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30/11/2017

El Confidencial [Es]: Putochinomaricón, el letrista pop más corrosivo de la red



Putochinomaricón,

el letrista pop más corrosivo de la red

  

 

Su estilo es extremadamente sencillo y pegadizo, pero va más allá del “petardeo” habitual en el tecnpop nacional. Su inspiración habitual son las disfunciones de la gente más cool

Para muchos oyentes, la primera canción que escucharon de este joven artista fue 'Tú no eres activista'. Se trata de un reproche a los miles de personas que presumen en redes sociales de su elevado sentido de la justicia. El estribillo, que tiene aire de himno, dice así: “Tú no eres activista/ solo sabes compartir/ en tu muro mil noticias/ que ni siquiera diste clic”. ¿Cuántos “amigos” y “seguidores” así tenemos en nuestras cuentas de Facebook y Twitter? El autor, Chenta Tsai, explica sus motivaciones: “La canción surgió en febrero pasado cuando estaba fregando y hablando con una familiar sobre los incendios forestales en Chile. Estos fuegos provocados causaron gran indignación en redes sociales y se organizaron muchos actos para recaudar fondos para ayudar a los bomberos. Mi familiar asistió a uno de estos “eventos” y comprobó que prácticamente estaba vacío en comparación con el revuelo en la red social. Empezamos a cuestionar la importancia del equilibrio entre el activismo en la red y el activismo en la calle. Quizá no es suficiente con dejar un comentario y un emoticono de cara enfadada en un artículo, como suelen hacer estos autoproclamados activistas”, señala.

El estilo musical de Putochinomaricón es extremadamente sencillo y pegadizo, pero va más allá del “petardeo” habitual en el tecnpop nacional. Su inspiración habitual son las disfunciones de la gente más cool, moderna y presuntamente sofisticada.

El imperio del narcisismo

 

 

Otra de sus bombas pop ataca el narcisismo que domina la cultura contemporánea. Se titula “Tú vida nos da (un poco) igual”. La letra, afilada y corrosiva, cuestiona actitudes con las que todos nos podemos identificar. “Instagram es el imperio del narcisismo, por eso lo adoro. Es una plataforma costumbrista y vacía. Muchas veces resulta paródico el contenido tan banal que puede llegar a compartirse. Hay un montón de “artistas” que van de dioses porque copian los estilismos de Lotta Volkova y se creen DJs porque en las fiestas saben darle al botón de play en el Spotify. El ensimismamiento cool me da pereza, especialmente en la industria de la música”, denuncia.

 

También se alegra de que muchos oyentes se hayan abierto a artistas post-género. Su canción más reciente, 'El test de la Bravo y la Superpop', es una crítica contra la época en que las revistas para adolescentes fomentaban los estereotipos sexuales. “La letra habla sobre la conformidad de ideologías tóxicas como puede ser el binario y el mito del amor romántico. Gran parte de la culpa la tienen esos medios y revistas que comprábamos de pequeñes y consumíamos sin crítica alguna. Gracias por inculcarnos ideologías heteronormativas de mierda”, proclama. Chenta nos envía sus respuestas en género neutro, escribiendo una “e” donde habría que escoger entre “o” para el masculino y “a” para el femenino.

Ser migrante en España

 

Curiosamente, estamos ante uno de los primeros artistas pop españoles de origen migrante en recibir atención de los medios españoles. ¿Diría que somos un país acogedor? “Conozco a muchos hermanos con un talento impresionante que por tener que ganarse la vida no pueden dedicarse a la música. En ese sentido, soy consciente de mis privilegios. Yo al menos tengo documentación, papeles, educación... He visto y sufrido acosos, discriminación y racismo, pero no estoy encerrado en un Centro de Internamiento de Extranjeros (la puta cárcel, para entendernos). No hay apenas artistas migrantes porque las políticas de inmigración lo impiden. Por otro lado, la industria está muy cerrada a lo diferente, a artistas que no sean escultóricos y blancos”, denuncia.

Lo que explica no son meras especulaciones, sino problemas que ha vivido en primera persona. “Yo daba clases en Usera a niños y adultos asiáticos del Este. Les enseñaba integración a la cultura y a la sociedad española, además del idioma. En sus vidas, realmente, apenas hay tiempo para el ocio. Una de mis alumnas era una joven de diecisiste años, recién inmigrada, que tenía que cuidar de sus hermanos y su familia la mayoría del tiempo”, lamenta.

El nombre de su proyecto, Putochinomaricón, sigue la estela de otros músicos (Niggers with An Attitude, Cornershop) que escogieron expresiones racistas para bautizarse. “Reapropiándome de estas tres palabras pierden sus fuerzas opresivas, sus malsonancias, sus contenidos obscenos e insultantes…Ojalá un día acabaremos quedándonos con un significante neutro. A pesar de ello, la mayoría de gente no entiende la intención subversiva de Putochinomaricón y me ha traído muchos problemas con alguna censura y malentendidos cómicos en la calle”.

 

Contra el “capitalismo rosa”

 

Como se puede intuir por su nombre de guerra, estamos ante un artista de sexualidad no normativa. De hecho, fue invitado a actuar en la pasada edición del Orgullo Gay en Madrid. A pesar del interés que ha despertado en la comunidad LGTBI+, se muestra muy crítico con la manera en que esta se ha institucionalizado. Incluso utiliza la expresión “capitalismo rosa” para referirse a cómo se han doblegado ciertas asociaciones gay ante los centros de poder. “La fiesta del Orgullo nunca me ha representado como homosexual asiático del Este. El Orgullo Crítico siempre es y será mi casa y siempre me sentiré representado por ellos. La mercantilización afecta a la comunidad porque resta su intención reivindicativa para centrarse en ofrecer beneficios económicos de empresarios externos. No estoy en contra de la fiesta, si no se puede bailar no es mi revolución, pero no me parece correcto que se imponga al mensaje de revueltas como la de Stonewall y al legado de nuestras hermanas Sylvia Rivera y Marsha Johnson. No puede ser que la fiesta eclipse la reivindicación”, explica.

A lo largo de su vida, Chenta ha sufrido diversos tipos de discriminación.“Desde acoso escolar hasta ataques en las calles y las discotecas. Pienso por ejemplo hombres exotificándome y viéndome como su fetiche. También sesiones de fotos donde me piden que pose ‘más oriental’. O trabajos para arquitectura donde piden ‘gente presentable’. La mayoría de las discriminaciones vienen irónicamente del colectivo LGTB+. Pensaríamos que siendo minoría entenderíamos y empatizaríamos con nuestros hermanos, pero este no suele ser el caso”, explica.


 


 

 

 

 

 

 

 

 

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