Cooper

Cooper / Mi Universo

Crítica de "Mi universo", el nuevo disco de Cooper, un ejemplo de integridad, coherencia artística y sobre todo constancia.

Cooper / Mi universo 
Elefant Records (2011) - Crítica por J. J. Caballero

Un ejemplo de integridad, coherencia artística y sobre todo constancia, mucha constancia. En el eterno debate mods-rockers un personaje como Alejandro Díez empataría por goleada, porque en contra de la opinión general su trayectoria, aunque escorada hacia un sonido analógico y sixty por excelencia desde que fundara en el León de los 80 a los fantásticos Flechazos, nunca ha dejado de mirar al horizonte del rock con mayúsculas, facturado con el corazón y entregado con la cabeza. Y ahora, con este nuevo disco estrenado de forma peculiar, ha llegado la hora de la verdad. La hora de reconocer que estamos ante un artista con un universo propio y bien amueblado, por el que se cuelan retazos psicodélicos como en el tema que abre y titula el disco, ‘Mi universo’, disparos de power-pop siempre envuelto en aroma british, bien dirigidos en ‘Cortometraje’ (sus referencias cinematográficas también son patentes en este corte) y ‘Primer día’, tema en el que aprovecha para hablarnos de su reciente paternidad y de paso dedicar la letra a su hija, otra muestra de entrega y de sinceridad lírica.

Original y decidido, el bueno de Cooper presentaba estas nuevas canciones una a una y día a día en diversas webs musicales, en las que colgó los vídeos correspondientes a modo de tour virtual, una forma diferente y trabajadísima de dar a conocer un disco que, aparentemente, apenas difería de los anteriores. Tal vez si lo comparamos con el anterior, ‘Aeropuerto’, que no era sino una recopilación, aumentada con tres temas, de los EPs que había venido editando previamente y que parece el formato en el que se siente más a gusto, esta nueva colección no llega de forma tan inmediata y precisa de varias escuchas para apreciar la belleza de algunas joyas como ‘Alicia’, un envolvente medio tiempo en el que los ecos de los escoceses Teenage Fanclub o los propios Byrds son evidentes, o el precioso guiño a su antigua banda contenido en ‘La señal’, de trazo más americano. El lado británico, el que siempre le ha sido más afín, lo aborda ‘En la basura’ –no se dejen confundir por el título-, y ‘El regalo’ se convierte en uno de los momentos más pausados e intensos del disco.

No todo es tan soleado entre estos surcos, pues también amenazan algunas sombras entre las guitarras mancunianas de ‘Carrusel’ que no llegan a nublar la querencia mod tradicional de otras dos perlas que ya están entre lo mejor de su repertorio, ‘Arizona’ y ‘Saltos de esquí’. Para poner la guinda a tan sabroso pastel, por primera vez en su carrera el propio Cooper se asoma a la portada con un toque francés con la fundación Vasarely de fondo, una imagen brillante que se convierte en puro arte y que habla bien claro del metódico trabajo de su protagonista, que capitanea una banda donde Mario Álvarez toca la segunda guitarra, Daniel Montero pulsa las cuatro cuerdas del bajo y Nacho García se atrinchera tras los tambores. Una banda más que rodada a la que esperamos ver muy pronto en directo para confirmar las excelentes impresiones que hemos extraido de la escucha de sus trabajos.

Un último apunte: se han ido a grabar a Londres, a los míticos estudios Konks, actualmente casi fuera del circuito musical y puestos en venta por sus dueños ante el desinterés de las instituciones locales y la falta de financiación. Gran parte de la historia del pop británico y universal ha tomado forma entre esas paredes, propiedad de los hermanos Davies, otrora fundadores de los imprescindibles Kinks. Y si añadimos que la producción ha llevado la batura de José María Rosillo, responsable del sonido de algunos discos de Russian Red, Kikí D’akí, La Buena Vida o The Sunday Drivers, igual cerramos esta reseña de la forma adecuada. Ahora nos vamos a casa a pinchar un vinilo que parece más redondo que ninguno.