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11/03/2015

Notodo.com: "Premeditación, Nocturnidad y Alevosía" [Crítica]



 

 

Como un baile de magos o un Cubo de Rubik que acaba encontrando encaje en el último movimiento, La Bien Querida regresa con su producción más conceptual, cinematográfica, arquitectónica y ambiciosa hasta la fecha. Y es que el triple y mutante maxi-single o EP que Ana Fernández-Villaverde David Beef comanzaron a hacer visible hace unos meses encuentra consumación en la suma de las tres partes, Premeditación, Nocturnidad y Alevosía: una suerte de camino bosquejado que, primero, bucea por las quimeras más leves y maquineras de sus confesiones sintéticas (lo que llaman Premeditación); se adentra en la virulencia del cyberpunk más necroso, tribal, mortuorio, viciado, magnético y, claro, noctámbulo (o Nocturnidad); y ofrece la visión más hedonista, robótica, orgánica y autómata en los singles más clarividentes e instantáneos del disco (la tercera y última de las partes: Alevosía).



Adentrándose en los boquetes del synth-pop más digital, pero ampliando un espectro que sigue manteniendo ciertos puntos en común con proyectos a los que se ha asociado al proyecto (el inmovilismo expresivo de Los Punsetes con el maquinerismo post-bakala de Joe Crepúsculo, el sonido mecánico pulido por Sergio Pérez de SVPER a la producción o la soltura binaria de Hidrogenesse), pero amplificando un sonido de aristas universal, que encuentra en proyectos como los de Purity RingTR/STSFV AcidVesselKyokaChromaticsGrimes Glass Candy aliados globales para un sonido que Fernández-Villaverde enaltece desde la máquina a la pista de baile más necrosada en esta gran ópera en tres actos inspirada en la mitología o en figuras religiosas como Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz.



Inicia un viaje por la electrónica doméstica más aérea y adictiva (Poderes extraños), trafica con órganos de iglesia para componer una sinfonía anti-romántica (Alta tensión), se acerca a las folclóricas cadencias del flamenco para componer una oda al machine pop más tenso (Disimulando), orbita por las atmósferas mecánicas más pesadas de TR/ST o Twin Shadow en una de sus piezas más negras (Ojalá estuvieras muerto), toquetea el bakalao de baja fidelidad más circular para una confesión doméstica (El origen del mundo), juega al tribalismo techno con la espada láser (Encadenados), compone la banda sonora alternativa de una película de David Lynch (Carretera secundaria), simula el aleteo de un helicóptero para volar por pasadizos oscurantistas y propios de artistas como Vessel Don the Tiger(Crepúsculo) y hasta compone alegatos de hedonismo sintético instantáneo que enaltecen su repertorio más orgánico (Música contemporánea), gira sobre su propio eje en una suerte de carrusel synth-pop de juguetería (Vueltas) y hasta esputa una suerte de post-cyber-punk viciado (Geometría existencial). A la máquina, golpes, muerte y baile.


 


 

 

 

 

 

 

 

 

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