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27/05/2016

Ahora [Es]: En cinco palabras, 5 palabras sobre la nostalgia



5 palabras sobre la nostalgia

 

 

 

Comediscos

Compraba discos. Bueno, me los compraban, pero los elegía yo. Singles. A 45 RPM. Los guardaba en un álbum de plástico con dibujos naranjas de op-art, dentro de sus fundas transparentes. Y los escuchaba en un comediscos. Apretando hacia dentro con el pulgar. Clack. La magia monoaural. Fórmula V y Los Diablos a todo trapo. Me flipaba Suzi Quattro, con su traje de cuero abierto hasta el ombligo y la voz doblada en sus 48 Crash. Baccara, los Rubettes con sus gorras rojas y Patrick Hernández, que había nacido tubialaif. Abba. Nunca llovía en el sur de California. El verano duraba todo el año en mi comediscos.

Electricidad

El autobús salía de la Plaza de Guipúzcoa. Y subía hasta Igueldo. Discoteca Ku, la de verdad. Aquello estaba lleno de chicas, todas guapísimas. Yo controlaba como podía mis 16 recién estrenados en la tarde de mi primer morreo, mi primer Gin-Kas y mi primer concierto. Alguien lo comentó en el bus: hoy tocan Los Aristogatos. Me encantaba ese nombre. Subieron al escenario y los reconocí. Dos eran de mi antiguo colegio. Guitarras eléctricas, micros, una batería plateada… cosa seria. Iban de rockers, pero hacían pop. Una chica me entró, pero no recuerdo su nombre. Yo ya estaba embrujado con la danza y la electricidad. El del cantante sí que lo sé. Mikel. El primo de Andoni Erenchun.

 

Pop

Uno de nuestros primeros conciertos lo dimos en el Agapo. Sonaban grupos que no conocía, Kike Turmix llevaba una camiseta de la Velvet con una banana gigante, había chicas con el pelo morado, mucho botín de tacón cubano y mucho flequillo imposible. Yo llevaba mi camisa de lunares y pantalones de sastre pero los mods de Madrid solo se fijaban en Elena, y en sus teclas en blanco y negro. Casi no sabíamos ni afinar, pero ya tocábamos CallejearLa Reina del Muelle y Viviendo en la Era Pop. Potros. Miserables. Sex Museum. Miguel me miraba desde la tercera fila y me sonreía; todavía se lo agradezco. Malasaña Pop, aunque fuera por una sola vez.

Camarera

Cada tarde me acercaba a casa de Mario para grabar nuestra maqueta. A veces eran 5, otras 10 y de vez en cuando 15. Minutos. Conocía cada ranura de las paredes de su portal. Plaza de San Martín, mi rincón favorito del Barrio Húmedo. De tanto esperar me hice amigo de la camarera de la terraza de al lado. Se llamaba como yo. Alex. Sonreía muy bonito, pero casi no hablábamos. A veces deseé que fueran 20.

Furgoneta

“¡Yo quiero que le quiten eso!”. A Lola no le gustaba mi cola de bebé. “¡Pues buena la íbamos a hacer!”. Gracias, Manuela. Me gusta viajar en furgoneta. Acabo de llegar de Oporto. He ido con mi familia. Mi hermana, mis sobrinos, mi chica y mi hija. Y mi mamá. Viaje sin canciones. Bueno, sí, alguna que otra. Pero sobre todo niebla y recuerdos. Disfraces, Hendaya, los perros y las lágrimas. Nostalgia instantánea. Ya quiero volver.

Alejandro Díez, Alex Cooper para lo que nos toca, nació en Alicante en el 67 pero pasó toda su infancia en San Sebastián. Con 14 años se traslada con su familia a León, donde se iniciaría en la música y terminaría los estudios de Filología Inglesa. En 2016 ha visto la luzPopcorner, disco recopilatorio de recoge sus 30 años de actividad sonora al frente de Los Flechazos y Cooper. Casado y padre de una niña de 8 años, es además el responsable de Ediciones Chelsea, donde publica libros de música escritos por músicos, entre los que destacan Xoel López, Francisco Nixon o Joaquín Rodríguez de Los Nikis. También ha editado dos obras propias, Reflejos en el retrovisor y Club 45, del que está ultimando una segunda parte que verá la luz a finales de año.


 


 

 

 

 

 

 

 

 

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