Trembling Blue Stars

TREMBLING BLUE STARS
Fast trains and telegraph wires
Elefant

“Her eyes were like stars, trembling blue stars”. Cita recogida por aquella tímida escritora francesa llamada Dominique Aury que escribió en su libro de sumisión sado-masoquista “Historia de O y que el cuarteto londinense hicieron suya desde que aquel abril de 1996 se abrieran camino a golpe de aflicción sonora con su fantástico “Her handwriting”.
Pero el interrogante se cierra y quedamos helados. Cuando en 2005 llegaron noticias de que Trembling blue stars abandonaban la presentación de sus discos en vivo, para muchos quedó la esperanza de romper en mil suspiros de aliento la suavidad de sus teclados en nuestros oídos a través de sus entregas de estudio. No ha sido así y parece que el grupo de Londres se despide definitivamente, claro, por la puerta más amplia; desde esa mirilla se ve cerrar un ciclo de grandes composiciones y nos deja un dilatado margen para la alucinación dramática de sus canciones, en un álbum doble -uno de ellos la parte primera de un ep- con los sonidos característicos de la banda (My face for the World to see, pieza inapelable de voz y sonido del cuarteto), y la melancólica voz de Bobby Wratten y Beth Arzy.
Crescendo de voces y coros (In arrivals), suaves sonidos en base a la repetición de sus sintetizadores y voz femenina etéreos y delicados tintineos (Frosting o la ambiental Outside) en baladas atmosféricas. The imperfection of memory, donde colabora la cantante y periodista musical Cath Carrol (y se ve la mano descarada de Ian Catt) es la canción que Saint Etienne envidian por falta de aliento de sus últimas entregas y los resplandecientes suspiros de voces y arreglos de The dark World of the broken son ejemplos flamantes de un grupo que si bien buscó muchas veces la desesperanza en sus letras (Sometimes I still feel the bruise de su “Broken by Whispers”, obra maestra del pop atemporal de estos últimos años), de amor, soledad y añoranza amorosa, otras veces comunicó con holgura lo radiante de sus estrofas, muchas veces más brillantes e inmediatas que los estribillos.
No siempre conciliando las bases electrónicas con la compañía inefable de la batería (fantástica Cold colours) sino haciendo olvidar que esos ambientes se pueden resolver de forma más llana (The hidden quarter ó The lowest of Arc, con la colaboración del antiguo amor de Wratten, Anne Mari Barker-Davies), Trembling blue stars dejan centelleando a las estrellas. / Ángel Del Olmo