Antes de nada he de decir que soy profano dentro del universo de La Bien Querida, sólo he sentido cierta curiosidad por la bilbaína con la publicación de la trilogía, “Premeditación”, “Nocturnidad” y “Alevosía” (2014/2015), sobre todo por los videoclips realizados, para cada uno de los singles, por un Juanma Carrillo en estado de gracia. Aunque con ciertos problemas de sonido (una voz que en algunos momentos resultaba inaudible) he de reconocer que me fascinaron. El concierto en el Ocho y Medio Club, del pasado jueves, fue un alarde de sencillez, con un poso mínimo de actitud (algo habitual en la banda, según me cuentan), pero con una entrega total por parte de un público que abarrotaba la sala y que se sabían todas las canciones del trío en escena. Los temas se fueron sucediendo sin fisura, exceptuando los problemas que hemos mencionado con la voz, en comunión perfecta con los asistentes. Un repertorio que fue creciendo hasta llegar a los singles más recientes y que me demostraron que hay que pararse a escuchar, más detenidamente, a esta formación, como así lo estoy haciendo estos días.

La velada se completaba con la actuación de Hidrogenesse. Genís y Carlos en estado puro en uno de los mejores conciertos que se les recuerdan. Quizá por un repertorio bien elegido, sola y exclusivamente para hacer bailar al personal y divertirse, con una puesta en escena tan minimalista como eficaz. Desde luego, me quedo con el dúo cuando se desprovee de toda intensidad. Estos sí sonaron perfectos de principio a fin.

Un ocho y medio para este concierto en el que no quedó muy claro quién era el telonero de quién…