La Fonoteca [Es]: "Psiconáutica" [Crítica]
Psiconáutica Linda Guilala
Siete años después de su debut, “Bucles Infinitos” (Elefant, 2009), Linda Guilala presentan su segundo larga duración. Veinte temas (más de la mitad no llegan ni al minuto) en los que brillan especialmente las melodías y las voces de Eva.
La grabación, como de costumbre, tiene lugar en su propio estudio, Kaiju (Vigo), mientras que la masterización corre a cargo de Xavier Alarcón en Minilabs Studios (Valldoreix-Sant Cugat del Vallès). Marco Maril (Dar Ful Ful, Apenino) aporta bajo programado en “Abstinencia”.
“Psiconáutica” supone la consolidación del sonido de la banda. Un viaje en el que la electrónica, la psicodelia y el pop se combinan con el shoegaze para curar cuerpo y alma, para dejar a un lado el miedo… “Este es el disco más egoísta y personal del grupo. Es muy explícito. No me corto en hablar de nada. A nivel musical, nos ha servido para decir todo lo que queríamos decir con el ruido. En el plano personal, ha servido para cerrar muchos malos rollos, traumas y problemas no resueltos. Todo eso que está en el disco ha estado en el grupo, pero ahora no está… Cada canción sirvió para curar un trauma” explicaba Iván a Javier Becerra en La Voz de Galicia (17 de junio de 2016). Lo cierto es que las letras del disco se centran en aspectos complejos de nuestra mente… en temores, miedos, fobias, traumas… que controlan y dirigen nuestra vida. En ese sentido el corte más positivo del disco es “Cosas nuevas”, con ese “No es todo mal lo que habita dentro de mí” que trae la luz entre las sombras.
“Principio activo” sirve como introducción, un susurro espacial que anuncia la llegada del “Monstruo”, aunque más bien deberíamos hablar del descubrimiento del monstruo –“No, el monstruo no era yo / y fue casi peor / al fin descubrir / que había estado siempre ahí”-. Un descubrimiento que al final es una liberación y la revelación de que las cosas podrían haber sido de otra forma… “Y pensé después en todas las cosas / que habrían sido distintas / y han destrozado mi vida / por culpa suya...”. La enfermedad como compañera invisible que nos hace dudar de sí somos nosotros los culpables o lo es ella. En ese sentido recuerda al “Dentro de él” de Nudozurdo, un corte más rabioso, cargado también de ansiedad e impotencia -“Le sudaban las manos / y no podía correr / porque quien le perseguía / estaba dentro de él”-.
Después del descubrimiento llega el “Alcaloide”, la medicación, y la idea que “No todo es malo dentro de mí” –“Cosas nuevas”-. En cuanto al sonido tenemos que decir que es menos enérgico que en su anterior entrega pero más rabioso en muchos momentos. Las influencias de My Bloody Valentine, Slowdive o Lush siguen ahí, y los desarrollos shoegaze también, pero nos encontramos con una marcada tendencia a los ritmos profundamente ambientales salpicados de electrónica –“Auto-observación”- e incluso acercamientos dream pop próximos a Beach House, Silvania o Cocteau Twins.
La desnudez emocional de cortes como “Fobia social I” es importante: “No, yo nunca he sido bueno / yo tan sólo vivo con miedo / yo nunca digo lo que siento”. Un corte lleno de aristas, como las de “La última vez (1ª Recidiva)”. Un descenso en espiral hipnótico y obsesivo.
“Accidente” viene a ser la aceptación de que aunque intentemos controlar la situación, siempre puede haber accidentes que se escapan a nuestra razón… “No siempre es posible evitar / hacerle daño a los demás / también hay accidentes”. Un corte que recuerda a unos Planetas pasados de vueltas. Acelerados.
La suavidad pop llega con “Abstinencia”, una letanía eléctrica con una letra obsesiva repetida hasta el auto convencimiento: “Yo, yo que estuve al otro lado / dejé allí mi recuerdo oscilando / Yo, yo que estuve al otro lado / me traje lo peor, el corazón contaminado… Ya jamás logré volver a ser como antes”. En una línea más suave se encuentra “Ansiedad”, pop que termina envenenándose y que viene a ser la constatación de que “Ella me quiere de verdad / no me deja nunca”.
Un disco que podemos catalogar como conceptual sobre un viaje alucinante, parafraseando a Isaac Asimov, hasta lo más profundo de nuestra mente y sus contradicciones. Un viaje que profundiza en las alteraciones químicas que regulan nuestra existencia, nuestros miedos y traumas.
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