Je Ne Sais Pop [Es]: "Foto Aérea" [Review]
Ibon Errazkin / Foto Aérea
Por Sebas E. Alonso
Una copa en una terraza en Italia, una tarde leyendo en cualquier escenario campestre de la Francia de Éric Rohmer (recientemente recreado en ‘Call Me By Your Name‘), Heidi revolcándose por la ladera de los Alpes suizos, una tarde de domingo escuchando bossa en cualquier lugar del mundo mientras la brisa entra por la ventana… Estos son algunos de los escenarios a los que nos lleva Ibon Errazkin tan solo en los primeros minutos de su nuevo disco, ‘Foto Aérea’, su tercero en solitario, y el primero en 15 años. Justo cuando te estabas preguntando cuándo volverían Single, su último proyecto junto a Teresa Iturrioz (antes ambos compartieron con otras personas Aventuras de Kirlian y Le Mans), Errazkin, que rara vez se lo ha puesto fácil a sus seguidores, vuelve con uno de sus álbumes de música instrumental o casi.
La guitarra es la gran protagonista en ‘Foto Aérea’, sirviendo de hilo conductor a un álbum más variado de lo que parece, en el que Ibon ha querido huir de la esclavitud de la claqueta y los tempos cuadriculados de la canción pop de hoy, para pausar y acelerar los ritmos, dejar tiempo a la respiración y al silencio, e incluso también quizá un poco a la reflexión. Escuchar ‘Foto Aérea’ es, efectivamente, como si nos elevásemos miles de pies del suelo para dedicar un tiempo a divisar nuestra vida y nuestro pasado. Y ojo, no por ello este es un álbum tristón, melancólico ni clásico “como reacción a que ya no se hacen canciones como antes” o a que los hits de hoy sean “demasiado cuadriculados”. Al contrario, justo apetece más acercarse a él a sabiendas de que su autor es un gran seguidor del pop de hoy, de RuPaul a Tomasa del Real pasando por Dellafuente o Bad Gyal.
Eso sí, ‘Foto Aérea’, nada que ver. Con referencias como ‘El gat blanc’ de Toti Soler, cierto aroma mediterráneo e inspirado por una exposición de David Hockney en el Guggenheim de Bilbao y la máxima de los impresionistas de pintar un mismo paisaje durante distintos momentos del año o del día; Ibon Errazkin ha realizado un disco tan bien hilvanado y surtido de guiños que algunas pistas parecen volver y otras se fusionan sin que distingas muy bien cuándo y dónde ha empezado cada una. Lo cual no significa que no haya “highlights”. Lo fácil es encontrarlos en las pistas con voces, pero no son estas las verdaderas razones. Ibon Errazkin se acerca a ser un crooner solvente en la primera vez que se ha decidido a cantar en su vida, en una adaptación de ‘Lazy Afternoon’ de Jerome Moross (1954), pero esa canción ya era una de las mejores del álbum desde que arrancaba con unos teclados psicodélicos que se acercan a las bandas sonoras de Broadcast y Cat’s Eyes.
A tal efecto contribuye la voz de Teresa Iturrioz, que aparece en ‘El objeto’ y en ‘Paradox’, esta última especialmente ya una de las más preciosistas desde mucho antes que emergiera su voz gracias al melancólico arpeggio de la primera mitad. La consecución de emociones mediante percusiones o incluso alguna guitarra distorsionada (‘Las descripciones’) nos hacen preguntarnos por qué Errazkin no desarrolla una carrera como autor de bandas sonoras al modo de Julio de la Rosa, a la postre reconocido y premiado por ejemplo por su trabajo en ‘La isla mínima‘. Su dominio del costumbrismo quedo y de ciertos pasajes de pequeña tensión son muy cinéticos y el interés de su sello Elefant por el cine ya ha dado buenos frutos.
Mención especial merece el acabado dado a ‘Foto Aérea’. Javier Aramburu (Family) ha vuelto a trabajar para realizar la portada, algo que ya solo hace para Single, pero lo realmente noticiable es que Errazkin haya tenido el buen gusto suficiente para, en el videoclip, evitar los lugares comunes pesados y ñoños que parecen casi obligatorios al trasladar el disco a imágenes y palabras (ver inicio de esta crítica); e, igualmente, que Teresa Iturrioz haya evitado lo mismo cuando ha dado título a todas estas canciones, ideando nombres tan ambiguos como ‘El objeto’ y tan llenos de humor como ‘Bona nochy’.
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