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22/03/2019

Je Ne Sais Pop [Es]: "La Gran Esfera" [Crítica]



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La Casa Azul / La Gran Esfera

Que Guille Milkyway llame a su primer disco como La Casa Azul en casi 8 años un “disco de transición” no plantea el mejor escenario posible para el que ha de ser su gran regreso a la actualidad musical tras haber triunfado con sus singles para Fangoria y haber sido profesor de Operación Triunfo 2017. Demasiado tiempo ha pasado para que Milkyway reaparezca con una obra dispersa o mal enfocada. Él explica en las entrevistas que se refiere a que es un disco hecho a retazos de lo que han sido varias versiones de ‘La Gran Esfera’, y que pasado tanto tiempo -la primera versión del álbum data de 2013- ya no se identifica con gran parte del material contenido en él, por lo que lo considera el final de una etapa y el principio de otra. En este sentido – y solo en este sentido- puede entenderse ‘La Gran Esfera’ como un disco de “transición”, porque musicalmente estamos ante una obra definitiva y redondeada como lo han sido sus trabajos previos, aunque ahora parece que “definitiva” también en el sentido literal del término, al menos de momento.

Las nuevas canciones de Milkyway hablan del “fin del amor”, lo que en el universo de La Casa Azul equivale al fin del mundo. Así, la euforia y subidón de serotonina que siempre ha caracterizado al proyecto se contamina con unas letras llenas de angustia por el final de ese amor idealizado, propio del “Shangri-La”, que ahora da paso a la “rutina”, a “semanas y semanas de letargo feroz” y al descubrimiento de cierta “ineptitud” ante los problemas o de una tendencia a huir de ellos a través de la música o el trabajo. El caos vital descrito en ‘La Gran Esfera’ llega a una conclusión feliz por suerte, cuando en el tema titular Milkyway describe que por fin ha visto “la luz del alba”, dejando en esta por otro lado conmovedora canción cierto poso de tranquilidad que hace sonar menos irónica una de las primerísimas frases que escuchamos en el disco, cerrando así círculo: “qué bonita es la felicidad”.

La frase pertenece a ‘Podría ser peor’, el primer single del álbum que conocimos en 2016 (sí, en serio). El suficiente tiempo ha pasado para dejar a un lado su posible continuismo respecto a ‘La Polinesia Meridional’ y considerarlo, sin ninguna duda, uno de los singles más certeros y emocionantes publicados jamás por La Casa Azul, la prueba de que un estribillo aparentemente lineal puede ser también un chute de emoción como pocos. La canción es además reflejo de ese sonido “más reposado” y amable del que nos ha hablado Milkyway en nuestra entrevista con él publicada este jueves, sobre todo en comparación con canciones como ‘Los chicos hoy saltarán a la pista’. Si antes La Casa Azul sonaba ultra revolucionado, ahora lo hace sin el ultra. ‘Saturno (Todo Vuela)’, con su ritmo acelerado disco-punk, si bien aún revestido con el artificio J-pop habitual, puede ser la que más recuerda a La Casa Azul de antaño, resultando otro pequeño caramelo pop en su discografía.

Si ‘La Gran Esfera’ reduce carga sonora respecto a álbumes anteriores, no así sucede con la emotividad de las melodías de Guille Milkyway, en modo “on” absoluto incluso cuando el músico vira hacia el trap como en ‘A T A R A X I A’, una canción que ha producido reacciones radicales en nuestro site, pero que en mi opinión ha resultado ser todo un “grower” gracias también a su videoclip; o sobre todo cuando Guille busca en él un nuevo pelotazo pop como los que encuentra en ‘El final del amor eterno’, que suena tan libre e ideal como ese estribillo sobre dos amantes “rodando por las laderas”; y en el subidón de adrenalina de ‘El colapso gravitacional’. Quizá el marco sonoro más liberado que propone Guille en ‘La Gran Esfera’ dé pie a que otros estilos convivan en el álbum de manera natural, como sucede con el synth-pop de ‘El momento’ -probablemente la canción más desnuda del disco a nivel personal- o en ‘Ivy Mike’, el segundo buceo claro del disco en un sonido próximo al top 40, menos decidido en cualquier caso.

Canciones como la festiva ‘Hasta perder el control’ o la contundente ‘Nunca nadie pudo volar’ (¿ya toca reivindicar el dance-pop de 2011?) no terminan de conformar una segunda mitad de ‘La Gran Esfera’ tan buena como la primera, pues están tan lejos de la espectacularidad de ‘Podría ser peor’ como de la de los varios singles que Milkyway ha hecho con Fangoria, incluyendo ‘¿De qué me culpas?‘. En cualquier caso, el músico ha tomado una buena decisión acotando su disco a 10 pistas, pues no parecen necesarias muchas más para sumergirnos en su concepto lleno tanto de luz y oscuridad como de mil y una referencias científicas, lo cual no es nuevo, pero sí parece llevado a otro nivel con sus menciones al “EVO láser” y el “micro-TIG”, a la “ataraxia” o el mérito que supone encajar en una canción tan europop como ‘Nunca nadie pudo volar’ un concepto como el de “cámara anecoide esferoidal”. El álbum suena bien acabado pese a surgir de varios proyectos distintos y cierra esa trilogía de álbumes de la que ha hablado Milkyway en las entrevistas con firmeza. No es redondo como esa “esfera” representada en la portada del disco, pero se le acerca mucho.

   

 


 

 

 

 

 

 

 

 

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