Trembling Blue Stars

the last holy writer; trembling blue stars, elefant 2007
por manoloDomínguez
 

el dream pop casi veinte años después de the field mice solo puede llamarse trembling blue stars. y no solo por la presencia de bobby wratten, sino por la melancolía de sus canciones, porque son los únicos que pueden sonar a new order (“this once was an island”) o the cure (“the coldest sky”), dos bandas tan personales, sin dejar de sonar a ellos mismos. por esa extraña capacidad para conseguir que su música pueda, a la vez, parecer encontrarse más a gusto en un segundo plano, como agradable compañía, y sin embargo conseguir llenarlo todo de extrema belleza.

the last holy writer, el disco que nos concierne (aunque podríamos hablar de cualquiera de los seis de su carrera), es el nuevo álbum de estudio de una banda que hace unos meses decidió dejar de tocar en directo. si el motivo de aquella decisión es centrarse en la composición y grabación de nuevos temas, bienvenido sea, porque en estas doce nuevas canciones se demuestra que siguen muy en forma, combinando la voz de wratten con la de beth arzy y acertando siempre. confirmando, en definitiva, unos postulados que a estas alturas no hay forma de resquebrajar, pero incluyendo algún cierto apunte experimental (“schnee glestcher glas”) o de épica orquestada (la final “a statue to wilde”, que podría acercarlos a los cocteau twins) que no llegarían siquiera a poder catalogarse como evolución o nueva dirección en su carrera.

escuchando a trembling blue stars uno se puede llegarse a preguntar si eso de tocar la fibra sensible es algo tan sumamente matemático que, una vez que encuentras la fórmula, ya te sale hasta sin querer. porque canciones como “november starlings”, “this once was an island”, “idyllwild” o “sacred music”, parecen hacer confundir lo simple con lo sencillo. después, te pones a recordar y encuentras miles de ejemplos de flautas que solo suenan una vez y es cuando entiendes el mérito de alguien como bobby wratten que, primero con the field music y ahora en trembling blue stars, lleva ya casi veinte años metido en casi todos nuestros momentos de soledad melancólica.