Milkyway
El País, Smoda [Es]: Por qué Guille Milkyway de OT es lo mejor de la televisión pública actual
Por qué Guille Milkyway de OT es lo mejor de la televisión pública actual
El líder de La Casa Azul ha logrado con sus clases en la academia de Operación Triunfo que TVE ofrezca un inesperado servicio público, acercando la historia de la música a la generación que nunca ha gozado de un programa de referencia al respecto.
En la película de 2003 Escuela de Rock, un irreverente guitarrista recién expulsado de su banda acepta un puesto como profesor sustituto en una exclusiva escuela de primaria. Aunque el personaje interpretado por Jack Black no tiene ni idea de enseñar y su visión de tan prestigioso alumnado es más que condescendiente, al toparse con sus aptitudes en la clase de orquesta decide utilizar el talento de esos niños prodigio para transformarlos en un potente grupo de ‘rock duro’. El filme de Richard Linklater (Boyhood), alabado por la crítica y todo un taquillazo en Estados Unidos, pasó sin pena ni gloria por las salas españolas, quizá debido al boicot autoinfligido por uno de los peores doblajes que se recuerdan. No sabemos si alguien en la productora Gestmusic ha decidido impugnar esta injusticia histórica, pero en la actual edición de Operación Triunfoestá gestándose el que podría ser el perfecto remake cañí. Cambiando el rock por el indie y la música clásica por el flamenco pop, Guille Milkyway ha decidido poner patas arriba los cimientos de la Academia y regalarle a TVE un inesperado ejemplo del servicio público que debería estar ofreciendo. E internet está como loco por la música.
No muchas veces Twitter se pone de acuerdo en algo. En los últimos meses, la carga de trabajo del canguro de Pastor y Ferreras, las dotes para la comedia de Chiquito de la Calzada y la excelencia de las lecciones del líder de La casa azul han obrado el milagro. La red social está llena de oyentes anónimos de sus clases, que abogan además porque TVE ponga a su disposición los mismos apuntes con los que cuentan los aspirantes a cantante. “Os voy a contar las cosas desde la perspectiva de alguien que es un apasionado de la historia de la música. Que le apasiona David Bowie, Elvis Presley y Los Beatles, pero está también interesado tanto en el reggaetón, como en el trap o la canción melódica española. Es importante que mantengáis una actitud no ortodoxa, sin prejuicios, porque si vosotros sabéis de las cosas, si podéis defender lo que hacéis, lo tenéis todo ganado”, explicó en su primera clase este experto en revoluciones sexuales y ahora también académicas.
Cada una de sus disertaciones cuenta con una media de 12.000 visitas en Youtube, un dato alejado de las actuaciones más brillantes o los momentos de distensión en la casa pero que suponen un rayo de esperanza por los miles de usuarios que entran en la cuenta de OT para pasar una hora escuchando la asignatura, a priori poco interesante, de Cultura musical. Teniendo en cuenta, además, que los más jóvenes pertenecen a la generación que ha crecido sin programas musicales en la televisión (no, los concursos de cantantes son otra cosa) e ignoran que la pequeña pantalla pueda ser un espacio didáctico al respecto, que les abra los ojos a otros géneros y estilos. Aplauso, Tocata o Música Sí suenan a chino a los nacidos durante los años 90, dando lugar a situaciones como la protagonizada por Aitana. Esta catalana de solo 18 años, habitual favorita en esta edición, confundió a Pink Floyd con Pignoise, en un malentendido que enervaría a cualquier melómano. Pero no a Milkyway. Una de las razones de la atracción de sus lecciones es su falta de prejuicios, desmontando todos los tópicos que serían atribuibles a una figura de su prestigio. Los mismos que desmontó él aceptando un puesto en el programa, sorprendiendo a todos aquellos que miran por encima a la nueva casta de ‘triunfitos’ que nada tienen que aportar a la industria. Se equivocaban.
El cantante, DJ y productor es un profesor tan atípico como interesante. Ataviado cada día con zapatillas, vaqueros de pitillo y una camiseta tan ajustada al cuerpo que imagina curvas en el abdomen donde no las hay, aun en 2017 escandalizaría en un claustro de profesores clásico. Su estilo de enseñanza se nota inexperto, su discurso es errático y se desvía de los temas con facilidad, pero lo subsana con el entusiasmo que transpira cada uno de sus argumentos. Aunque es consciente de que la mayoría de los oyentes de su clase nunca han oído hablar de él y su objetivo es engrosar las filas de la legión flamenquito pop, el género por antonomasia en la radiofórmula nacional, no rehúye el conocimiento hardcore a través de su propia línea de tiempo de la historia musical. “Un libro de instrucciones que hay que leerse antes de jugar con el juguete”, según sus palabras, con la que disipar las dudas que pueden surgir al intentar diferenciar el jazz del soul o definir estilos como el surf y la psicodelia.
Milkyway demuestra que otra aproximación divulgativa a la música es posible. Desmontando, en contenido y forma, los criterios academicistas que hasta ahora solo han servido para discriminar y señalar como analfabetos a toda una generación a la que no se le ha ofrecido nunca una alternativa atractiva para no serlo. La misma que, como demuestran las cámaras que escudriñan cada rincón del aula, recibe con la boca abierta la revelación de que ese Beggin de Madcon que tanto escuchan en Los40 ya lo cantaba Frankie Valli & The Four Seasons en el 67 o que el icónico tema Misirlou data de mucho antes del estreno de Pulp Fiction o la cover de los Black Eyed Peas. Que el rock nació en la guitarra de Sister Rosetta Tharpe, otra mujer sepultada por el machismo histórico. Que lo de John Lennon ya lo anunció Buddy Holly y que la madrugada que se estrelló la avioneta que les trasportaba a él, Ritchie Valens y The Big Bopper, como apunta el verso del clásico American Pie, también falleció la música. La misma que se encarga de resucitar poco a poco el DJ cada miércoles en una hora semanal de la que la cadena pública debería tomar nota y prorrogar, o replicar, más allá de la vida útil del talent. Ya es hora de que la música también cruce la pasarela.