La Casa Azul
Rockdelux [sp]: Guille Milkyway nos habla sobre su día a día
Día sí día también me siento mal por cualquier cosa que haya dicho en cualquier lugar pensando que quizás la podría haber dicho de otra manera más adecuada. No me pasa solamente con las cosas pretendidamente importantes de mi trabajo tipo "hoy he desafinado como un animal y alguien lo ha grabado en youtube y ahora todo el mundo lo escuchará", sino con las más mundanas, que es lo peor. Por ejemplo, entro en el bar a las 7:15 de la mañana, como cada día, para tomar café, y saludo "buenos días". Nadie me responde, ni siquiera Paola, que es un amor. Pienso: vaya, lo habré dicho con demasiada intensidad. Quizás me han visto demasiado contento y ellos hoy tenían un día de perros, quizás incluso a Paola le ha dejado su pareja o le han diagnosticado una enfermedad grave a su hijo o algo así, y yo voy y entro con esa sonrisa de gilipollas gritando "Buenos días". Seguro que estará pensando "¿Buenos días?... vaya imbécil". Entonces decido pedir el café un poco apesumbrado, para empatizar, y Paola me dice: "Pero niño, ¿qué te pasa?, alegra esa cara hombre que nos vas a contagiar tu tristeza" y así hasta que termina el día y me meto en la cama. Un no parar de despropósitos causados por mi contundente inseguridad cuotidiana. Como una comedia ibérica de situación permanente, ... de las malas, por supuesto.
Pues eso, teniendo perfectamente identificado mi problema, el de la inseguridad, va y le digo que sí a Montse. Que sí que me apetece escribir sobre mí mismo en el Rockdelux. Como si me sobrara la elocuencia, como si nunca me hubiera sentido culpable por resultar, quizás, demasiado egocéntrico, como si esto no me fuera a remorder la conciencia durante tiempo y tiempo. Es inexplicable. Desde luego, efectivamente, aparte de la inseguridad, tengo un grave problema de incontinencia y, por supuesto, el clásico "no saber decir que no". Y encima, por si fuera poco, me había olvidado hasta hoy. Y mañana es día 10, fecha límite para su entrega. No podré planear demasiado cómo quedar bien y resultar medianamente inteligente e interesante con la cantidad de cosas que tengo que hacer hoy. Menuda forma más deplorable de empezar el año. Por otro lado......, hablar sobre uno mismo continuamente es uno de los rasgos característicos del eneatipo cuatro, y yo soy cuatro; quizás eso explique por qué dije que sí. Supuestamente esto debería ser un ejercicio placentero... no sé, no creo que lo sea pero según Claudio Naranjo debería serlo. Bah..., estoy cayendo en lo anodino. Vamos a lo que estamos.
Cuatro años....
Han pasado cuatro años entre "La Revolución Sexual" y "La Polinesia Meridional". Es demasiado tiempo. Los Beatles grababan un disco cada año; y con evoluciones en el sonido inverosímiles entre disco y disco. A mí me gustaria grabar discos cada año. Pero entonces no podría hacer nada más y hay cosas que me ayudan a ser un poco más feliz, como estar con Silvia y Nico, leer el periódico después de comer tomando café, y probar con otras disciplinas como los dibujos animados, el cine o el teatro. Por otro lado, necesito facturar trabajos suficientes como pagar la hipoteca del estudio y las facturas. Realmente, hacer un disco de La Casa Azul por año sería una buena forma de quitarme de encima esta estúpida sensación pretenciosa de querer hacer un buen disco cada vez que me enfrento ello. Podría hacer el disco "funk" de La Casa Azul, el "oscuro", el "vital", el "bueno" y "el malo", porque al cabo de unos meses habría otro y ya nadie se acordaría del anterior. Además, en sólo cuatro o cinco años uno podría tener una buena visión "histórica del grupo" que ayudaría a valorar cada nuevo disco de una forma más natural y menos épica. Las críticas y las alabanzas serían más contenidas.... Con un disco cada cuatro o cinco años el nuevo disco siempre parece que tiene que ser o bien una revolución o sino el mayor desastre de la historia de la música grabada. Ese es un peso casi inaguantable para mí, la verdad.
Las giras...
Aún así, hay una cosa muy buena de espaciar los discos en el tiempo: poder estar cuatro años sin salir de gira. Eso para mí es un lujo. Con lo que a mí me gusta la rutina y estar en el pueblo. Con lo poco wild side que soy yo. Y esta cosa socializadora de los backstages... buf, no,... no me desenvuelvo bien.
Como creo que esto no lleva a ningún sitio, voy a aprovechar para salir a comer algo, que ya son casi las cuatro de la tarde. El chino-japonés barato de al lado cierra los lunes y hoy no me he traído comida de casa al estudio. Comeré un bocadillo en El Encuentro. Hacen ese de lomo con pimientos y huevo frito tan rico que llena el estómago hasta la noche. Como al lado del chico que toma los pedidos de snacks del bar. Le veo a menudo y me acuerdo de cuando hace quince años tomaba los pedidos de chocolate y sopas en Almacenes Garcinuño de Badajoz. Prefiero hacer música aunque de vez en cuando me entren profundos ataques de pánico al futuro y haga música por encargo. No me gusta hacerlo porque de alguna forma me siento colaborando en la construcción del nuevo orden mundial, pero bueno, lo hago poco, lo justo. Es como quien come “llardons” de vez en cuando... La verdad es que hoy tengo un poco uno de esos días en los que me entran todos los males porque todo se acumula. Al llegar al estudio he hecho una lista con la cantidad de cosas que tenía que hacer entre hoy y mañana: preparar la liquidación de IRPF e IVA del cuarto trimestre, encontrar una furgoneta de segunda mano para la gira, comprar las tarimas y llamar al distribuidor para verificar que la nueva solución audiovisual que he comprado para los conciertos llegará efectivamente la última semana de enero, preparar lo de las musiquitas del juego-libro de Jelly Jamm, pasarle a Lluís la pista de bombos de las canciones de la gira para que le sea más fácil elaborar algunos de los visuales, comprar los velcros para los cables, los pies de micro, atornillar las ruedas en los flight cases, comprar el ventolín, el pie para el keytar, escribir a Jean Marie, esbozar la letra traducida para Stereototal,... y algunas cosas más. Lo mejor en estos casos es llamar a Marc Rosich. Él siempre tiene muchas más cosas que hacer y aún así, no sé si debido al profundo efecto que parece hacerle el Rescue Remedy, siempre parece tener energía inagotable y buen humor a flor de piel. Le llamo no sólo para desestresarme sino porque tenemos que quedar para enderezar el proyecto en el que me ofreció colaborar. Nunca he trabajado en teatro y me da pánico. Tengo muchas ganas de empezar.
Debería seguir hablando un poco del disco nuevo o algo....
Cinta analógica...
Es la primera vez que he decidido, junto a Xavier Alarcón, hacer un mixdown del disco a cinta analógica y estamos muy contentos con el resultado. Se trata, básicamente, de pasar sub-grupos de pistas digitales a través de una mesa analógica, y terminar grabando la mezcla final en cinta de 1/4”. A partir de ahora vamos a hacerlo siempre así. Me apetece un montón empezar a grabar ya el nuevo disco de mi otro proyecto “Milkyway” con la nueva Studer de Xavi. Le va a ir bien.
When you get caught between the moon and NYC...
Por esa frase Peter Allen ganó un Oscar. Desde pequeño me pareció una preciosidad...fui un niño florecilla, sí. El resto de la canción de Bacharach no me gusta demasiado, pero esa frase es fascinante. En la película salía Liza Minelli, que a su vez estuvo casada, con Peter Allen. Un matrimonio de conveniencia. Les había presentado la madre de Liza, Judy Garland. El primer disco que grabó Peter Allen fue junto a Chris Bell, en el 68. Mucha gente creía que eran hermanos, porque se hacían llamar “Allen brothers” pero no. Es un disco de easy listening muy bonito, à la A&M. En el disco no está la canción “Ten below”, que es una de mis recoleterías favoritas.
These days...
Terry Melcher, el hijo de Doris Day, tuvo una de esas vidas interesantes de leer. Es un personaje clave para entender el desarrollo del surf vocal americano y gracias a él brilló el Mr.Tambourine Man de Dylan en el primer disco de los Byrds. Pero más allá de eso, Terry Melcher grabó un disco de esos que los americanos llaman “obscure”, en el año 74, que incluye una versión absolutamente demoledora del “These days” de Jackson Browne. Aunque la versión de Nico estremece, la de Melcher junto a su madre hace llorar de verdad. De verdad de la buena.
En una de las canciones del disco fantaseé con la idea de sentirme identificado con ellos.
La paradoja...
Sin entrar en valoraciones más profundas, resulta paradójico como un sistema que concibe la libertad individual como elemento sagrado, confluye en un conglomerado de grandes corporaciones que fabrican toda la ropa que vestimos, toda la comida que comemos, la energía que utilizamos y un mass media que fabrica un sutil y aplastante pensamiento único. Esto es así, no entro a valorarlo, lo ultra liberal lleva a la misma uniformización de la que pretende desmarcarse. Sálvese quién pueda.
Montse me ha escrito un e-mail para decirme que debería actualizar la información de las entradas de los primeros conciertos de la gira en Facebook e informar en Twitter. No sé si seré capaz de lo segundo. Hace algunos meses perdí interés en esta última red social por mi incapacidad para sintetizar lo suficiente. A mí me gusta ser exacto en las cosas que escribo. Un día quise poner que estaba escuchando el “Oh girl” de los Chi Lites y que me resultaba sobrecogedora, pero en la “g” de “sobrecogedora” me empezó a aparecer en rojo aquello de -1, -2, -3 y al final tuve que poner “bonita”. ¡Pero no es lo mismo joder! no es lo mismo... Estoy harto de tanta síntesis. Y pensar que cada día decenas de políticos, músicos, arquitectos, deportistas, ¡hasta filósofos! responden entrevistas a través de Twitter. La red está fatal.
Y como todo esto empieza a oler a sarta de sandeces, creo que no voy a decir mucho más. El bocadillo de El Encuentro no me ha caído muy bien hoy, la verdad. Debería haber comido algo más ligero, siempre me pasa igual. Bueno, què hi farem..
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