Papa Topo
Barcelonés [Es]: Entrevista a Marc Ferrer sobre La maldita primavera Película protagonizada por Papa Topo
Marc Ferrer: “El pop puede convertir la vida en algo más divertido” Es estupendo cuando uno de tus grupos de música favoritos hace una película en la que son protagonistas, una práctica que por desgracia no está muy de moda. Por eso me alegré tanto al saber que lo nuevo de Marc Ferrer (Sabadell, 1984), “La maldita primavera”, es una película sobre los Papa Topo. Conocemos a Marc Ferrer por su trabajo anterior, su primer largometraje, “Nos parecía importante” (2016), que tuvimos ocasión de ver en la pasada edición del D’A, el Festival internacional de cinema d’autor de Barcelona, una película sobre personajes en plena deriva emocional que fuman sin parar y que se deslizan como pueden por los meandros del amor. El amor, la música, el cine, ciertos aires de nouvelle vague y un claro compromiso con el trash son temas y cuestiones estéticas importantes dentro de su breve filmografía, de la que también conocemos algunos videoclips (“Sangre en los zapatos” —junto a Anna Díaz—, “Ópalo negro” y “Akelarre en mi salón”) para Papa Topo y un puñado de cortometrajes.
El buen momento en el que se encuentra la formación liderada por Adrià Arbona, autores de “Ópalo negro”, uno de los discos pop más celebrados de este pasado año, hace que la llegada de una película sobre los Papa Topo nos pille a todos con muchas ganas. ¿Cómo hemos podido tener tanta suerte? Quedamos para hablar sobre “La maldita primavera”, aún sin fecha de estreno y en fase de envío a festivales, en un lugar muy poco trash, mala elección, uno de esos sitios cuquis que abundan por Sant Antoni en los que puedes pedir un licor de jengibre pero no un descafeinado porque solo trabajan un excelente café nicaragüense de buena acidez y mejor aroma. A lo que íbamos, ¿cómo hemos podido tener tanta suerte? “Hay dos puntos de partida distintos. Lo primero, quería contar una historia cuyo inicio fuera una ruptura amorosa, partiendo de la canción de Yuri que da título a la película, una canción sobre las pasiones pasajeras y lo efímero del amor, algo que tenía mucho que ver con mi situación personal. Quería hacer una película sobre eso, o más exactamente, sobre el volverse a enamorar. Lo segundo era hacer una película divertida ambientada en el contexto de un grupo de música. Por lo que se refiere al tema argumental, me fijé en la canción de Papa Topo Je Suis Un Monstre”, explica Ferrer.
Quienes conozcáis “Ópalo negro” sabréis que “Je Suis Un Monstre” es la canción de pop francés del disco, una melodía adictiva trufada de serie Z que narra el avatar de una reptiliana en el planeta Tierra. Este gusto por los géneros más abisales de la cultura cinematográfica aparece de manera natural no solo en el muy variado repertorio de Papa Topo sino también en las películas de Marc Ferrer. Y aunque nos parezca la elección lógica, los topos no fueron la primera opción. “En un primer momento pensé en un grupo ficticio, uno de cuyos miembros se iba a enamorar de una reptiliana. Eso me permitió fusionar los dos planteamientos y de ahí salió la película. Luego se planteó que fuesen Papa Topo y nos pusimos en marcha”.
“La maldita primavera” destila esa frescura, esa urgencia por contar historias y esa absoluta falta de complejos propia del cineasta trash nato. Las situaciones y la galería de personajes resultan divertidos y uno se engancha fácilmente a esta delirante historia sobre lo esquivo del amor, los deseos y la necesidad de redimir a la humanidad entera de sus pecados en la Tierra. Un conjunto un tanto enloquecido en el que destacan los personajes interpretados por Sonia Montoya y Óscar Huerta, bajo y guitarra respectivamente. Quizá se echen en falta más momentos Topo interpretados por el resto de los miembros del grupo, empezando por Adrià. “No fue algo pretendido, la película quedó así. Jane (Júlia Fandos) también sale poco. Intenté pensar en más tramas pero tampoco fue necesario. La película ya tenía forma”.
En este sentido, es probable que los fans del grupo reclamen también más números musicales a cargo de los propios Papa Topo, pero como dice Marc Ferrer, esta no es una película musical a la manera de los Beatles. “Está “Je Suis Un Monstre”, que es un poco el centro de la historia y también hay un par de canciones que ha hecho Adrià para la película, “La llamada” y “Mátame cariño”, que en la peli interpretan grupos de música ficticios. Quería hacer una película sobre la música pop y sobre cómo el pop puede convertir la vida de alguien en algo más divertido. Quería coger a mis amigos y convertirlos en cantantes, sacarles un poco de sus rutinas”.
El carácter coral de la película nos habla de un gusto por el folletín, lo vodevilesco, y por los elencos variados, algo en la onda de las primeras películas de John Waters o de Pedro Almodóvar, directores que se parapetaban tras su propia troupe actoral o star system de andar por casa. Muchas de las caras vistas o atisbadas en la película anterior de Marc Ferrer reaparecen en esta nueva aventura, entre ellas la de la muy icónica y musa local Mónica del Raval. “Después de “Nos parecía importante” me apetecía hacer algo más cómico con ella, me quedé con las ganas”.
El propio Marc Ferrer aparece en “La maldita primavera” interpretando a un director de cine que les propone a sus amigos los Papa Topo participar en una película sobre ellos mismos. El componente biográfico otorga un plus al conjunto dentro de este juego en el que ficción y realidad se entrelazan, se solapan y se confunden. Hay algún detalle argumental que el realizador califica de “exhibicionista” y hace que uno se pregunte si acaso se cortó a la hora de expresar ciertas cosas. “No me impuse limitaciones, si no llego más lejos es porque considero que está como debe estar”.
La militancia trash de Marc Ferrer resulta transparente en cuanto a influencias y referencias, entre las cuales destacan las ya mencionadas, Waters y Almodóvar. “Laberinto de pasiones (1983) es una referencia evidente, sobre todo por el tema formal más que por la temática o el género de la peli, por lo trash, al igual que las películas de Andy Warhol, por aquello de no tener miedo a estar desafinado en la técnica. También aprendí de David Domingo (aka Stanley Sunday). Coincidí con él en el rodaje de un videoclip (“Lágrimas de cocodrilo” de Papa Topo) y estuve haciéndole preguntas. Había cosas que yo hacía por intuición pero él me las verificó, digamos que me enseñó a filmar mal (risas)”.
A esta vena inmunda dentro del capítulo de influencias se suma la mención del cine exquisito y reposado de Eric Rohmer, quizá menos obvia que las anteriores pero también rastreable. “Salvando mucho las distancias, el tono inicial era hacer como una peli de Rohmer”. Y ciertamente, La maldita primavera alterna momentos genuinamente trash con otros más contenidos. Resulta tentador preguntarle a un director que apuesta por lo camp, lo marica, por el pop y por la estética lowcost por su experiencia con la crítica cinematográfica, un sector marcado todavía por la herencia de la tradición heteronormativa. “No tengo mucha experiencia en ese sentido. En su paso por el D’A hubo mucha gente a la que “Nos parecía importante” les desagradó. Hubo a quien le gustó mucho pero también otros a los que no les gustó nada. Hay críticas que la tachan de absurda o de mera encadenación de gags, en fin, hay quien no conectó con la película. Yo creo que si la gente va al cine con unas expectativas de que le cuenten un tipo de película determinada, entiendo que les parezca incluso que están como mal hechas”. En fin, se trata del eterno debate sobre formas canónicas de narrar, jerarquías culturales y demás, algo muy aburrido, así que antes que abundar en este peliagudo tema prefiero despedirme interesándome por lo que se está cociendo en la mente de Marc Ferrer. “Estoy trabajando en el guión de una nueva película, a ver si me salgo con la mía. Se titula La vida es así y sería un poco lo contrario a “Mi vida sin mí” y también a aquellos argumentos sobre personajes que deben afrontar una enfermedad fatal de una manera lacrimógena. La premisa argumental se centra en una mujer que tiene un cáncer y se va a morir, pero ella no lo sabe, lo saben sus hijos, que no quieren contárselo a su madre. La película va sobre eso, los hijos tienen que actuar ante su madre y ésta a su vez —en el momento en el que intuye que va a morir— también se verá obligada a actuar ante ellos. Y de ahí vendría el asunto, que sería que todo el mundo actúa en su vida diaria, así que uno de los temas centrales es que todo el mundo puede ser actor, que es algo que he defendido siempre a través de las películas que he hecho. En realidad quiero que sea una comedia, aunque no lo estoy consiguiendo (risas). Uno de los motivos que me impulsa a hacer la película es porque quiero grabar a una amiga mía haciendo de churrera”. Ficción y realidad, personajes y amigos, en el cine de Marc Ferrer ambas cosas se confunden porque sí, porque hay ocasiones en las que los medios y las historias están más cerca de lo que uno piensa. Y me atrevo a añadir una cosa más, si Alesteir Crowley estaba en lo cierto cuando decía aquello de “Todo hombre y toda mujer es una estrella”, yo me pregunto, ¿por qué no convertir a tus amigos en estrellas de cine?