Zona De Obras [Es]: Las bodas de plata de los sellos indie españoles
BREVE HISTORIA: SELLOS, BANDAS Y FANZINES
La historiografía musical no es ajena a lo cíclico. Como ocurre con las fases de la historia, hay una relación causa y efecto entre etapas, una voluntad de dinamitar los cimientos de la generación anterior para crear algo nuevo, o como mínimo, tener la sensación de estar ante algo rompedor y genuino. La historia de la música en España no ha sido la excepción.
La explosión creativa de la Movida condujo a un período de resaca, unos años de vacío e indeterminación que fueron la antesala a la eclosión de una nueva generación dispuesta a pasar página para poder dejar escrita la suya. Eran finales de los 80 y bandas como Aventuras de Kirlian, Surfin Bichos, Corn Flakes, Cancer Moon y Vancouvers son las primeras en salir al encuentro, pero pronto les siguen muchas más: Los Planetas, Sexy Sadie, Australian Blonde, El Niño Gusano, Sr. Chinarro, Manta Ray, Penélope Trip, Le Mans, La Buena Vida, El Inquilino Comunista y un largo etcétera.
«Fue un primer período que se caracterizó por la inocencia, la pasión y la inconsciencia. Nadie pensaba que eso podría convertirse en un trabajo» (Carlos Galán)
A su alrededor empiezan a proliferar los primeros sellos independientes cuyo germen, en la mayoría de los casos, se hallará en la edición de un fanzine; publicaciones elaboradas partiendo de una voluntad rompedora y entusiasta y que se utilizarán además como plataforma para lanzar discos, singles, EPs o recopilaciones de grupos, a semejanza de las publicaciones homólogas en tierras anglosajonas.
Uno de ellos fue el sello Subterfuge, nacido al amparo de un fanzine homónimo, ambos capitaneados por Carlos Galán, quien tras veinticinco años sigue al frente junto a Gema del Valle de una de las marcas independientes con más solera del país: «Fue una etapa muy inconsciente. Lo de editar el fanzine y publicar el trabajo de algunos grupos, más de amigos que otra cosa, nació como un hobby.Fue un primer período que se caracterizó por la inocencia, la pasión y la inconsciencia. Nadie pensaba que eso podría convertirse en un trabajo».
Carlos Galán (Subterfuge Records)
Una visión romántica que comparte con Jordi Llansamà, la cabeza visible deBCore, el sello barcelonés que este año alcanza los veinticuatro años en activo:«Fue una época de mucha excitación, todo era nuevo y cada lanzamiento era como una fiesta. Las cosas se hacían con mucho amor, ilusión yamateurismo».
Desde ese impulso amateur se fueron asentando los sellos pilares del movimiento indie en España. Uno de los más destacados y longevos es Elefant Records, proyecto levantado en 1989 por Luis Calvo a raíz del fanzine La línea del Arco, y el primero en ofrecer una oportunidad a bandas comoFamily, Le Mans, Beef, Los Flechazos y en acercar algunos de los trabajos de grupos internacionales que se erigían como faros del movimiento. Una labor, la de Calvo, que no quedó solo circunscrita a su trabajo para Elefant; fue también el principal impulsor de la sala Maravillas –centro del trajino indie en la capital–, formó parte de la organización del primer FIB –el festival ligado por excelencia a la escena–, y se volcó en la desaparecida revista Spiral, así como en varios programas de radio.
También surgidos durante esa etapa primeriza de 1989 y comienzos de los 90 se encuentran sellos como Acuarela, quienes oficializaron su entrada en la escena el año 1993 cuando editaron el primer EP de Sr. Chinarro, y que este año cumplen sus veintiún años en vida; arrancando andadura también durante ese año, y aún dando guerra, se encuentra Jabalina, por donde han pasado grupos como The Yellow Melodies, Polar o más recientemente Klaus & Kinski, Pumuky o Parade; en la misma promoción del 93 irrumpió Green Ufos, primero como distribuidor discográfico y desde 2001 publicando sus propias referencias; un año antes surgió Siesta, sello madrileño estrechamente ligado a La Buena Vida; y a esa primera hornada también pertenece Grabaciones en el Mar, compañía fundada por Pedro Vizcaíno en Zaragoza a principios de 1994, por la que transitaron grupos de la primera oleada del indie, como El Niño Gusano o La Habitación Roja, y que este año alcanza la veintena.
Aunque la presencia más longeva de todos los sellos indies españoles la marcaMunster Records, que también arrancó de forma espontánea y poco predeterminada en 1983, alrededor del fanzine La Herencia de los Munster. A partir de entonces Íñigo Pastor, su máximo responsable, ha ido configurando un catálogo ecléctico e inusual, editando tanto referencias underground del punk y el garage de distintas partes del mundo como estilos tan minoritarios en nuestro país como el beat, la cumbia peruana, la salsa o el soul psicodélico, y sin olvidarse de los representantes patrios –en Munster se editaron trabajos de Cancer Moon, Sex Museum y Los Enemigos, entre otros.
En años venideros se sumarían a la fiesta de los sellos indie más actores. Es el caso de Astro, compañía que arrancó en Gijón en 1996 con el tercer y último trabajo de Penélope Trip, y que al poco tiempo trasladó sus oficinas a Madrid para dar cobijo, bajo la dirección de Roberto Nicieza (batería de Australian Blonde), a trabajos de Niños Mutantes, Nosoträsh, Manta Ray y también de su banda, Australian Blonde. Dos años más tarde nacía el barcelonés Houston Party, que iniciaría andadura como sello y distribuidora editando y acercando los trabajos de grupos internacionales de la escena y que sufrió un giro de 180 grados en 2008, pasando de discográfica a promotora de conciertos y programadores de festivales, una decisión tomada tras percibir las dinámicas inestables que modificarían para siempre el mercado discográfico.
A mediados de los años 90 el indie se había implantado plenamente a lo largo y ancho de la geografía española gracias en parte a la labor desempeñada por estos sellos y a su olfato por descubrir y apostar por esas nuevas bandas. Unboom que a su vez contó con el respaldo vital de publicaciones musicales(Rockdelux, Ruta 66, Spiral, Factory, Mondosonoro, Zona de Obras) y Radio 3 en las ondas, festivales organizados a su alrededor y una extensión de la etiqueta indie hacia otros ámbitos de la cultura.
Era el estallido de la escena, la gran inundación a la que, como suele ocurrir, le seguiría un período de sequía…
CRISIS DISCOGRÁFICA: ADAPTARSE O MORIR
Una primera etapa marcada por el amateurismo, por un quehacer más apoyado en la pasión que en la razón, fue suficiente sin embargo para erigir un sello con un estilo característico, la mayoría de veces marcado por la visión y el criterio de una o dos personas. Proyectos que se podían ir al traste a los pocos meses de aventura, o por el contrario salir reforzados para profesionalizarse. Aunque pronto aparecerían los primeros escollos…
«Fue una época de mucha excitación, todo era nuevo y cada lanzamiento era como una fiesta. Las cosas se hacían con mucho amor, ilusión y amateurismo» (Jordi Llansamà)
La popularización de Internet, la globalización, las nuevas tecnologías, los derechos de autor y la venta directa serían las primeras señales de cambio en el sector discográfico. Sin embargo, el sismo que modificaría para siempre las placas tectónicas, no solo del suelo indie, también el de las multinacionales, fue la revolución digital, que trajo consigo una lacra muy pesada: la piratería… y con ella la consecuente crisis, la primera de las muchas que la industria discográfica acarrea desde entonces.
Un terremoto que alteró de forma radical todo el panorama discográfico español, precipitando cambios estructurales en la mayoría de sellos, incluso en algunos de ellos, exigiéndoles un cambio de modelo para persistir.
Es el caso por ejemplo de Subterfuge, que se vio empujado a reorientar y ampliar su radio de acción: «Antes eran varias las empresas que trabajaban alrededor del lanzamiento del artista: un distribuidor, un editor, un manager, etc., mientras que ahora la tendencia son las compañías 360; es decir, una sola empresa desarrolla todas esas facetas que atañen al artista», reflexiona Galán.
Un adaptarse o morir del que no se han podido deshacer desde entonces. La llegada del streaming, la proliferación de Spotify, Deezer, Youtube, iTunes u otras plataformas online, unido a agravantes locales, como la subida del IVA o la propia crisis económica que aún repercute en todo el consumo, especialmente el cultural, ha provocado que la mayoría de estos sellos sigan andando con pies de plomo sobre el mercado, alerta a los distintos riesgos y muy atentos a los cambios, con el fin de adaptarse a las nuevas exigencias del presente.
Jordi Llansamà (BCore Disc)
«En los 90 era muy difícil tener una buena distribución y llegar a la gente. Ahora llegas, pero queda muy poca gente que consuma música de manera tradicional. La música se ha convertido en algo que acompaña a otras cosas, ya sea ocio, marcas… La gente que vive la música de una manera diferente es solo un reducto como los coleccionistas de discos, amantes del formato, etc.)», comenta Llansamà. A lo que añade: «Nosotros nos hemos adaptado a los nuevos tiempos teniendo nuestro catálogo digitalizado y en todas las plataformas. Pero no hemos dejado de lado la esencia de nuestro sello, que es el formato tradicional. Hemos seguido editando vinilos y vendiendo discos. Más que una variación del modelo tradicional, ha sido una adaptación a nuevas demandas y maneras de consumir música».
Pero no solo los sellos se han visto obligados a readaptarse a los nuevos tiempos y desempeñar nuevos roles dentro de la industria, también el artista ha visto modificado su ecosistema, tal y como señala Galán: «Todos nos hemos readaptado al medio. El trato con los artistas y el lanzamiento del disco se desarrolla ahora de otra manera. Antes los presupuestos casi no se discutían y la recuperación de la inversión se daba por segura. Ahora los artistas deben lidiar con presupuestos más pequeños, las inversiones en marketing son más humanas que económicas. En las grandes compañías se ha terminado con todo el tema de los adelantos y las preventas. Hoy el panorama es totalmente distinto a lo que podía ser en los años 80 y 90».
¿UNA LUZ TENUE EN EL HORIZONTE?
Una travesía repleta de obstáculos, de subidas y bajadas pronunciadas, de puertos de montaña que parecían inalcanzables. Pero pese a la meteorología adversa, la mayoría ha permanecido en carrera, tal y como demuestran las bodas de plata, mayorías de edad y otros longevos aniversarios que celebran muchos de los sellos mencionados en este artículo.
Celebraciones encomiables que manifiestan la ilusión intacta y el fervor desbordado que rodea a los máximos responsables de dirigir el rumbo de estas discográficas. Y que pese a los tiempos convulsos vividos –y los que vendrán–, coinciden en la grata experiencia que les ha supuesto estar detrás de ellas. Una experiencia que, pese a los altibajos, todos coinciden en que no estarían dispuestos a cambiar.
Y el futuro lo afrontan con esa misma actitud positiva y esperanzada. Tirar la toalla, o embarcarse en otros menesteres, supondría renunciar a su principal fuente de pasión, sería renunciar al poder de la música.
«El futuro lo afrontamos con ganas y buenas expectativas. Existe un reducto de gente interesada en la música con un enfoque diferente a la simple comercialidad y el ocio» –pronuncia el responsable de BCore.
Aunque algo más cautos se muestran cuando se les pregunta por la conveniencia de abrir un sello discográfico a día de hoy.
«A mí me gustaría creer que sí. Porque me gustaría que otras personas tuvieran la oportunidad que tuve yo. Pero lo veo mucho más difícil. No a nivel de infraestructuras, que ahora es muchísimo más fácil, pudiendo colocar las canciones en plataformas digitales y con la distribución desplazada a Internet, pero lo veo más complicado porque ahora hay muchísimas propuestas, todo el mundo se vuelca en la Red, y algo muy importante, se ha perdido el apego a lo físico. Con lo cual me gustaría creer que hay opciones de que la gente viva nuestro sueño pero lo veo muy complicado, e incluso, si me apuras, poco recomendable». Es la respuesta de Galán mientras que Llansamà apuntala: «Sí, si lo dotas de una estructura mínima y es más un hobby que una actividad profesional. O si es un plus a tus ingresos principales. Internet da mucha libertad en este aspecto. Puedes hacerlo desde la habitación de tu casa».
No son buenos tiempos para la lírica. Ni para la música ni para cualquier otra disciplina cultural. Por ello, más que nunca, es necesario preservar los portadores de la historia reciente, en este caso de la música de nuestras tierras, rendirse a su labor y celebrar su resistencia ante todos los reveses. Felicidades y larga vida.