La Bien Querida

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23/03/2011

Rese?a "Fiesta"

LA BIEN QUERIDA - FIESTA

No había que aventurarse demasiado para adivinar que el hecho de facturar uno de los discos más aclamados de 2009 sin duda desataría todo tipo de especulaciones, valoraciones y recelos acerca del segundo trabajo de La Bien Querida. La gran mayoría de las opiniones vertidas en torno a “Fiesta” inciden en la idea de si una apuesta por el continuismo estilístico resulta más o menos censurable, perdonable o deseable, o si, por el contrario, deberían experimentar con nuevos sonidos, estilos y tempos para evitar cavarse demasiado pronto su propia tumba. Debate que acaba relegado a un segundo plano, una vez inmersos en la cautivadora belleza de los arreglos, la exquisitez de las melodías, y la asombrosa inmediatez de las letras que conforman este nuevo álbum de una de las mayores joyas del pop nacional descubiertas por Elefant.

Quizás lo más destacable de “Fiesta” es que lo acústico va dejando paso a una mayor riqueza de arreglos, que arropan las canciones con diversas influencias estilísticas y sonoras, y así es como acaba resultando menos monótono y lineal que Romancero. Pocas propuestas como la del tandem que forman Ana Fernández-Villaverde y el ex-Beef David Rodríguez han logrado incorporar con tanta armonía e ingenio elementos y sonidos en principio extraños para el pop intimista y sentimentalmente comprometido. Así, “Noviembre” irrumpe como una ráfaga de viento suave, con un cajón omnipresente, palmas de aires flamencos y unos sutiles teclados, creando un conjunto tremendamente evocador. La forma en que las guitarras rompen la desnuda acritud de “Sentido común” no logra deshacer la desoladora sensación de rabia subyacente. La mansa percusión y las trompetas de aires nazarenos en “Monte de piedad” aportan un halo de solemnidad que nos deja ensimismados con una extraña sensación de recogimiento espiritual. Dentro de esta apuesta por la fusión estilística, también encontramos guiños a la ranchera en la resignada confesión de “Lunes de pascua”, que deja un dulce aroma al final del disco. En la línea iniciada con Romancero, muchas de las letras, despojadas de afectación y exceso metafórico, adoptan como único artificio una estela de inmediatez y aparente inocuidad que acentúa la crudeza de algunas frases, logrando conmover por la pura sencillez de los sentimientos que desgranan, y dejar al borde del sonrojo a quien se vea reflejados en ellos.

Sin embargo, tampoco esquivan un pop más accesible y melódico, de corte rumbero en “Queridos tamarindos”, con unas trompetas intensamente adictivas; en la insólita y atrayente producción de “Piensa como yo”; o en la declaración de intenciones en “Me quedo por aquí”, su propuesta más abierta y luminosa hasta el momento. Dentro del compendio de recursos desplegados, es imposible no rendirse a las cálidas y seductoras resonancias árabes que exhibe el incontestable single "Hoy", y su fascinante juego de voces, o resistirse a tararear la interesante y palpitante "La muralla china", impregnadas ambas de esa urgencia y frescura de las guitarras de Los Planetas. Me inclino a pensar que sobre muchos de sus seguidores sobrevolará el deseo de que La Bien Querida, convertida en la faraona de su ópera egipcia, decida explorar el pop-rock arrebatador, emotivo y vibrante de los granadinos como principal alternativa estilística, y así lograr de paso apostar a una carta más segura en sus directos.

Mientras tanto, como queriendo replicar las opiniones que la balancean entre la veneración incondicional de unos y la amenaza de rechazo de otros, La Bien Querida parece reivindicar una evolución comedida, aunque firme, de sus planteamientos iniciales. Demostrando al mismo tiempo que es posible una fusión serena, casi natural, con universos estilísticos infrecuentes o casi en las antípodas del pop, que puede reforzar enormemente su poder de transmitir sentimientos a flor de piel, y revestir de una sana coherencia su forma de entender la canción de autor.
DJ Farrow