El Periódico [Es]: La cantante brindó su electro-pop emotivo en Music Hall
CRÓNICA
El corazón de La Bien Querida
La cantante brindó su electro-pop emotivo en Music Hall
JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA
La Bien Querida tiene un don para componer canciones esbeltas y emotivas, de refinados dibujos armónicos que entroncan con la tradición de la canción melódica popular. Piezas que, en su disco anterior, Ceremonia, tomaron un rumbo electrónico y que ahora, en el nuevo, Premeditación, nocturnidad y alevosía (que reúne tres epés), no apuntan tanto al krautrock como al pop electrónico más corpulento. Parámetros muy ochenteros, que evocan un oscurantismo retro, pero ahí están, por encima de todo, esas composiciones que aguantan cualquier tratamiento.
El jueves, en un Music Hall lleno, Ana Fernández-Villaverde las cantó con un frágil candor que contrastaba con las tramas frías suministradas por David Rodríguez (guitarra) y Frank Rudow (percusión electrónica). Podrían ir un poco más allá en la sonoridad y arreglos, no sonar en ocasiones tanto a New Order (esas líneas de bajo) o al melodrama electrónico de Alaska y Dinarama (Geometría existencial tiene aspecto de sobrina de Perlas ensangrentadas), pero el brillo de sus melodías hizo posible que el público se sintiera conmovido o intrigado sin necesidad de pasar lista a su listado de influencias.
El nuevo disco tiene hallazgos para alinear entre sus hits, comoMuero de amor y la aparatosa Ojalá estuvieras muerto, que sonaron de la mano de felices rescates de Hoy, 9.6 y A veces ni eso. Lástima que a ella se la siga viendo poco confortable en escena. No como Rodríguez, tan suelto que improvisó un fragmento a capela de Como yo te amo, de Manuel Alejandro. «Esto está lleno de románticos, ¿eh?». Sí, pero no lo cuente.