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24/07/2014

El Tonto De Las Luces [Es]: Green Mountain, sobre el Maldaltura 2014



El pasado 19 de julio se celebró la primera edición del Maldaltura, Festival de Música Independent de Llessui, y fue una experiencia extraordinaria. Llessui es un pequeño pueblo de alta montaña situado a más de 1.400 metros de altitud, en la comarca del Pallars-Sobirà (Lleida). Reconozco que no tengo distancia emocional, puesto que el festival lo organiza la asociación discófila l’Eix del Mal – formada por Raúl Hinojosa y Rubén Jiménez, conocida en Barcelona por sus sesiones de escucha colectiva de discos – a los que me siento muy cercano por simple y pura amistad. No obstante, y pese a la sobreexcitación que produjo en amigos y familiares la celebración del Maldaltura, sí creo disponer de distancia crítica para hablar de la intensidad y la solvencia del cartel que l’Eix del Mal llevó a las verdes montañas pirenaicas.

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De entrada, la apertura del festival con Dofí Malalt siempre me pareció un acierto; un solo músico (de Lleida, además), un sonido raro, enajenado, particular. Entiendo que no fue la música más amable para ganarse la complicidad de una parte de la audiencia – la local – que llegaba al prado más por simpatía y curiosidad que por interés en las bandas, pero su concierto marcó el tono y la actitud de la primera edición del Maldaltura. Una carta de presentación arriesgada pero poderosa, anómala pero seductora. Con su guitarra, su armónica y siempre cantando a un nivel próximo al grito, el Dofí abrió con su folk turbio para transmitir un mensaje claro: “este festival va muy en serio, y el esfuerzo de subir hasta aquí os va a merecer la pena”. En definitiva, un músico fuera de lo común que inauguró el Maldaltura a base de canciones voluntariamente destartaladas y frenéticas que en la calma recuerdan a Neil Young y en la furia a Neutral Milk Hotel.

A continuación, Neleonard ofrecieron, para mi, el concierto más emocionante del festival. Pop puro, de manual, a dos voces (a lo Belle & Sebastian, o la Buena Vida), con melodías perfectas y canciones de esas que te atrapan y luego no puedes quitarte de la cabeza (Agosto, Capital…). Un momento precioso bajo el sol de tarde, que dejó a la mayor parte del público ansioso/a por escuchar ya el disco que preparan con Elefant Records. Y de hecho, no me extraña que Elefant se haya fijado en ellos, puesto que su música – al menos para los que nos acercamos a los cuarenta y hemos estado de los 20 a los 30 escuchando pop en camiseta de rayas – recupera el pop brillante de los noventa que siempre caracterizó al sello (aunque no todo sea brillante en Neleonard; sus canciones también tienen oscuridad).


 


 

 

 

 

 

 

 

 

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