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21/12/2011

El Periódico.com [sp]: Entrevista "La Polinesia Meridional"



«El sistema capitalista es perverso y maligno»

 

NANDO CRUZ

 

La Casa Azul, proyecto músico-medicinal del catalán Guille Milkyway, edita La polinesia meridional, otro disco de pop euforizante y bailable para superar las crisis del día a día.

 

Guille Milkyway, solo ante el cosmos, en una imagen promocional.

Guille Milkyway, solo ante el cosmos, en una imagen promocional. LLUÍS DOMINGO

 

-El de La Casa Azul es un caso de pop disfuncional sin solución. Compone canciones revitalizantes sobre estar de bajón, lo cual jamás le conducirá hacia la felicidad completa.

-Yo también lo veo así, pero esta contraposición entre el catastrofismo de la letra y la euforia del envoltorio surge de mi incapacidad para componer de otro modo. En el fondo, lo que hago es algo muy folclórico. Es esa cosa de quien canta su mal espanta, tan natural en la música popular.

 

-Hasta las tribus primitivas cantaban para espantar sus males, ¿no?

-¡Seguro! ¡Para ahuyentar los malos espíritus! Yo empecé a componer para quitarme las penas. Me iba mejor eso que explicárselo a un amigo. No es muy glamuroso asumir que yo hago música como terapia, pero es así.

 

-¿Y debemos asumir que un disco feliz de La Casa Azul nunca llegará?

-Quise plantear un disco luminoso y sin sufrimiento, pero esas cosas no las controlas. En la canción La vida tranquila he querido explicar cómo encontrar el equilibrio no resuelve el tema emocional. Llegas al centro del huracán y tampoco allí encuentras la felicidad. No ser capaz de disfrutar plenamente de todo lo que me ha pasado da miedo y rabia.

 

-Precisamente en La vida tranquila se recrea como nunca en sus depresiones hasta que una voz femenina le dice que deje ya de quejarse.

-Esa segunda voz quita hierro a mis lamentos, pero a la vez da un punto épico a la canción. Es la primera vez que busco un contrapunto que denote lo ridículo que soy. Es muy pimpinelesco. Es cómico pero real. Porque cuando dramatizas demasiado haces infeliz a la gente de tu entorno.

 

-Se ha considerado siempre un mal letrista. ¿Hay alguna canción nueva de la que esté algo más satisfecho?

-Siempre me ha costado llegar a ese punto de simplicidad sin pensar q parezco tontito. Esta vez he reescrito muchas y estoy más satisfecho. La vida tranquila es casi mi preferida.

 

-En títulos como Europa Superstar, Sálvese quien pueda y Los chicos hoy saltarán a la pista toma el pulso a la realidad sociopolítica.

-- Compuse Los chicos hoy saltarán a la pista antes de la explosión del 15-M y ahora parece cobrar otro sentido. Pero el sistema nos ahoga desde hace tiempo. Es algo peligroso y catastrófico que me inquieta desde hace años. El sistema económico, el pensamiento único... Todo eso ahoga los talentos, la expresión artística, la posibilidad de manifestarse de forma distinta... Y soy crítico conmigo mismo porque siento que no he luchado lo suficiente contra ello. Mi opción ha sido situarme al margen.

 

-¿A qué se refiere?

-A comprar los tomates en un huerto cercano, a comprar la ropa a gente que me gusta... Esta forma de hacer me interesa mucho porque, aunque yo lo alimente desde la primera fila, veo que el sistema capitalista extremo es perverso y maligno. ¡Yo percibo esa mano negra! En el bar, por ejemplo, veo cómo el tío que trabaja en una fábrica, de golpe es contrario a las huelgas. ¡Esta presión popular contra las huelgas es algo de los últimos 10 años! ¡Y es una tragedia!

 

-Diría que con La Casa Azul no solo propone ciertas músicas, sino también un modo de disfrutar la música: menos cínico, más espontáneo...

--La canción La fiesta universal habla de eso. La intelectualización a la hora de percibir una obra artística me parece un error. Cuando luego hablemos de ella es otro tema, pero es importante, al percibirla por primera vez, conectar por la vía emocional. Este es el sentido esencial del arte. Y poner una barrera a lo emocional es aún más ridículo si hablamos de arte popular, de música pop.

 

-Siempre le ha gustado mostrar abiertamente los trucos que utiliza para componer sus canciones y hacer que suenen tan excitantes. ¿Lo hace para sugerir que la música, al final, es una cuestión matemática?

-Hasta hace poco yo opinaba así: que hay unos recursos determinados que debes modular de modo adecuado. Pero, al final, eso tampoco define una canción. Hay un matiz que la hace especial y el ejemplo más claro es el doo wop. ¿Por qué hay canciones que me llegan al corazón y otras que me pasan más desapercibidas, siendo prácticamente iguales en el 99%? Ese matiz me interesa mucho.

 

-¿Y ese matiz es la magia o un truco que todavía no ha descubierto?

-No tengo ni idea.


 


 

 

 

 

 

 

 

 

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