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24/05/2018

GQ [ES]: Así vencí el miedo escénico, un curso práctico de Guille Milkyway



Así vencí el miedo escénico, un curso práctico de Guille Milkyway

 

 

Líder esquivo de La Casa Azul, autor de la mejor canción que no ha representado a España en Eurovisión y profesor titular de la Academia de Operación Triunfo, comparte con GQ las claves que le ayudaron a perder el pánico al directo

 

 

 

De repente me acordé de Guille Milkyway, el genio detrás de La Casa 

 

Azul. Ahora es una figura mediática, profesor titular de la Academia de 

 

Operación Triunfo, autor de La revolución sexual, la canción que no 

 

llegó a Eurovisión pero se convirtió en el himno absoluto del pop español 

 

del S XXI, y cabeza de cartel en festivales como el Tomavistas, que tiene 

 

lugar en Madrid el 25 y 26 de mayo. Sus fans de toda la vida lo sabrán, 

 

pero no hace mucho tiempo verle sobre un escenario provocaba angustia. 

 

Recuerdo en especial una actuación suya en la Sala Clamores.

 

Debía ser 2003, la época en la que acababa de publicar su primer disco, 'Tan simple como el amor'. Acudió en solitario, él frente a un teclado y lanzando algunas bases rudimentarias desde el ordenador. Teniendo en cuenta que sus grabaciones están plagadas de arreglos, capas e infinidad de detallitos de producción, no era la forma ideal de presentarse en directo. Se había calado un gorrito de pesca como los que se ponía Liam Gallagher; con cada tropiezo o semifallo se iba haciendo más y más pequeño dentro de él, como si fuera el cascarón de Calimero.

Encuentro la excusa perfecta para llamarle ahora que está arrancando la temporada de conciertos de La Casa Azul. Aún faltan meses para que publique La gran esfera, su próximo álbum, así que ni siquiera tiene un disco nuevo que le empuje a actuar en directo. No hay duda: Guille es el coach que necesita Belén para vencer su miedo escénico.

 

“Es bastante habitual entre la gente que se dedica a la música y cada uno lo gestiona como puede, no sé si yo voy a poder ayudarle mucho”, contesta. “Pero bueno, vamos a intentarlo: esto es lo que a mí me ha funcionado. Me sorprendo a mí mismo: ahora tengo ganas de que llegue el día del concierto”.

 

1. Reconoce las diferencias

 

“Yo siempre he pensado que el estudio y el directo son disciplinas artísticas totalmente distintas. A mí grabar es lo que me realiza, me evade y me permite expresarme. Concebí La Casa Azul sin pensar en que daría conciertos, porque ejercer de maestro de ceremonias requiere unos talentos muy distintos. Por ejemplo, yo creo que no los tengo, pero he entendido que no soy peor músico por eso”.

2. Rodéate bien

 

“En mi caso un problema añadido es que decidí que este era un proyecto individual. Casi no he tenido colaboradores en el estudio siquiera, durante años lo he grabado todo prácticamente yo solo. Siempre he tendido a aislarme pero poco a poco he tenido que reconocer que hay que trabajar en equipo. Me he podido rodear ahora de muy buenos músicos que son además súper amigos míos y eso me tranquiliza. Estar sólo en el escenario crea un vacío que no ayuda nada y cualquier elemento que te hace sufrir lo estás soportando tú por completo. Es una carga emocional que para una persona obsesiva como yo, que se preocupa por todo, no hace más añadir presión. Ahora entiendo que aquella satisfacción autosuficiente absurda que creía obtener yo solo no me beneficiaba nada”.

 

3. Quítate importancia

 

“Me agobiaba que la gente estuviera esperando un directo de La Casa Azul, era una responsabilidad ante la que me bloqueaba y no podía responder. Creía que si no satisfacía las expectativas de los fans, si no conseguiía reproducir fielmente las canciones que tanto les gustaban, estaba fracasando estrepitosamente. Era mentira, a nadie le va la vida en esto. Creer que lo que haces es tan trascendente es incluso un poco altivo. Ir cumpliendo años me ha dado perspectiva y he entendido que la música sirve para limar las asperezas de la vida, no para sumarlas. Ahora cuando hay errores tiendo a reírme más que a preocuparme”.

4. No recurras a sustancias

 

“Nunca lo he hecho de forma consciente o explícita, pero beber una cerveza antes de tocar es cierto que al principio me ayudaba a perder el miedo un poco. En cualquier caso, no es una gran ayuda. Por supuesto, no recomiendo tomar sustancias para salir al escenario. También he tenido miedo a volar y en un viaje a Japón me tomé un par de ansiolíticos y otros tantos copazos para que me hicieran efecto. Me dejó en un estado de catatonia y ni siquiera me dormí. No llegó a ser “un Melendi” pero lo pasé muy mal. No desapareció el miedo, lo vivía todo en un estado latente sin fuerza física ni mental para afrontarlo. No quiero ni imaginarme lo que habría sido eso en un concierto”.

 

5. Se un inconsciente

 

“Si lo hubiera pensado bien nunca me habría presentado a Eurovisión [en 2008]. Me ha encantado el festival de toda la vida y era la primera vez que parecía estar abierto a todo el mundo. Creía que no llegaría a ninguna parte hasta que de repente se empezó a votar y veía que teníamos posibilidades. En [la discográfica] Elefant se agobiaron más que yo incluso, que no acababa de entender lo que se me venía encima. Los días antes de la actuación en la que se elegía al ganador me puse muy enfermo, con una neumonía incipiente y me ingresaron en el hospital con 40 de fiebre, pinchándome cortisona. Ni siquiera tenía voz, fue terrorífico. A pesar de todo, lo hice y quedó bastante bien. El programa se hacía en Madrid y a la vuelta a Barcelona llevaba la furgoneta yo solo con todo el equipo, las pantallas y el atrezzo que habíamos utilizado. Todavía febril, se me pincharon dos ruedas a la salida de Madrid. Tuvo que venir un hombre con una grúa y me remolcó hasta un pueblo de las afueras. Cuando llegamos al taller me reconoció: “tú eres el del casco de Eurovisión”. Empezó a llamar a toda la familia, me dijeron que les había encantado, que qué pena que hubiera ganado el Chiki Chiki y en aquel momento me di cuenta de en la que me había metido… Suerte que no gané, en Eurovisión lo habría pasado fatal”.

 

6. Ponte en su lugar

 

“Ya también he sufrido viendo tocar a otros músicos que lo pasan mal sobre el escenario. Contemplarlo desde el punto de vista del público es muy positivo, te ayuda a relativizarlo todo. Es una buena forma de darte cuenta de que lo importante es que quienes pagan por ir a un concierto quieren pasarlo bien. También de que es muy egoísta que tengan que estar ahí pendientes de ti, cuidándote para que no te vengas abajo”.

7. Acepta tu imagen

 

“Aquel gorro del concierto en Clamores… Soy inseguro en general, también con mi aspecto. Por entonces me estaba quedando calvo y me rapé el pelo al cero. Tardé algún tiempo en identificarme con la persona que era, me costó asumir esa nueva imagen de mí mismo. Uno quiere salir siempre muy guapo en la foto y en los conciertos no puedes ocultar la realidad: eres el que eres. De todos modos, debe ser peor para la gente que es muy atractiva, que además de tener un buen directo tienen que aparecer estupenda. Por suerte o por desgracia no era el caso. Eso no quita para que me presente en el escenario con una estética cuidada, que me haga sentir bien conmigo mismo, guapo y con una imagen acorde a la música que hago”.

6. Ponte en su lugar

 

“Ya también he sufrido viendo tocar a otros músicos que lo pasan mal sobre el escenario. Contemplarlo desde el punto de vista del público es muy positivo, te ayuda a relativizarlo todo. Es una buena forma de darte cuenta de que lo importante es que quienes pagan por ir a un concierto quieren pasarlo bien. También de que es muy egoísta que tengan que estar ahí pendientes de ti, cuidándote para que no te vengas abajo”.

7. Acepta tu imagen

 

“Aquel gorro del concierto en Clamores… Soy inseguro en general, también con mi aspecto. Por entonces me estaba quedando calvo y me rapé el pelo al cero. Tardé algún tiempo en identificarme con la persona que era, me costó asumir esa nueva imagen de mí mismo. Uno quiere salir siempre muy guapo en la foto y en los conciertos no puedes ocultar la realidad: eres el que eres. De todos modos, debe ser peor para la gente que es muy atractiva, que además de tener un buen directo tienen que aparecer estupenda. Por suerte o por desgracia no era el caso. Eso no quita para que me presente en el escenario con una estética cuidada, que me haga sentir bien conmigo mismo, guapo y con una imagen acorde a la música que hago”.

10. Monta un show

 

“La Casa Azul empezó como un grupo ficticio y tenía un componente de fantasía importante que con pocos medios era difícil recrear en directo. Poco a poco fui en esa línea de crear un tema visual más centrado en la imagen para provocar esa evasión que buscaba en los discos. En ese aspecto, creo que hay que pensar cosas que disfruten personas que no sean muy fans del tipo de música que haces. Esa actitud punk de “me la suda todo” te sirve al principio, pero a la larga deja en evidencia todo lo que haces. Algunos piensan que la música es sólo el directo, una concepción limitada e integrista de la música que no comparto. Aún así, no les demos más motivos para que se reafirmen en esa postura y esforcémonos por ofrecer un espectáculo trabajado. Aunque sea egoístamente porque eso reduce considerablemente el miedo escénico”.

 

11. Disfruta con los problemas

 

“Por muy preparado que estés siempre hay imprevistos. No pasa nada. El primer día después de seis años sin dar un concierto tuvimos un problema técnico muy bestia y me vine abajo. Fue mirar al batería del grupo, Guillem, tocando con la alegría y energía que tendría un niño pequeño en un parque acuático, a Paco, guitarrista, sumergido como en un trance, y se me pasó todo”. Gracias, Guille, esto es exactamente lo que Belén necesitaba.

NOTA: Mientras redactaba este texto me escribe la mujer detrás de Belenciana. “Lo mío no es miedo escénico”, asegura. Fase de negación, diagnostico yo. “No, en serio, simplemente es que soy bajista en espíritu, no me gustan los solos de guitarra ni alardear”. ¿Entonces qué pasa con el directo? “Es que queremos hacer una puesta en escena muy guay y la vida real es muy exigente”, explica la pobre. El suyo es un caso clínico y todavía no lo sabe. Pido inmediatamente su ingreso y recomiendo que no le den el alta hasta que sea capaz de hacerse un “irerereré” en Wembley.


 


 

 

 

 

 

 

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