La Bien Querida
Ruidos y Zumbidos [Es]: "Fuego"
La Bien Querida
Por Alberto Zumbido
Después "De un país en llamas", puede resultar incendiario, explosivo hablar de fuego ¿Un juego de palabras? En algún momento a través de la cuenta de Twitter lo tratamos así. Lanzando mensajes cruzados. Jugar con fuego puede resultar peligroso, tanto fuera como dentro ¿O quizás no? ¿O tal vez sea necesario?
Lo comprobamos de la mano del nuevo disco de La Bien Querida “Fuego” (Elefant Records).
Fuego y amor en una Fiesta de Disfraces.
“Tú conmigo y yo contigo” nos decían en una tarjeta de multicolor.
Invitados estamos.
¿Quién se resiste a entrar?
Cap. 1 En una fiesta de disfraces
La Sala de Fiestas se encuentra al final de la calle, justo en la cera de enfrente del Restaurante chino en la que pasamos siete días juntos. “Bailando, bebiendo, toda la noche”. Los ritmos latinos nos llegan desde el subsuelo, volando como un avión de papel. Nada más entrar Joan Miquel Olivernos dice adiós, “adiós luna llena”. Sí acabamos de llegar ¿por qué te vas “si eres un rayo de luz trepando en mi deseo”? No dejes de llamarme por favor. Nos despedimos, mientras ya pensabas en “Marruecos, El Congo, Burundi”. Siempre serás mi estrella, me dijiste al marchar. Mientras esa guitarra va enmudeciendo los ritmos dub, casi reggaeton que nos han dado entrada. Vestidos de fiesta, tenemos la mecha encendida, para buscar ese preciso momento en el que se dicen las palabras en el oído, a punto de besarnos. Y cuando estás a punto de explotar como “Dinamita”, una orquesta de cuerda te hace bailar, conducir hasta el momento en el que sus brazos te rodean. Y dejarse llevar es la única opción. Suena bonito y lo es. Suena romántico y lo es. Ir a buscarte es la única opción, aún cuando has decidido romper las reglas. Siempre eres tú, tu mirada, tus anhelos. Aunque te escondas tras un disfraz, aún cuando reces para no perderme. Estas ahí, en este preciso momento.
Mientras, vamos hacia la barra del bar: es lo que tiene ir por el lado bueno de las cosas e irlas descubriendo contigo. Aquellos recuerdos del Romancero, sin dejar la chispa electrónica que te hace ensimismarte en los buenos recuerdos, de los momentos pasados juntos. Dejarse llevar por el viento, en el velero, para llegar a buen puerto. Parece la mejor opción en una tarde, apacible, sin sobresaltos, sin mayores Ceremonias.
Así estaban las cosas. Después de darme todo lo que tenías, ¿cómo esperarse el puñal en la espalda? Noches que no fueron tus noches, noches de romería. Te miro a los ojos y te lo digo con una rumba ¿Disculpas? ¿Perdón? ¿Qué como puedes Recompensarme? ¿Serás…? (Al oído tu diablillo te susurra: “Quiero que te sientas como las grandes, como Lola, como Rocío. Con el coño bien agarrado a tu pierna”). Cuando me miras, siento todo tu calor, toda tu fuerza en la mirada, todo el fuego en tus ojos. J entra por la puerta. Para él son tus ojos, para él es todo tu Fuego. Ahora eres tú la rumbera. “¡Vamos!” Grita el Muchachito. Yo sin decir palabra, toco las palmas, mientras pienso cómo puedo recompensarte. Podría decirte que lo sucedido fue sin Premeditación, nocturnidad y alevosía. Fue la noche, la bebida, me dejé llevar. Sigo dando palmas, mientras te veo marchar con el chico del Grupo de Expertos Sol y Nieve. Siempre tan cerca de ti. La veleta giró, ¿no? Nuestras miradas se cruzan y en tus labios puedo leer “No sé como te atreves”.
Cap. 2 Y ahora sí: FUEGO
Encendida la mecha y echada la leña, la llama pronto inunda la habitación con su fulgor. Es el fuego del recuerdo, de cuando te decía aquello de… (Creó que me olvide decir que ya en casa me hice con el mando del tocadiscos, y lo reinicié con una primera vuelta - la cara B- y con la pulsación de las 45 revoluciones por minuto).
Así damos continuidad a nuestro artículo mutante. Intentar empezar de nuevo. ¿Lo ves posible? Aún recuerdo cuando te dije: “conmigo vas a sufrir, no soy bueno para ti”. Caminos que se encuentran en la divergencia. Abrazos en el puente de hierro, una visión del pasado ¿Tenemos futuro? ¡Quién lo dudaría? Coleccionamos recuerdos de nuestro encuentro con Chucho, ¿no echas de menos su voz tras: “Quiero que veas lo que veo…”? ¿No ves la sombra de su figura tras los surcos mutantes del giradiscos? ¿Nos reencontramos Fernando? Sería un inmenso placer Un maestro me enseño que lo permanente es el cambio. Y si aún te recuerdo con faldas, como aquella primera vez que entre en tu cocina, y sonaba Family. Y tú me hablabas de romances y me tarareabas aquello de “El día que te conocí...” Y ahora te escucho de nuevo con aquellos teclados, para recordar que buena era nuestra vida. Permanentemente felices. Sonido de violines. ¿Hay mejor manera de decir que vives entre la esperanza y la decepción? Y aunque a veces penar que eres peor que las demás. No, no lo eres. El culpable siempre fui yo. Por mucho que en este preciso momento te vea bailar a golpe de Depeche Mode, y girar alocadamente tu cabeza con esas guitarras incendiarias, ya te digo que no me veo capaz de salir de mis recuerdos, y de preguntar de una vez por todas “Si me quieres a mí”. Como un niño chico me escondo en el rincón de mis pensamientos, dando una vuelta tras otra a cómo poder recompensarte. No hay duda que tú eres la pieza que me falta, y en ese difícil equilibrio entre el amor mostrado y la oscuridad de la alcoba, siempre pensé que seríamos como la pareja de Calgary 88, la canción de Antonia Font. Patinando, bailando, triunfando. ¡Medalla de oro a la pareja del año! Pero aquí estamos, rotos, buscando la Estrella de David, pero estrellados una vez más. El daño está ahí y los dos lo encontramos en nuestra mirada. Pero “tu eresssss…la fuerza que me arrastra a seguir adelante, la sangre de mis venas”. Y por mucho que el destino nos tumbe el futuro, siempre apareces ante mí, como esa canción de Tom Petty que está siempre en tu cabeza, que siempre te acompaña, los días tristes y los días de fiesta. Mi fuerza mayor, tú.
Podríamos llegar tan lejos, casi la eternidad. No hay mascara posible cuando llegas aquí, nos acercamos como jóvenes recién enamorados a los jardines de marzo, ya va siendo hora de estar a tu lado, de nuevo. Siento el Fuego, tu fuego. Las luces se encienden, la fiesta va llegando a su fin. Las cadenetas por el suelo, las mascaras de cartón húmedas y arrugadas por el sudor y el alcohol de la noche, Tu mirada profunda tras esa preciosa mascara veneciana. Recuerdos de una noche de disfraces, en la que bailamos dub latino, pop electrónico, rumba, canciones de alcoba, y en el que el velero de nuestro amor se mantuvo a flote, a pesar de las tormentas y los corrientes traicioneras. David Rodríguez, gran capitán, bienquerido, en un collage sonoro que amplía nuestros horizontes, pero de la mano siempre de nuestros principios. (Vean la portada que da imagen al post). Una fiesta de disfraces, sin reglas y sin imposiciones. Total libertad. Un nuevo paso a través de grandes canciones, algunas escondidas, que merecen una escucha y otra.
PS1. Me tomé la libertad en este artículo de jugar con las letras de las canciones de "Fuego" de La Bien Querida, buscando y hurgando entre las sensaciones que transmiten. Cómo te llegan y cómo te hacen sentir. Un nuevo paso a través de un correlato de fuego y amor, con grandes grabaciones, por encinma de un disco de conjunto, que merecen varias escuchas. Pasar del calor de 7 siete días juntos y la juguetona venganza que se esconde tras Recompensarte a Fuego, a veces produce frío. Un frío que se va aplaca cuando aprendes a vivir entre la esperanza y la decepción.
PS2. Nuestro artículo mutante no ha terminado aún, sigan atentos a su blog favorito: RuidosyZumbidos. Porque...