San Francisco
Las Provincias [Es]: Hoy te vas a enamorar [Entrevista]
Paco Tamarit, vía San Francisco, sigue teniendo una capacidad innata para cincelar verdaderas píldoras repletas de buenas vibraciones
Paco Tamarit es de ese tipo de persona a la que, cada vez que te encuentras con ella, te entran ganas de achucharla. Las buenas vibraciones que desprende tienen gran parte de culpa. También, su obsesiva pasión por las melodías preciosistas y el pop. Pero no cualquier tipo de pop, sino aquel de esencia cultivada, repleta de arreglos de ensueño, de referencias de altura. Porque Tamarit es uno de los guitarristas más versátiles que ha dado la música valenciana en los últimos años. Lo demostró con The Flauters, donde evidenció su vertiente más rockera, aunque también apuntó hacia la dirección que decidió tomar tras la disolución de aquellos: Sí, el pop. El mismo que predicó junto a su hermana María en Serpentina, cenit absoluto de la melodía etérea y ensoñadora, que vio publicadas algunas referencias cuyos títulos lo decían todo (Blancamañana, en 2004, y Planeando en tu azotea, en 2008).
La última de ellas vio la luz con Elefant Records, precisamente, el mismo sello que se ha encargado de dar forma física a Ada, un mini-elepé que, por fin, certifica oficialmente la existencia de San Francisco, la última aventura del músico: «Soy un gran admirador del sello Elefant. Me chiflan la mayoría de sus referencias y eso me hace sentirme muy conectado con ellos. La mejor prueba se sonido de mi vida fue en una fiesta de Elefant en Siroco. Entre grupo y grupo, Luis Calvo iba pinchando una música tan bonita, y mucha de ella tan desconocida para mí…. Aquello fue como terapéutico. Tenía claro que Elefant debía ser mi primera opción, la primera puerta a la que llamar. Y así fue».
Y, efectivamente, como estaba escrito, aquella puerta se abrió para dejar pasar a aquellos seis pequeños seres gestados desde hace tres años en diversos estudios, prácticamente en solitario, por el propio Paco (su queridoLuis Prado, al que sigue unido a través de Señor Mostaza, también se deja ver con algún teclado y alguna batería), en compañía de Carlos René, sin duda, trascendental en el resultado final de este disco, ya que, además de encargarse de algunos instrumentos, también ha trabajado en la producción y masterización: «Conozco la música de Carlos, y en sus trabajos siempre he detectado un equilibrio entre tradición y modernidad pop. Sabe hacer que el electro pop suene clásico y que el sunshine pop suene moderno. Era la persona indicada. Bueno, en principio pensé en Jeff Lynne, pero se me iba el presupuesto», bromea un Tamarit que, durante un tiempo, ha conseguido que aquellas seis criaturitas (y otras más que asoman por la ventana) correteen y jugueteen con su familia, porque, desde hace tiempo, el universo personal y profesional de la columna vertebral de San Francisco no se entiende sin ella: «Tener hijos es lo mejor que me ha pasado en la vida. Bueno, que me está pasando. A pesar de ser agotador y de que cada día se convierte a veces en una batalla, es sencillamente maravilloso tener la oportunidad de redescubrir muchas cosas a través de la mirada de los niños. Jugar con ellos, hablar con ellos, leerles cuentos… ¡Eso es la vida! Es cierto que cuando fui padre, el tiempo se redujo a casi cero, pero esta nueva realidad me hizo organizarme y sacar el tiempo y la energía de debajo de las piedras. También la paternidad me ha hecho descubrir un montón de cosas de mí mismo. Los niveles de generosidad y paciencia se disparan hasta cotas desconocidas», confiesa.
Quienes le conocen caerán en que estas afirmaciones eran previsibles. Pacoes una especie de niño con pinta de cuarentón. Cuando aquellos seis seres comenzaron a hablar, lo confirmaron. Sobre todo, los más precoces: Ada hoy se va a enamorar, Todos los besos del mundo, El lugar que te enseñé. ¿Qué ventajas e inconvenientes tiene tratar de no hacerse mayor del todo, y recurrir a esos recuerdos de la infancia-adolescencia que nos hicieron más o menos felices? «Creo que el pop es un lenguaje que se lleva estupendamente con todas las sensaciones adolescentes. Con esos dramones que, alimentados por un ego desproporcionado, rompen corazones en mil pedazos. A nuestra mirada adulta esos sentimientos le parecen insignificantes: “Yo, aquí, rellenando el modelo 130 de la Agencia Tributaria y me llegas ahora con que has visto al chico que te gusta sonreírle a alguien que no eres tú….”. Parade tiene una canción maravillosa en su disco Inteligencia artificial, que se llama Rey Consuelo y tiene una parte central que habla un poco de eso».
Sensibilidad. Ese es otro de los calificativos que nos quedaban pendientes para seguir montando ese ‘TENTE’ en torno a la figura de nuestro protagonista. Y modestia. ¿Es la misma que te hace idear esas creaciones tan sumamente personales, pero, en cambio, limita tu vertiente más ambiciosa? «Más que modestia, yo diría que es una mezcla de sentido común y prudencia. Me gusta mucho la música que hago. Seamos serios, si no me gustara y aún así me empeñara en componerla, grabarla, cantarla y promocionarla, saldría mi foto en el periódico, pero por otras razones, ya que todos los psiquiatras del mundo estarían frotándose los ojos, estudiando mi caso y debatiendo encendidamente entre ellos sobre el origen de mi trastorno. Sin embargo, desde que maduré en este sentido hace muchos años, tengo muy claro que la música toca los corazones que toca y no siempre de la misma manera. No puedo dejar de pensar que hay un montón de personas con mucho criterio musical y mucha sensibilidad a quienes mi música no les dice absolutamente nada», se sincera, mientras una traviesa Una vaina bajo tu cama tropieza detrás de él con un cochecito de bomberos y se marca un sonoro trompazo. Eso nos hace recordar que, a lo largo de su carrera como compositor, Tamarit ha venido cultivando, también, algunas letras, a primera vista inocentes, que esconden, en ocasiones, elementos agridulces, dramáticos, con cierta mala leche, incluso tenebrosos. ¿Es meditada esa combinación tan peculiar? «El agridulce es uno de mis sabores favoritos. Pero me gusta que predomine el dulce. A veces, me sigue pasando, aparecen la señora Irónica y el señor Sarcástico a arruinarme el pastel. Son unos filtros adultísimos que me gusta encontrármelos cuando leo una entrevista a Billy Wilder o Woody Allen, o cuando brotan de la mirada de George Sanders en Rebeca, o en Eva al desnudo. Pero si hay algo que no soporto es la ironía y el sarcasmo gruesos. Tengo una canción inédita todavía que habla un poco de eso. Se llamaRegreso al futuro. Me gusta mucho tocarla en directo y tiene una estrofa que dice “hoy comprendí que mi memoria se ha convertido en una mariposa que vuela sobre mi oreja y habla de cosas que nunca debí pronunciar: sarcasmos de garrafón, sentencias muy mal traídas…”. Vamos que no me entusiasma recordarme agudo e incisivo. Hace que me ponga rojo», sentencia.