Probablemente, este el el disco de nuestro catálogo que más expectación ha despertado entre público y medios. Y no es para menos. Esto no se debe solámente a la extraordinaria calidad de los dos maxis precedentes (cuyos sendos temas titulares, “Mi Novela Autobiográfica” y “Yin Yang” reaparecen en el álbum) sino a que, con cada nuevo disco LE MANS se reinventan y dan un gran paso adelante, nos desvelan una nueva pieza de uno de lo…
Probablemente, este el el disco de nuestro catálogo que más expectación ha despertado entre público y medios. Y no es para menos. Esto no se debe solámente a la extraordinaria calidad de los dos maxis precedentes (cuyos sendos temas titulares, “Mi Novela Autobiográfica” y “Yin Yang” reaparecen en el álbum) sino a que, con cada nuevo disco LE MANS se reinventan y dan un gran paso adelante, nos desvelan una nueva pieza de uno de los puzzles más sorprendentes y fascinantes del panorama pop mundial (si ésto os suena exagerado, simplemente recordad la secuencia “Entresemana”/”Zerbina”/”Saudade” e intentad encontrar un grupo con una evolución tan increíble y a la vez tan aplastantemente lógica). Pues bien, aquí está la pieza definitiva.
Porque “Aquí vivía yo” (título precioso y evocador donde los haya) es EL DISCO de LE MANS. Sabemos que esta frase puede sonar hueca y predecible en el contexto de una hoja promocional; puede que incluso los más escépticos piensen que, despúes de discos tan completos y conseguidos como “Entresemana” y “Saudade” , el grupo de San Sebastián estaba inevitablemente avocado a repetirse. ¿Más de lo mismo?
Los casi ocho minutos del tema con los que comienza el disco nos demuestran que el abanico estilístico de LE MANS aún podía abrirse más: “Canción de Todo Va Mal” es una sorpresa en progresión constante: sobre una misteriosa, casi tribal base programada se van incorporando poco a poco todo un desfile de melodías e instrumentos (guitarras, trombones, mandolinas, piano) en un brillantísimo crescendo, coronado finalmente por la voz. El resultado es completamente distinto a cualquier cosa que LE MANS hubiesen hecho en el pasado, sin dejar de sonar 100% a LE MANS. Esa es la tónica general del disco: no hay una ruptura radical con trabajos anteriores, pero el conjunto está muchísimo más logrado y el resultado es excepcional. Parte de esta brillantez hay que achacársela a la producción, transparente y trabajadísima, aunque es evidente que, en conjunto, ésta es la mejor colección de canciones que los donostiarras nos han entregado nunca. ¡Qué ya es decir!
Mención aparte se merecen las letras: Teresa Iturrioz se consolida como la mejor letrista de nuestro país: el romanticismo, la fragilidad, la melancolía propia de sus pequeñas historias cotidianas de amor, desamor, aburrimiento y cansancio por la vida suelen estar coloreadas por un sutilísimo sentido del humor -tan sutil que desgraciadamente pasa inadvertido para muchos-, que ayuda a quitarle un poquito de hierro a la desazón de temas como “La Princesita”, consiguiendo provocar una sonrisa de complicidad mientras que, sin que te des cuenta, se te va encogiendo el corazón al escuchar la historia de la princesita encerrada en su torre que no ha visto nunca el mar. Sin duda, Mari Carmen Santonja estaría orgullosa de ella.
Jone Gabaraines un elemento fundamental para que todo ésto funcione. Imposible no emocionarse ante esa voz temblorosa, hipertímida, cristalina... Como una Astrud Gilberto perezosa, recién levantada, posee ese encanto eternamente amateur, una deliciosa inseguridad que siempre acaba jugando a su favor, encajando perfectamente en su papel de chica buena-para-nada (“Mi novela”, “Papá Negro”), aburrida de todo (“Canción de Todo Va Mal”, “¡Ay! Que Triste Estoy”) , que es abandonada (“Aquí vivía yo”, “No vino...”) o que abandona (“Yin Yang”), con idéntico estado de ánimo, sin levantar la voz más de lo necesario.
Con unas letras tan brillantes, y una intérprete tan especial, muchos grupos se permitirían la licencia de descuidar la parte estrictamente “musical”, de darle un papel secundario. Pero en LE MANS también está Ibón Errazkin, guitarrista y arreglista dotado de una sensibilidad, cultura musical e imaginación inigualables. Sus canciones están tan bien construídas, tan llenas de detalles de exquisito buen gusto, tan repletas de melodías y acordes bellísimos, que en ocasiones (“Una Mujer Expansiva”, “Balalaika”) no necesitan voz alguna para provocar el mismo efecto de embeleso.
Todas estas cualidades están presentes en LE MANS desde los días de AVENTURAS DE KIRLIAN. Pero nunca se habían mostrado de una forma tan transparente y rotunda. Y el resultado es uno de los mejores discos -si no el mejor- editado en este país en muchos, muchos años (¿décadas?)
“Sic Transit Gloria Mundi”, un pequeño gran himno de despedida con las voces invitadas de Josetxo Anitua (CANCER MOON) y Tito Pintado (TELEFILME, ANTI) cierra el disco de forma rotunda, como un perfecto broche de oro a un trabajo, y a una carrera que quedará como una de las más completas, inspiradas y brillantes de todos los tiempos. Cuando dentro de unos años alguien se proponga hacer balance de lo que ha sido el pop en los últimos diez años, el nombre de LE MANS estará ahí, en letras mayúsculas, en un lugar destacado, como un nombre ineludible, una referencia básica. Sin duda. FIN.