La Casa Azul

La Casa Azul, entre el apocalipsis y el éxtasis

Darío Prieto | Antonio Heredia (Vídeo) | Madrid

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Entre el apocalipsis y el éxtasis, Guille Milkyway concibió el cuarto disco de su proyecto La Casa Azul, 'La Polinesia Meridional' (Elefant), como el más desbordante y, al mismo tiempo, el más depresivo que haya concebido. Este viernes y sábado, el músico barcelonés lo presenta en directo en la Sala Ocho y Medio de Madrid (con las entradas agotadas), en una gira que luego pasará por la mayoría de los festivales de España: SOS 4.8, Fib, Sonorama...

"Sería un poco pretencioso intentar encontrar el título perfecto que sintetice al 100% el concepto del disco, porque siempre he entendido que mis álbumes son conjuntos de canciones", explica Guille. "Me parecía levemente evocador de cierto escapismo o cosa evasiva y eso ya era suficiente para mí. 'La Polinesia Meridional' sería un lugar para escapar del declive general que nos rodea".

Un juego de contrarios que, en realidad, esconde una terapia: "En este disco he pretendido forzar mucho esta cosa contrapuesta entre lo musicalmente luminoso y expansivo, y un cierto catastrofismo temático. Es algo liberador para mí. Si no te sientes muy identificado con esto, te puede parecer un poco falso, pero para mí no lo es".

Sistema en derrumbe

"Este aire costumbrista que tiene La Casa Azul", sigue explicando, "no cambia por el hecho de hablar de un sistema capitalista en derrumbe. Porque estas cosas se mezclan al mismo nivel en tu día a día con tus enamoramientos. Y a veces se ha tendido a separar las cosas profundas de las que no lo son.

Atrás quedan los tiempos en los que Guille montó un grupo virtual, en plan The Archies, para parapetarse detrás de ellos. "Al principio siempre me intentaba justificar", recuerda, "y en esa época puse mucho empeño en crear un mundo feliz. Pero creo que bajo esta cosa de ocultarme, había un afán de protagonismo".

Declaraciones de una filosofía de vida que lo acercan a su compañero de sello Cooper. "Soy muy fan de Los Flechazos desde que era muy pequeño", recuerda. "Me atraía mucho lo de la vida total de lo 'mod'. Creo que tanto Alejandro como yo entendemos el pop como una contraposición al 'rockismo', a la actitud, al dogma. Es decir, lo que tiene que ser, que el disco antiguo siempre será mejor que el nuevo, que hay tres grandes grupos y luego están la segunda y la tercera fila. Eso nos une y conectamos muchísimo. Pero ojo, también hay 'popismo'; lo malo no es el género".