continente creando esta especie de contraste. Me resulta romántica la idea de estar bailando o gritando las penas y por otro lado, a mí me resulta terapéutico. No es muy buscado ni muy nuevo. Si lo que cantas es en otro idioma puede que la conciencia de ello llega más tarde, aquí surge todo al momento. A mí me pasa mucho en directo. De repente todo es muy crudo, porque cuando me toca cantar según qué tema me acuerdo del momento profundamente íntimo en el que la estaba escribiendo, y me encuentro delante de gente sonriente saltando de forma eufórica. Lo de la música es muy fuerte. A veces asumimos que la música pop es un arte muy menor, y hay momentos donde te sorprende la potencia que puede tener una simple canción.
HTM- Pero como en otros discos editados recientemente, hay un mensaje positivo, Los chicos hoy saltarán a la pista.
GM- Tenía la intención de que el disco tuviera un cierto regusto de optimismo y cuando lo acabé pude apreciar de forma clara que era un poco devastador. Lo que hice fue abrir con esta canción para que se entendiera que de entrada mi actitud era optimista. Percibo que en este disco las ideas están lanzadas al aire, describo sensaciones y sentimientos de declive, cierto temor, algo catastrofistas, pero no concluyo nada, y en el pasado las canciones sí que tenían una conclusión épica.
HTM- ¿Qué ha pasado con los androides? ¿Ya no volverán nunca más?
GM- Siempre he querido dotar a La Casa Azul de un elemento de fantasía importante pero que nunca se ha mantenido estable e inmóvil en el tiempo. Al principio le quise dar forma de dibujos animados; luego quise llevar más allá la parte del mundo feliz, convirtiéndolos en personajes de carne y hueso, representando a un grupo que venía de un universo paralelo en el que la felicidad todo lo impregnaba; en otro álbum fueron androides, añadiendo un punto de hiperrealidad, luego murieron y en este disco empieza una nueva etapa, que en lo visual se irá descubriendo poco a poco hacia dónde va la situación, que tiene que ver con algo más cósmico. Nunca le he dado mucha importancia a esto, son planteamientos estéticos. Siempre he tenido en mente que fuera una cosa maleable, pero que no perdiera nunca el punto de fantasía que para mi lo hace todo artísticamente coherente y entendible.
HTM- Ahora digamos que apareces dando la cara de La Casa Azul.
GM- Hubo una especie de aparición clara en el disco anterior y en este, haciendo uso de cierta ironía, digamos que ejemplificaremos esa idea de mi presencia de una forma muy teatral. Irán pasando cosas. Me gusta jugar, me interesa la idea de crear este universo paralelo de forma permanente pero creo que no tiene más importancia de la que tiene. En mi caso lo teatral está ahí porque creo que es necesario para ubicar las canciones en esta especie de universo paralelo.
HTM- En este universo paralelo recuerdas un poco a la estética de Daft Punk.
GM- Ha sido algo muy utilizado en la historia de la música, pero como Daft Punk han trascendido a lo underground es el ejemplo visible más cercano a este tipo de estética. Ellos lo utilizan para esconder al creador, y mi idea hoy en día no tiene mucho que ver con eso, sino con transmitir que uno está en dos lugares a la vez. Es un tema teatral y me interesa a nivel estético y el punto conceptual que eso conlleva.
HTM- ¿Eres fan de Daft Punk? ¿Te gusta la electrónica?
GM- La base de La Casa Azul es la heterodoxia, la no aplicación de dogma en nada. En ese sentido, no es que a mi me guste la electrónica per se o que conciba La Casa Azul como un grupo electrónico. Yo utilizo muchas herramientas para crear las canciones y grabarlas, porque me interesa crear una plasticidad en el sonido y una cierta idea creativa que tengo de un muro de sonido desprejuiciado donde cabe todo y en el que tenga sentido utilizar muchas cosas a la vez. Siendo muy práctico en cuanto a la electrónica, de los avances de los últimos 20 años, el que me resulta imprescindible es la edición digital, la posibilidad de convertir la edición en un elemento creativo. Aunque en mi proceso conviven los dos mundos; este último disco está mezclado todo en analógico, siguiendo un proceso muy clásico.
HTM- Entre estas herramientas, pueden estar los sintetizadores de Moog. Por cierto, ¿jugaste con el doodle que se marcó Google por su aniversario?
GM- Sí, sí, lo estuve toqueteando un poco y sonaba mejor de lo que esperaba. Funcionaba a nivel muy básico, pero estaba bien hecho. Me llamó la atención, esperaba que fuera una cosa más sencilla.
HTM- No paras de dar conciertos, que son una auténtica fiesta. ¿Recuerdas el primero que diste? ¿El momento en que la gente descubrió de qué iba realmente La Casa Azul?
GM- Al principio, todo se movía de forma muy underground, la gente te seguía de cerca y sabía todo. Hubo un momento un poco crítico cuando lo llevamos todo un poco más allá. El interés por el grupo creció y decidimos que toda la promoción, fotos, actuaciones… las haría el grupo de mentira. Y eso no se acabó de entender, la gente se pensaba que había una operación de marketing detrás. Nada más lejos de mi intención, porque entre otras cosas, optar por algo así no facilitaba las labores de promoción, al revés. En esa época fue un poco complicado, porque luego cuando iba a tocar algún sitio la gente esperaba a un chico guapo y virginal, y aparecía yo.
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