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25/11/2013

Web Oficial de Nino Bravo [Es]: Nino Bravo A Fondo por Guille Milkyway [Entrevista]



Nino Bravo A Fondo

 

Guille Milkyway: "Me imaginaba lo que pensaría Nino al hacer los nuevos arreglos de sus canciones"

Entrevista al artífice del último  álbum de Nino Bravo, "En Libertad (By La Casa Azul)"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Guille Milkyway es de esas personas que aman la música por encima de todo, y cuya existencia no sería entendida sin esa pasión musical. Un amor sin convencionalismos ni clichés, sin géneros ni estilos. Su dilatada carrera como compositor, arreglista y productor le llevó de ser el líder del proyecto "La Casa Azul" a ganar el Goya a la mejor canción por su colaboración en  la película "Yo, también". 
Su identidad es propia e inconfundible: Guille ha traspasado fronteras entre estilos y, a lo largo de su carrera discográfica, ha firmado canciones tan redondas, adictivas e irresistibles como “Superguay”, “La Revolución Sexual”, “Todas Tus Amigas” o “Cerca De Shibuya”. Sin embargo, durante los últimos meses se ha enfrentado a uno de los mayores retos de su trayectoria, crear un nuevo álbum de Nino Bravo con la tecnología del siglo XXI. Hemos podido hablar con él sobre el desarrollo y creación de este disco que nos devuelve al mítico artista valenciano.

 

Guille, ¿cómo conociste la música de Nino Bravo?


No lo recuerdo, porque creo que Nino Bravo lo fui escuchando prácticamente sin darme cuenta. En mi casa había algún disco suyo y era algo tan popular que, a la mínima que estuvieras en un entorno donde se escuchara música, escuchabas a Nino Bravo. Pero escucharle de forma activa desde muy pequeño, porque con 13 años ya compré el LP “Un Beso y una Flor” y en ese mismo momento estaba empezando a descubrir a Los Beatles y otros grupos que me gustaban mucho y me influyeron. Me enfrenté a todos esos estilos musicales a la vez y sin demasiados prejuicios, situándolos todos en el mismo nivel. Para mí, los discos de Nino Bravo han tenido mucha influencia porque desde muy pequeño me ha fascinado el tratamiento de la épica sonora a todos los niveles, desde su interpretación hasta los arreglos y la producción. Me ha fascinado siempre. Su música me ha acompañado toda la vida y muchas veces lo he puesto como ejemplo de que tratar la épica de forma radical no tiene por qué ser una cosa dura y agresiva sino que puede hacerse de forma muy dulce.


¿Cómo surgió la idea de actualizar el sonido de las grabaciones de Nino Bravo?


Fue a través de Universal Music. En 2013 se cumplen 40 años de su muerte, su discográfica tenía la intención de hacer algo especial y alguien pensó en mí. En principio la idea artística no estaba muy clara: se quería hacer algo, pero no se sabía exactamente el qué. Yo tenía muy claro desde el principio que, en caso de aceptar algo así, quería huir de cualquier proyecto oportunista. Si se hacía algo, tenía que ser “per se” artísticamente grande y solvente. A mí me horroriza el oportunismo en estas ocasiones y la mayoría de veces que escucho nuevas grabaciones de éxitos de otros artistas sufro… Por un lado pensaba que era fascinante hacer esto y me hacía una ilusión increíble, pero por otro lado quería huir del oportunismo. Hicimos las primeras pruebas en dos canciones, todo el mundo estaba muy contento y sorprendido por los resultados y, a partir de ahí, yo propuse que lo que debía hacerse era dar un enfoque artístico atemporal y clásico, dejándonos la idea de modernizar y actualizar simplemente por el hecho de deconstruir a Nino Bravo. Es decir, con toda la naturalidad del mundo, quería hacer un disco nuevo de Nino Bravo, en 2013, pero con intención artística y enfoque clásico, atemporal.


¿Qué criterio se siguió a la hora de seleccionar las canciones del álbum?


Es una mezcla de la visión artística, de lo que yo pensaba que debía ser un setlist equilibrado, con otros muchos factores. Yo tenía muy claro que no quería que pareciera un grandes éxitos que simplemente sonara como excusa para volver a vender discos de Nino Bravo, y además lo veía una oportunidad para intentar dar luz a canciones que han estado un poco ensombrecidas por los grandes hits, ésos que casi han dejado de ser de Nino Bravo y han pasado a ser del pueblo como “Un beso y una flor” o algunas otras. Es decir, a nivel artístico quería encontrar canciones a las que pensaba que se les podía sacar brillo por mi visión artística del asunto… Al ser una decisión que se tomó previa a trabajar de forma activa en el proceso, tengo también que reconocer que tuve miedo de acercarme a canciones míticas que son hitos de la historia pop española como “Noelia”. Para mí, “Noelia” es la canción pop perfecta: a nivel de composición, de interpretación, de arreglos y de producción. Enfrentarme a esa perfección del original se me hacía muy difícil, pensaba que yo no podía aportar nada. Es cierto que al final, después de todo el trabajo, salí reforzado y quizá ahora pueda enfrentarme a otras canciones, pero creo que es una selección de canciones muy equilibrada; hay algunas un poco menos conocidas y otras que sí pueden encuadrarse dentro del hit, por decirlo de alguna forma.


¿Durante cuánto tiempo has estado trabajando en este disco?


Desde finales de mayo hasta la última semana de octubre. He estado en el estudio de forma muy intensiva. Diría que es la vez en mi vida que más intensivo ha sido el trabajo de estudio, pues estoy hablando de sesiones larguísimas, de estar 20 horas en el estudio, dormir 5 y volver a estar otra jornada de 20 horas… Lo he vivido todo con mucha implicación. Yo hago mucho trabajo de estudio individual y he pasado noches en vela pensando en los arreglos. Te diría que he vivido unos meses casi con Nino Bravo y dialogando con él. Aunque parezca un poco raro expresarlo de esta manera pero era así, yo tenía muy presente que él estuviera cómodo con todo, que sonara muy natural y no hubiera nada que chirriase. Me imaginaba lo que él pensaría; era fácil verlo, porque conozco mucho su discografía y su sonido y, de alguna forma, trataba de interpretar si él sonaba cómodo o no con las nuevas grabaciones.


¿Cuál fue el mayor inconveniente al que te enfrentaste a la hora de preparar este álbum?


Está muy claro: el no poder disponer de la pista de voz de Nino Bravo. La tuvimos en “Te quiero, te quiero”, “América, América” y en algunas partes de “Esa será mi casa”. El material de base fue la grabación máster, lo que todo el mundo tiene en su casa. A partir de ahí, el trabajo ha sido ultra sofisticado y muy técnico: hubo que separar elementos, eliminarlos, moverlos, conseguir mucho espacio y conseguir suprimir casi todo excepto la voz de Nino Bravo para grabar nuevos instrumentos. Eso es muy difícil hacerlo de por sí, pero aún más si el único objetivo que tienes en mente es que Nino Bravo siga sonando muy natural, la voz no se resienta, el resultado sea muy musical, creíble y auténtico. Fue una lucha, a veces dedicaba sólo tres días al tratamiento del máster y pensar cómo tenía que enfocarse cada canción, qué técnicas emplear. No estar libre de esa percepción para enfrentare a la parte artística era un trabajo duro… Aún más, porque no podíamos aplicar una misma metodología a todas las canciones, porque cada tema era distinto; había cosas que funcionaban en uno pero que no necesariamente tenían que funcionar en otro para separar elementos y mantener la voz pura. Ha sido una parte técnica muy dura y compleja, y yo he intentado positivizar esa limitación. Si había algún elemento imposible de eliminar, lo he asumido como un elemento artístico más.


De todas las canciones del disco, ¿hay alguna que sea tu preferida o que signifique algo más especial para ti?


En cuanto a resultados, “Quién eres tú” era una canción que tenía mucho interés en trabajar para darle ese matiz a lo “Beatles” y dejar muy claro que Nino Bravo es bastante más que la imagen que mucha gente tiene de él, y estoy muy contento con el resultado final. Estoy muy satisfecho y queda claro lo que quería expresar con la nueva mezcla. En cuanto a canciones, tengo tantas favoritas y tanta conexión emocional con tantas que es muy complicado. Por ejemplo, “Vete” es una canción que me parece trágica y desgarradora, épica en todos los sentidos, y siempre me ha hecho llorar. Aunque no había mucha posibilidad de rehacerla, tenía muy claro que quería hacerla lo más grande posible y engrandecerla respecto a la original a pesar de mantener la mayoría de los arreglos. Hay otras que me parecen canciones perfectas en muchos sentidos y absolutamente modernas como “Te quiero, te quiero”, en la que una balada rotunda está tratada o se intuye una manera de tratarla con un groove y casi de manera funk en algunas líneas del bajo de la versión original. Me parece muy sorprendente y muy diferenciado respecto a cualquier otra producción de música melódica que se hiciera en la época. En “Te quiero, te quiero” decidí empezar de cero, es prácticamente una grabación nueva, y quise llevar a toda la canción las líneas de bajo originales que tenían ese punto de blues para que quedara algo más claro. He disfrutado mucho y me he implicado a fondo.
 

Algunos admiradores de Nino Bravo son bastante puristas en lo que respecta a sus grabaciones originales. ¿Qué les dirías para que le dieran una oportunidad a este disco?


De entrada, decirles que yo soy uno de ellos. Hace muchos años que le escucho y me sé de memoria todos sus discos. Los amo y los adoro, he crecido con ellos. Si yo hubiera oído que alguien ha regrabado las canciones de Nino Bravo tendría las mismas reticencias que tendrá mucha gente al escuchar la noticia. Lo que yo recomiendo es una escucha desprejuiciada y tranquila. Este trabajo no sustituye a nada, los discos originales de Nino Bravo seguirán estando ahí. También está lo que se hizo en los 80, los duetos y las remezclas. No son cosas que se sustituyan entre sí, sino que son compatibles. La diferencia que veo entre esta vez y otras es que ahora se pretende un enfoque completamente atemporal y clásico. O sea, un disco grabado en 2013, intentando que esté sónicamente más expandido y que cuadre algo más con lo que actualmente estamos acostumbrados en cuanto a sonido, pero con una intención artística muy atemporal. Por otro lado, creo es una escucha muy entretenida no sólo para el fan de Nino Bravo sino para el melómano en general. Es como un paseo por la historia de la música, hay guiños a muchas cosas que van más allá de Nino Bravo. En algunos momentos te puede sonar a finales de los 50, hay muchas cosas de finales de los 60, hay guiños al soul clásico, al funk americano de los 70, incluso en algún momento música disco… Demuestra que Nino Bravo es absolutamente dúctil y su voz se puede encuadrar de manera muy natural en muchos estilos y géneros diferentes. Creo que pocos cantantes podrían mantenerse con esa naturalidad en estilos tan distintos.


¿Por qué crees que Nino Bravo sigue tan vivo después de 4 décadas después de su muerte?


Obviamente, las causas trágicas de su desaparición han hecho que a su alrededor se construya un mito que lo diferencia deotros artistas. Pero no me quiero centrar mucho en eso porque realmente creo que, de no haber pasado eso, hay algo inherente a él, a su voz y a sus grabaciones que las hace más perdurables que otras. De entrada, te diría que hay una modernidad implícita en los discos de Nino Bravo que los diferencia de otros de su misma época e incluso de los discos de música melódica actual, sin ninguna duda. Quizá fuera esa visión que tenía él más cercana a la realidad del pop y del rock del momento. Para mí, sus grabaciones se acercan más a un disco de Los Beatles que a uno de música ligera, y eso en parte se produce por los arreglistas que estaban muy conectados con la realidad anglosajona y del resto del mundo, pero también hay algo único y casi mágico en la voz de Nino Bravo que yo intento explicar como lo percibo. Para mí Nino Bravo tiene una voz única por su tesitura: cuando canta bajo, parece que te susurra, que te acaricia, y cuando está en su momento más épico y lírico, sorprendentemente, te sigue acariciando y sigue siendo como terciopelo al oído. Eso es algo único. A mí me molestan mucho los gritos, esas voces que hacen un alarde de aparente virtuosidad y que tanto gustan hoy en día, son casi agresivas al oído. He escuchado muy pocas voces que, en el momento más álgido, de más tesitura e impacto emocional, te sigan acariciando. Esto lo hace inimitable y extrañamente ‘sui generis’.


¿Crees que podría haber un segundo volumen de Nino Bravo by La Casa Azul?


¡No tengo ni idea! Esto depende de muchos factores y, a pesar de ser artífice y productor, se me escapan un poco… He aprendido mucho con este disco, al principio fue un proceso muy duro, pero ahora me siento más capaz y seguro de enfrentarme a este tipo de proyectos. Quizá con algo de más tiempo para hacer una investigación más profunda y rastrear más material, a lo mejor podríamos contar con otro volumen. Desde luego, yo creo que a nivel artístico se podría repetir sin ninguna duda, y me sentiría con plena energía, emoción e intención como para hacerlo. Pero no depende de mí.


¿Qué es lo que más te ha gustado de este álbum?


Una cosa de la que estoy particularmente contento es que, a nivel gráfico, a nivel sonoro y en general, cuando uno termina de escuchar el disco, cuando lo tiene en sus manos y ve el libreto, la galleta del CD con esa foto increíble, se lleva una imagen más cercana de Nino, más sonriente, más sencillo, más desconocido. Se quita la imagen del Nino distante, introvertido… que a veces ha perdurado en la memoria de la gente. Para mí ha sido muy emocionante poder hablar con Mª Amparo, su viuda, y que me dijera haber tenido la sensación de que Nino había grabado las canciones unos días antes… 
 


Darío Ledesma de Castro


 


 

 

 

 

 

 

 

 

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